• Poemas

    POR EL SENDERO DE LA VIDA

    Quién sabe,
    si debajo de esas hojas,
    hay un ser viviente,
    que nos está observando,
    al pasar por el sendero;
    o quizá desde la altura,
    en una espesa rama,
    se camufla un  camaleón pequeño;
    o tal vez del interior de la selva,
    nos vigila un colorido jilguero,
    desde el ramaje de alheñas,
    que sin dudar nos inunda,
    con el aroma de sus frutos negros,
    en los que luce su plumaje amarillo,
    un hermoso benteveo,
    que ha preferido este hábitat,
    en vez de un lugar abierto.
    Aquí también se te extraña,
    amigo de los encuentros,
    lejos de la gran ciudad,
    lejos de los esteros,
    pero sin perder de vista,
    mis más ansiados anhelos,
    de un merecido y pronto reencuentro.

  • General

    CREPÚSCULO EN FLOR

    Algo distinto, eso quería, y el crepúsculo se subió a una goleta. No le bastaron los mares, eligió las nubes y recorrió el mundo.  Vagó por los aires cálidos y fríos, divisó solfataras, prados y ríos, hasta que lo derrumbó el cansancio. Una nube acogedora que en silencio lo observaba le ofreció cobija y cariño y desde allí el crepúsculo meditó varios días. Hastiado y disconforme con su ociosidad, volvió a su mundo. Encontró una nube transparente y la eligió como posada, desde allí podría ver todo lo que lo rodeaba. No muy lejos y en descenso vio un gran árbol cubierto de flores rosa violáceo. Sus despertares eran alegres al verlo tan elegante y perfumado, tanto así que con su aroma atrajo a los pájaros, quienes se resistían a dejarlo. Sus nidos tenían su propio jardín, las flores del lapacho, esas que sin saberlo, embarcaban un destino. El crepúsculo, intuyendo lo que avenía, soltó su voz: -¡No se vayan, yo las quiero! La nube transparente despertó y al unísono lo acompañó:-¡Cuidado!-. El alerta llegó a destiempo. La ráfaga no se apiadó y llena de envidia por tanta belleza se hizo cargo de destruir aquel paisaje esplendoroso. El crepúsculo se durmió, triste y adolorido, impotente, exhausto por sus gritos. Pero los pétalos altruistas descansaron unidos en el suelo, se secaron las lágrimas  provocadas por  la lluvia y alfombraron el camino de la ciudad sin truenos. Atesoraron su sueño y su destino, el de brindar a los lugareños su belleza montesina. Cuando el crepúsculo despertó, sonrió contento al ver adornado y enaltecido su sueño. 
    Imagen: Manu C. R.
  • General

    OLAZÁN GALARDONADO

    Con el silbido del viento
    va al galope el olazán
    no escucha a las cigarras
    ni a los grillos su cantar.
    Deja atrás en su corrida
    el nevado Tronador
    y ese bosque encantador
    que se llama de Arrayanes
    el aleteo de albatros
    y los nubarrones negros
    que anuncian el vendaval.
    De pronto un haz de luz
    en una sombra fría
    lo detiene en el camino
    es un pelícano herido
    anuncia en canto el zorzal
    en ancas lo levanta
    y lo lleva a la ciudad.
    Los acompaña el zorzal
    sosteniéndolo del cuello
    un cóndor y un águila en vuelo
    los escoltan hasta el médico.
    Desapareció el vendaval
    la ciudad se iluminó
    las cortinas se asolearon
    y en las casas festejaron.
    Cóndor, águila, zorzal y caballo
    con el médico brindaron
    agasajando al pelícano
    el día de su cumpleaños
    por haberse recuperado.
    Al alazán lo galardonaron.

  • Poemas

    RUIDO Y SILENCIO

    Al parecer vive en una Josa.
    Al campesino rudo
    no le agradan las visitas
    es feliz con lo que ha construido:
    una productiva llosa.
    Osó por cavar una fosa
    a la espera de la lluvia
    y el preciado líquido
    nunca le hace falta
    entre otras cosas.
    Los primeros claros
    lo encuentran despierto
    con el mate en la mano
    recorriendo el huerto.
    Dice que las hormigas
    no duermen de noche
    él debe perseguirlas
    o se comerán los tronchos.
    Una eterna batalla
    entre hombre y hormiga.
    Además de plantas aromáticas
    romero, menta y albahaca
    (entre otras)
    lucen distintas especies
    calas, geranios y rosas
    muchas de estas sin espinas
    y una gran pasionaria liosa.
    Siempre a la siesta gloriosa
    se suman las mariposas
    azules, blancas y amarillas
    sobre su mano retozan
    despertando en visita misteriosa.
    No quiere helicópteros volando
    ni zumbidos de avionetas
    que no se molesten los pájaros
    cuando se orquestan en canto.
    Prefiere una humilde choza
    lejos de potentes ruidos
    atentando con crueldad a sus oídos.
    Prefiere proteger sus cultivos 
    de hormigas y malvivientes furtivos
    que en vez de un trabajo digno
    prefieren hurgar
    en el campo o en la ciudad
    y convivir con el ruido.