ENIGMA FELICIDAD
Con una actitud tan poco usual, como si hubiera salido sin traje, sin corbata y sin zapatos, saboreaba una tostada untada con manteca y miel, mojada en la taza de café con leche.
Las dificultades insolubles perdieron importancia, pero no se resignaba a ignorar el porqué de las cosas y de los sucesos.
Evocaba imágenes con una visión deslumbrante. Todo a su alrededor le recordaba a un azul profundo que le embriagaba sus ojos.
Mientras saboreaba otra tostada con miel y manteca, recordó la sensación que había sentido cuando era niño; su madre lo regañaba para que se comportara bien en la mesa mientras desayunaba.
Ahora que era libre, podía disfrutar de la tostada untada con manteca y miel, mojada en café con leche. Hoy día poco le importa ya, si la miel se corre por los costados, le gusta así ¡y qué! Su madre ya no está para retarlo y aunque estuviera, no le haría caso, es feliz así, libre y haciendo lo que le gusta.
Ese es el enigma de la felicidad, hacer las cosas bien pero a su manera, disfrutando el momento y el día a día.
Sin traje y sin corbata pero con zapatos, porque sus pies no le permiten caminar descalzo. Son sensibles a las piedras no alineadas del empedrado. Sin el uniforme que lo acartonó durante muchos años, casi toda su vida, ahora puede gozar de impresiones de frescura y luz deslumbrante, de no solo el azul, sino de muchos otros colores que dan vida a su vida y lo hacen feliz.
Malania Nashki