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DISTRAÍDA

DISTRAÍDA
Ayer, atrapada por la velocidad del tiempo, que a veces apremia y no pide disculpas, así como en un abrir y cerrar de ojos, casi se le fue la vida. Cuando reaccionó, su cabeza le pasó factura. Pensó en todo lo que hubiera dejado, pero lo que más le asustó fue que nadie se hubiese percatado de su desaparición y tal vez recién en días, se enterarían cuando alguna fuerza de seguridad se dignaría a  tomar el teléfono y comunicar a alguien del mismo apellido, lo que había ocurrido.
– Las personas comunes no somos noticia, dijo.
Después de lo ocurrido sólo pensó en expresar su deseo:
          “Cuando me muera,
no quiero flores en mi tumba.
Destina ese dinero a calmar
el llanto de un niño hambriento.
No derrames lágrimas,
prefiero un vals mal bailado
de esos que aún sin aprender
sé que  igual puedes hacerlo.
Y deja que la lluvia
lave mis pecados,
por haberte amado tanto”. 

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