• Poemas

    EN ESPERA DE SU FIEL COMPAÑERO

    El silencio era absoluto.
    Faltaba un poco de aire
    en esa calle,
    donde hoy cantan los pájaros.
    Una pluma incierta
    en mano temblorosa de algún poeta,
    de cuya imaginación brotan versos,
    bajo el cielo de luna llena
    y el hilo nebuloso
    de un cigarro recién encendido.
    Un gato lleno de vida
    emite suaves maullidos,
    mientras observa la lluvia
    desde la ventana de un primer piso,
    en espera de su fiel compañero.

    Imagen: M.J.T.

  • Poemas

    EL BANCO VACÍO

    Algo no se ha ido aún,
    ni el sonido del incendio lo devora.
    Se instaló en la intemperie de tu ausencia,
    en un banco vacío que te espera.
    Las flores amarillas se expresan
    a través de su dulce perfume,
    y el viento lo transporta en caricias,
    a través de la distancia,
    salvando errores,
    desatando nudos,
    soltando el silencio,
    para anclar en la sombra de un gran puerto.
    La lluvia revive
    la esperanza de nuevas flores.

    Imagen: A.M.N.

  • Poemas

    CAMPANILLAS ROSAS

    A campo abierto,
    donde la inspiración brota,
    revive en ellas
    campanillas rosas;
    las amas tú, las amo yo. 
    Porque me has enseñado
    a contemplar en silencio,  
    y acariciar como las flores,
    hablar con la mirada sosegada,
    a disfrutar del ambiente.
    Me preguntabas mil veces
    cómo me encuentro,
    a lo que respondí siempre
    ahora bien, siempre bien,
    con una sonrisa latente.
    Mientras los insectos amarillos
    esperan que la lluvia
    lave sus abyectos  ocelos,
    las campanillas rosas
    gozarán bellas.
    Meciéndose en el viento
    lucirán orgullosos  pétalos,
    albergarán  mariposas,
    cuidarán celosamente sus nodos
    aún bailando a campo abierto.
    Imagen: R.E.Ch.
  • General

    ALBOR DE OTOÑO

    Mi vida ha comenzado al amanecer,
    en un universo teñido de alegres colores,
    rodeada de muchos árboles.
    Unos melancólicos, por haber perdido sus hojas,
    otros festejaban la lluvia fresca de otoño,
    envueltos en aromas de rosas recién florecidas,
    de violetas y jazmines, de fresias naranjas y rojas.
    Mi cuerpo pequeño acurrucado junto a mi madre,
    esperaba a la partera que había ido a buscar mi padre.
    La viejecita llegó, mi cordón umbilical cortó,
    y a partir de ese momento una etapa se acabó.
                                                                           
  • Poemas

    SOL Y LLUVIA

    En el tren de medianoche,
    las sombras se opacan y se aligeran azuladas.
    Algunos instantes se vuelven ventosos y grises.
    Al amanecer, aparecen gotas gruesas y frías
    humedeciendo las mañanas.
    A mediodía, el sol ofrece con escasos trazos
    una cruda iluminación.
    Las tardes se vuelven poesía
    con toda su dimensión,
    y a través de mi ventana
    contemplo, con nostálgica alegría,
    las capotas, invertidas
    con felpillas de color,
    sin conocer su origen ni su sabor,
    si son plantas o algas marinas
    persiguiendo algún extraviado camaleón.

    Imagen: R.E.Ch.

  • Poemas

    QUÉ NOCHE!

     
    Se han instalado en mi alcoba
    la serenidad del silencio,
    la amargura de tu ausencia,
    la crudeza de la lluvia.
    Y en vigilia la paciencia
    quiere celebrar una fiesta.
    Invitará al rosedal
    de tu inconfundible perfume,
    al positivismo de tu ciencia,
    a la suavidad de tus manos,
    y a la fortaleza de tus piernas.
    Para que en conjunto me regalen:
    besos interminables,
    sonrisas cálidas, tentadoras
    miradas excitantes, insinuadoras,
    muchísimas caricias tiernas,
    acogedores e infinitos abrazos.
  • General

    ACUERDO

    Parecía existir un singular acuerdo entre la lluvia y el sol, acuerdo tácito al que nunca hicieron alusión, vaya uno a saber cuál era la decisiva finalidad. No era frecuente el encuentro. Por entre el acero de los nubarrones aparecía de vez en cuando un resplandor pálido de laxos brazos. A ras de tierra el mezquino correr del viento del que aprovechaban, pretenciosos por secarse,  los charcos rojizos. En las alturas los nubarrones crecían, se multiplicaban. 
    Al fin la luna irrumpió impetuosamente. 
    Él, que ansioso esperaba el cambio a buen tiempo, entornando sus ojos, apuntó una mirada lejana, bajo el sombreado de venturosos árboles que sacudían sus hojas, desparramando gotas que se prendían a su pelo, llenándose de una cercana dicha, regocijado por los frescos perfumes de un recuerdo reciente. Respiraba su presencia tan ligera como la suave brisa que indicaba un buen presagio.
    Los nubarrones desaparecieron, el sol tímidamente se internó tras ellos y la luna llena reinó en la galaxia regalando sueños. 

    Imagen: Sergio D. V.

  • General

    ARRECIAR

    TORMENTA PINCELADA
    La lluvia tararea una canción.
    Tamborilean los cristales.
    Tembladeral, hojas ávidas,
    se confunden  en la oscuridad.
    Silencio y quietud visten al alba.
    Remanso de tierra profunda,
    cálida y húmeda
    Ella espera ansiosa,
    las horas trepan el aire,
    el puntal se desploma,
    la esperanza desvanece.
    Sus ojos color bronce,
    humedecen parpadeos.
    Noche galardonada de añil,
    vestido de gris el día
    y ella plagada de negro
    El sol se sumió en silencio.
    Ausencia de caricias y besos.
  • General

    CREPÚSCULO EN FLOR

    Algo distinto, eso quería, y el crepúsculo se subió a una goleta. No le bastaron los mares, eligió las nubes y recorrió el mundo.  Vagó por los aires cálidos y fríos, divisó solfataras, prados y ríos, hasta que lo derrumbó el cansancio. Una nube acogedora que en silencio lo observaba le ofreció cobija y cariño y desde allí el crepúsculo meditó varios días. Hastiado y disconforme con su ociosidad, volvió a su mundo. Encontró una nube transparente y la eligió como posada, desde allí podría ver todo lo que lo rodeaba. No muy lejos y en descenso vio un gran árbol cubierto de flores rosa violáceo. Sus despertares eran alegres al verlo tan elegante y perfumado, tanto así que con su aroma atrajo a los pájaros, quienes se resistían a dejarlo. Sus nidos tenían su propio jardín, las flores del lapacho, esas que sin saberlo, embarcaban un destino. El crepúsculo, intuyendo lo que avenía, soltó su voz: -¡No se vayan, yo las quiero! La nube transparente despertó y al unísono lo acompañó:-¡Cuidado!-. El alerta llegó a destiempo. La ráfaga no se apiadó y llena de envidia por tanta belleza se hizo cargo de destruir aquel paisaje esplendoroso. El crepúsculo se durmió, triste y adolorido, impotente, exhausto por sus gritos. Pero los pétalos altruistas descansaron unidos en el suelo, se secaron las lágrimas  provocadas por  la lluvia y alfombraron el camino de la ciudad sin truenos. Atesoraron su sueño y su destino, el de brindar a los lugareños su belleza montesina. Cuando el crepúsculo despertó, sonrió contento al ver adornado y enaltecido su sueño. 
    Imagen: Manu C. R.
  • Poemas

    LA LLUVIA

    No son copos de nieve
    ni cabezas de alfileres
    son gotas menudas de lluvia
    que de alguna nube se desprenden.
    Caen unas sobre otras
    sus huellas no se notan
    van embebiendo la tierra
    sin formar charcos siquiera.
    Es la lluvia necesaria
    para amenguar el calor
    para regar los sembrados
    y los campos cultivados.