• Cuentos

    ABRAZO GIRASOL

    Caminaba girasol por los campos resecos, días enteros y en noches de luna llena, cuando escuchó a una rana y se le acercó.
    Siguió su camino lentamente, sus fuerzas flaqueaban. Quería saciar su sed y recuperar su vitalidad.
    Caminó detrás del pequeño cuerpo verde que daba saltos y más saltos sin mirar atrás.
    Laguna y manantial, esperaban la llegada de sus sedientos visitantes.
    Girasol inclinó  su cabeza, cerró sus ojos y medio adormecido, sorbo a sorbo humedeció pétalo por pétalo toda su cara marchita.
    Cuando reaccionó vio una cara lozana en la laguna, muy parecida a la suya. Quiso sacarla del agua pero la respuesta fue un abrazo. Cuando girasol se ponía en pie, la otra  cara se alejaba, así una y otra vez, se acercaba, se fundían en abrazo, se alejaba, se separaba.
    Y así en la vida, ella y él. Se acerca, lo abraza, se marcha y ella se aleja.
    Es el efecto espejo.
    ¿Qué habrá sucedido con girasol?
    Se quedó a vivir junto a la laguna para poder abrazar a su otra cara en noches de luna llena.
    La rana construyó su casita,  fueron vecinos y muy buenos amigos.

  • General

    EL VENADITO

    En praderas soñolientas que descansan bajo el soleado atardecer, resistiéndose al eco de las voces inconclusas, el sol lentamente va despidiéndose del manto florecido.  El venadito espera el abrazo de la luna y juntos caminan bajo las sombras selváticas. Los frutos rojos son su perdición, brotes de palmeras, pitangas y cerellas colgantes va devorando a su paso, tiñendo su boca de carmín. Hunde sus pezuñas en la suave corriente del arroyo  y sorbo a sorbo su lengua refresca, mientras se mira en el espejo cristalino y da un brinco.
    -No temas, no estás solo –la luna lo vuelve a abrazar-. Yo te acompañaré por siempre.
     El venadito sonríe observando  sus patas limpias, retrocede y se acuesta en el colchón de hierbas bajo el frondoso lapacho de flores tardías. Abrazado a la luna reposa y sueña. Sueña que ella regresa, lo acaricia y lo besa. El calor de un rayo de sol que se filtra por las diminutas rendijas de la espesa selva, despierta al indefenso animal y él lo saluda con su boca risueña.
    -Es hora de retozar- lo invita una vocecilla tímida. Él la reconoce, el sueño se cumplió y es ella, ¡es ella! gritó cuando la vio. Ambos retozaron por el campo, y cuando volvió la luna, los pilló muy juntos reposando sobre la hierba fresca cubierta de rocío. La luna sonrió y se tapó con una nube para no entorpecer el grandioso acto de amor.  
  • Poemas

    LA LLUVIA

    No son copos de nieve
    ni cabezas de alfileres
    son gotas menudas de lluvia
    que de alguna nube se desprenden.
    Caen unas sobre otras
    sus huellas no se notan
    van embebiendo la tierra
    sin formar charcos siquiera.
    Es la lluvia necesaria
    para amenguar el calor
    para regar los sembrados
    y los campos cultivados.

  • Poemas

    CAMPOS EN FLOR

    (Para los más pequeños)  
    Margaritas azules 
    para los varones. 
    Para las niñas 
    son las rosadas. 
    
    Para cubrirlas 
    sobre mi almohada 
    las más bonitas 
    son amarillas. 
    
    Los girasoles 
    más pequeñitos 
    tiñen los campos 
    muy cristalinos.  
    
    Rompe el viento 
    cactus muy frescos. 
    Dulces, jugosos 
    me traen tus besos. 
    
    
    
    
    


  • Poemas

    FLORECILLAS

     
    Son frágiles
    son del campo
    lucen orgullosas
    todo su encanto.
    No tienen abono
    crecen solas
    así como florecen
    poco permanecen
    y desaparecen.
  • Poemas

    RUIDO Y SILENCIO

    Al parecer vive en una Josa.
    Al campesino rudo
    no le agradan las visitas
    es feliz con lo que ha construido:
    una productiva llosa.
    Osó por cavar una fosa
    a la espera de la lluvia
    y el preciado líquido
    nunca le hace falta
    entre otras cosas.
    Los primeros claros
    lo encuentran despierto
    con el mate en la mano
    recorriendo el huerto.
    Dice que las hormigas
    no duermen de noche
    él debe perseguirlas
    o se comerán los tronchos.
    Una eterna batalla
    entre hombre y hormiga.
    Además de plantas aromáticas
    romero, menta y albahaca
    (entre otras)
    lucen distintas especies
    calas, geranios y rosas
    muchas de estas sin espinas
    y una gran pasionaria liosa.
    Siempre a la siesta gloriosa
    se suman las mariposas
    azules, blancas y amarillas
    sobre su mano retozan
    despertando en visita misteriosa.
    No quiere helicópteros volando
    ni zumbidos de avionetas
    que no se molesten los pájaros
    cuando se orquestan en canto.
    Prefiere una humilde choza
    lejos de potentes ruidos
    atentando con crueldad a sus oídos.
    Prefiere proteger sus cultivos 
    de hormigas y malvivientes furtivos
    que en vez de un trabajo digno
    prefieren hurgar
    en el campo o en la ciudad
    y convivir con el ruido.