QUÉ NOCHE!
Se han instalado en mi alcobala serenidad del silencio,la amargura de tu ausencia,la crudeza de la lluvia.Y en vigilia la pacienciaquiere celebrar una fiesta.Invitará al rosedalde tu inconfundible perfume,al positivismo de tu ciencia,a la suavidad de tus manos,y a la fortaleza de tus piernas.Para que en conjunto me regalen:besos interminables,sonrisas cálidas, tentadorasmiradas excitantes, insinuadoras,muchísimas caricias tiernas,acogedores e infinitos abrazos.ACUERDO
Parecía existir un singular acuerdo entre la lluvia y el sol, acuerdo tácito al que nunca hicieron alusión, vaya uno a saber cuál era la decisiva finalidad. No era frecuente el encuentro. Por entre el acero de los nubarrones aparecía de vez en cuando un resplandor pálido de laxos brazos. A ras de tierra el mezquino correr del viento del que aprovechaban, pretenciosos por secarse, los charcos rojizos. En las alturas los nubarrones crecían, se multiplicaban.
Al fin la luna irrumpió impetuosamente.
Él, que ansioso esperaba el cambio a buen tiempo, entornando sus ojos, apuntó una mirada lejana, bajo el sombreado de venturosos árboles que sacudían sus hojas, desparramando gotas que se prendían a su pelo, llenándose de una cercana dicha, regocijado por los frescos perfumes de un recuerdo reciente. Respiraba su presencia tan ligera como la suave brisa que indicaba un buen presagio.
Los nubarrones desaparecieron, el sol tímidamente se internó tras ellos y la luna llena reinó en la galaxia regalando sueños.Imagen: Sergio D. V.
ARRECIAR
TORMENTA PINCELADALa lluvia tararea una canción.Tamborilean los cristales.Tembladeral, hojas ávidas,se confunden en la oscuridad.Silencio y quietud visten al alba.Remanso de tierra profunda,cálida y húmedaElla espera ansiosa,las horas trepan el aire,el puntal se desploma,la esperanza desvanece.Sus ojos color bronce,humedecen parpadeos.Noche galardonada de añil,vestido de gris el díay ella plagada de negroEl sol se sumió en silencio.Ausencia de caricias y besos.CREPÚSCULO EN FLOR
Algo distinto, eso quería, y el crepúsculo se subió a una goleta. No le bastaron los mares, eligió las nubes y recorrió el mundo. Vagó por los aires cálidos y fríos, divisó solfataras, prados y ríos, hasta que lo derrumbó el cansancio. Una nube acogedora que en silencio lo observaba le ofreció cobija y cariño y desde allí el crepúsculo meditó varios días. Hastiado y disconforme con su ociosidad, volvió a su mundo. Encontró una nube transparente y la eligió como posada, desde allí podría ver todo lo que lo rodeaba. No muy lejos y en descenso vio un gran árbol cubierto de flores rosa violáceo. Sus despertares eran alegres al verlo tan elegante y perfumado, tanto así que con su aroma atrajo a los pájaros, quienes se resistían a dejarlo. Sus nidos tenían su propio jardín, las flores del lapacho, esas que sin saberlo, embarcaban un destino. El crepúsculo, intuyendo lo que avenía, soltó su voz: -¡No se vayan, yo las quiero! La nube transparente despertó y al unísono lo acompañó:-¡Cuidado!-. El alerta llegó a destiempo. La ráfaga no se apiadó y llena de envidia por tanta belleza se hizo cargo de destruir aquel paisaje esplendoroso. El crepúsculo se durmió, triste y adolorido, impotente, exhausto por sus gritos. Pero los pétalos altruistas descansaron unidos en el suelo, se secaron las lágrimas provocadas por la lluvia y alfombraron el camino de la ciudad sin truenos. Atesoraron su sueño y su destino, el de brindar a los lugareños su belleza montesina. Cuando el crepúsculo despertó, sonrió contento al ver adornado y enaltecido su sueño.Imagen: Manu C. R.LA LLUVIA
No son copos de nieve
ni cabezas de alfileres
son gotas menudas de lluvia
que de alguna nube se desprenden.
Caen unas sobre otras
sus huellas no se notan
van embebiendo la tierra
sin formar charcos siquiera.
Es la lluvia necesaria
para amenguar el calor
para regar los sembrados
y los campos cultivados.TU LUGAR, MI LUGAR
Aquel lugar me atraía
algo intenso había
quizás porque allí
habías nacido
y sus calles habías recorrido.El paisaje era diferente al mío
pero me gustaba.Los primeros rayos del sol
irrumpieron en el horizonte
iluminaron los jardines
con un halo multicolor y apacible.Caminé bajo la lluvia
bendición para la tierra
reseca por el sol
y el viento sin frenos.Se animaron rosas y jazmines
abriendo sus pimpollos
y otras tantas beldades
de las que no sé sus nombres.Cesó la lluvia
y el aire esparció vapores
con una sinfonía de aromas
que hicieron zumbar
a abejas y mariposas
revoloteando airosas
entre los frutos y las flores.CÓMO OLVIDAR
Tu presencia en mi vidaha dejado huellas tan profundasque cuando la lluvia arreciala soledad sangra contraída.Los recuerdos laten en cadenami cabeza apoyadasobre tu hombro derechodormitando en viernes tempraneroo en lunes de siestasobre mi amplio y florido lechomis cabellos cosquillean tu caray tus yemas suavemente los separancon caricias y ademanes insinuantes.En días de lluvia o de pleno sol -que más da-quisiera robarle un jueves a Luganoo un martes a Retiroy por qué no un miércolesal acto escolar de primaveraen festejo anticipado y de antemano.En sábados mañaneroste busco entre las letrasde tus bellas poesíasy en el recuerdo de los domingosel olor al rocío de las araucariascortadas a ojo de hombreen verdes galeríasfrente al enorme edificioen la esquina de San Juan y Directorioy así te recuerdo día a díade lunes a domingo.TAN NATURAL
Lucía tan natural como el fluir del aire, los días que no tenía obligaciones laborales.
El cielo estaba vagamente nublado, resultaba imposible distinguir la distancia que separaba el aire de las nubes.
Ese viernes lloviznó desde la primera hora de la mañana y cayó una fría lluvia hasta empaparlo. Lo esperaba.
Cerró la ventana y a través de ella igual se sentía el olor a lluvia recién caída. Pero las gotas eran tan finas que no se distinguían, salvo en el brillo de las hojas del árbol de canela. Parecía que la noche se había precipitado desplazando al día, o que el día se arrepintió y se volvió sobre sí mismo, dando lugar a la oscura noche, pero no, ni siquiera eran las diez de la mañana.
Los faroles de la avenida empezaron a brillar ¿Quién las encendió? Preguntó distraída, quitándole la campera de cuero cubierta de gotitas.
El hombre cabellos de plata, se dejó caer pesadamente sobre la silla, envolvió sus manos con las de ella buscando calor de hogar.
– El café está listo –dijo la mujer- aún sin querer soltarle las manos. Él movió la cabeza como aceptando.
– Te hará bien tomarlo caliente –agregó la anfitriona-.
Su mano temblaba aprisionando la suya y así caminaron juntos hasta el desayunador que separaba la cocina del living.
Sorbo a sorbos muy pequeños, se sucedieron despacio entre el vapor que salía de aquella taza parisina.
Los minutos se transcurrieron y cuando dieron las doce campanadas de la iglesia cercana, se apuró en anunciar que su cliente de la tarde lo esperaba en el bar frente al Hospital Durand.
Tomó su campera y juntos de la mano buscaron el ascensor.
Desde la acera el cielo pintaba multicolores indicando el cese de la lluvia.
Él apresuró el paso, ella lo vio encender un cigarrillo y lo perdió de vista entre los pilares y paredes del edificio vecino.EL DÍA FIJO
Y el día fijo
flotó por el aire
quedó en el proyecto
de una promesa infuturible
pendiente de un hilo
que absorbió la luna.
Y un día cualquiera
se volvió arco iris
y lleno de recuerdos
se precipitó al arroyo.
Sus colores aún alumbran
el cauce transparente
serpenteante entre las rocas
brillando con el sol
después de las lluvias.