• Prosa Poética

    ESE ALGO

    Él poseía algo que me hacía estremecer el corazón, desde aquel primer día, cuando a través de la ventana, lo vi sentado vestido con su traje gris.
    Había despertado algo que hacía mucho tiempo estuvo dormido en mi interior. Era un anhelo puro y ardiente.
    Emanaba de sus ojos como una fuerza imantada, escondida, misteriosa.
    ¿Qué era? Cómo definir aquella emoción que yo sentía de pronto, al estar sentada frente a él.
    Él está allá, pensando en qué escribir, a la una de la tarde, o quizás en medio de la noche. Y yo aquí, tratando de recordar lo que iba pensando mientras caminaba durante la mañana.
    Él no es mi sol, ni mi luna, ni mi estrella, porque es un ser pensante, maravilloso, que posee algo, ese algo que aún me hace estremecer cuando lo miro a través de esta ventana.
    Camino y lo veo, en el pestañear de los pétalos de rosa, cuando las mece el viento; en el aleteo de un gorrión con el cuerpo mojado por la lluvia. Y siento su perfume, al pasar frente a la arboleda cubierta de frutas de guayaba, maduras y jugosas, o de enredaderas de maracuyá (mburucuyá) prendidas al cerco de alambre tejido. Y lo escucho, en el gorjeo de una paloma o en el canto del zorzal.
    No es locura, ni soy zombi. Estoy cuerda, muy cuerda.

    Malania

    Imagen de la red.


  • Minicuentos

    HUMA VIAJERA

    Estuvo atenta al horario  habitual de mi regreso a casa.
    Me vio llegar y como adivinando que volvería a salir, se esfumó como una sombra entre los remolinos del viento y del agua. Las gotas de lluvia serpenteaban golpeando los cristales de la ventana. Cuando fui a buscar el bolso con algunas prendas que había dejado preparadas, ella estaba allí, dormida (o se hacía la dormida), acurrucada sobre el bolso que sabía llevaría conmigo.
    ¿Qué harías tú si estuvieras en mi lugar? ¿La llevarías contigo?
    ¿Qué hice yo? Después…en otra te lo cuento.

    Malania

    Imagen M. J. T.

  • Prosa Poética

    MOMENTOS DEL DÍA

    Al amanecer, el cielo parecía hecho de mármol con vetas grises.
    Cuando calentó el sol, las nubes suavizaron por momentos la luz resplandeciente del mediodía.
    Pero al atardecer, nadan perezosas acompañando al sol en su retirada de una tarde primaveral.
    La noche, se avecina con pronóstico de lluvia.

    Malania

    Imagen: M. J. T.

  • Prosa Poética

    COMO GRANDES PECES

    El espectáculo de las nubes en la amplitud del cielo, la belleza de sus colores y sus formas, lo deprisa que pasan sus imágenes cambiantes, me habla de la Creación, y me cambia el ánimo en un despertar madrugador luego de una noche mal dormida.
    Esta vez son como grandes peces en un mar que ha sumergido a su antojo, extensos campos y árboles de pie, y se ha unido con el cielo en comunión horizontal.
    Quizás la lluvia venidera y las ráfagas de vientos pronosticados por los expertos, rompan esas nubes en mil pedazos y luego el sol se encargue de secar el ambiente y devolver el aire apropiado, para que los árboles puedan albergar nidos de pájaros, dar sombra al acalorado campesino y puedan ser acariciados por la brisa de un amanecer normal, como en días primaverales.

    Malania

    Imagen: M. J. T.

  • Prosa Poética

    AL OTRO LADO DEL OCÉANO

    En los caminos y prados había amplios charcos formados por la nieve derretida.
    El viento helado, abriéndose paso con obstinación por las calles, se colaba por debajo de los abrigos de los transeúntes que luchaban para que no volaran sus paraguas.
    La corriente de aire se arremolinaba y gemía alrededor del edificio rojo, hamacando la gran glorieta que indicaba la entrada. Por detrás, los viejos árboles del parque se habían convertido en siluetas negras, desnudas, lúgubres.
    Dicen que los árboles se desnudan en el invierno para cambiar su atuendo nuevo.
    Reflejos de luz atravesaban los cristales de las enormes puertas y ventanas azotados por las gotas de lluvia.
    Pero al otro lado del océano, en el nuevo mundo, los paraguas multicolores brindaban sombra a los visitantes que paseaban por la avenida del parque infantil, alfombrada de verde para que pudieran disfrutar de un paseo en un ambiente agradable, apaciguando el calor reinante de un verano muy caliente.

    Malania

    Imagen: J. A. T.

    .

  • Poemas

    TODO TIENE SU RAZÓN

    Todo tiene su razón, el canto de un pájaro temprano en mi ventana,
    la luna y el sol, el viento que nos acaricia al pasar.

    Las mariposas, las criaturas del mar, las estrellas y la lluvia que riega la vegetación.

    El agua del río buscando el mar, el tiempo que pasa sin detenerse,
    los momentos hechos recuerdos.


    Los ríos y el mar buscando el océano, el día y la noche para trabajar y descansar.

    Todo tiene su razón así lo creo Dios con todo lo que existe,
    nada es y está en vano,  nuestra voz, con la cual podemos hablar. 

    Nuestros oídos para escuchar, nuestros ojos para ver, el olfato para recibir los aromas
    y nuestras manos como dulces creadoras.

    Aprendimos a amar, a ser feliz aunque no falten reveces que quieran cambiarnos,
    son pruebas que nos tocan vivir.

    Aprendimos a vivir a veces con sacrificio, a enfermarnos y sanarnos,
    a vivir días sinuosos y llanos.

    Todo tiene su razón y siempre lo tendrá, con el tiempo aprendemos lo que nos deja
    cada paso que damos, no nos rendimos jamás.

    Y si caemos, aprendemos a volver a levantarnos para continuar.

    Miguel Márquez

    Malania Nashki

    Imágenes propias y de R. E. Ch.

  • Poemas

    LA MUJER EXHAUSTA

    Decidida en las mañanas
    sale a caminar
    en fresca alborada
    esa mujer callada
    para no despertar
    a ninguna nube
    con gotas de agua.
    Encuentra los primeros claros
    de luz amanecida
    a medio camino
    del total de la escalada.
    En la primera esquina
    un ceibo en flor
    se mece con el viento
    pintando la alborada.
    En la segunda
    una casa tapiada
    sin latidos, sin misterios
    simplemente abandonada.
    En la tercera
    un grupo adolescente
    ojerosos, resacados
    esperando el colectivo
    para la vuelta a casa
    y el zorzal con sus trinos
    anunciando la mañana.
    La mujer sigue el camino
    ya con su frente sudada.
    Bajo la sombra de un haya
    plantada junto a una tala
    con su madera blanca
    sombrea los lentos pasos
    de la cansada dama.
    Ella desoja
    la lejanía mágica
    sin divisar la lluvia
    o una azul gota de agua.
    Como siempre él
    ausente la acompaña
    en cada paso
    deshojando letras
    de cautivantes palabras.
    Detrás de una ventana
    la dueña se ahoga
    en letras no claras
    o quizás la niñera
    cuida una mascota
    o tal vez un iluso mago
    compra una caracola
    y una concha azul
    al mar que la albergaba.
    O quizás nadie.
    La mujer exhausta
    por larga caminata
    vuelve feliz a su casa
    a través de la arboleda
    y el camino rojizo. 
    Abre el grifo
    y en el agua de la ducha
    escucha
    del poeta una balada.
    Malania
    Imagen: M. J. T.

  • General

    ATARDECER DOMINGUERO

    Durante toda la mañana el crepúsculo se cernía gris sobre el barrio, pero a la tarde y a la distancia, el color naranja pintaba el cielo y colmaba de buen humor a todos, con luces resplandecientes que se reflejaban en el lago.
    Durante la mañana el agua bajaba borboteando por las calles terradas y otras de piedras, que por la misma erosión, emergían lavadas por la lluvia.
    Ella, desde el primer piso contemplaba junto a la ventana las siluetas de palmeras y otros árboles que se fundirían con el anochecer. Mientras él preparaba la comida, los perros del barrio esperaban el convite.

    Malania

    Imágenes: N. C. G.

  • General

    TU NOMBRE

    La oscuridad en pleno día
    interrumpió
    su arrebato emocional.
    Aterrada solitaria observó.
    Las nubes viajaban irónicas
    como deflectores inocuos
    en medio de la tormenta.
    Las fragantes flores
    fueron cayendo poco a poco
    besando el suelo rojo
    empapado por la intensa lluvia.
    Miró al cielo y rogó,
    su destino estaba en juego,
    rocas ígneas y rugosas
    se agolpaban en cadena.
    Una ráfaga helada
    atravesó
    el umbral de sus pupilas.
    ¿Era ella o era otra?
    Deletreaba el nombre
    escrito en el espejo del gran ventanal.
    De pronto en un giro
    las nubes se volvieron violetas,
    de los tallos erguidos
    resurgieron los húmedos pétalos,
    desaparecieron las rocas,
    y cesó la lluvia.
    Las letras en el ventanal
    versaban tu nombre.
    Ella lo pronunció y pensó:
     ¿Lo digo?…

    Malania

    Imagen de la red

  • Poemas

    RECUERDOS

    Corroía
    el apelotonado tiempo
    con su voz
    mesurada y grave.
    Su discurso
    salpicado de expresiones sabias
    se plasmaba
    en vaporoso encanto.
    La magia
    de su mirada inteligente
    la hacía estremecer
    cuando en danza
    su imaginario
    magnífico caballo salvaje,
    su humedad palpitaba
    por los poros abiertos
    de su tibio cuerpo.
    El apelotonado tiempo
    se disolvió
    en un crudo invierno.
    Su cara de superioridad
    erigió un vacío
    difícil de sortear.
    Se alejó
    con ese modo nato
    de vestir refinado
    dejando una vela hinchada
    al compás del frío viento.
    No me quedo con el aire
    ese que no sirve
    para destruir murallas
    y simplemente
    racheado sopla en el muelle.
    Me quedo con un recuerdo,
    bello recuerdo,
    la lluvia de una tibia ducha
    resbalando por su piel
    y mis manos sumergiéndose
    por los rincones
    más ocultos de su cuerpo.

    Malania

    Imagen de la red.