• Prosa Poética

    ESE ALGO

    Él poseía algo que me hacía estremecer el corazón, desde aquel primer día, cuando a través de la ventana, lo vi sentado vestido con su traje gris.
    Había despertado algo que hacía mucho tiempo estuvo dormido en mi interior. Era un anhelo puro y ardiente.
    Emanaba de sus ojos como una fuerza imantada, escondida, misteriosa.
    ¿Qué era? Cómo definir aquella emoción que yo sentía de pronto, al estar sentada frente a él.
    Él está allá, pensando en qué escribir, a la una de la tarde, o quizás en medio de la noche. Y yo aquí, tratando de recordar lo que iba pensando mientras caminaba durante la mañana.
    Él no es mi sol, ni mi luna, ni mi estrella, porque es un ser pensante, maravilloso, que posee algo, ese algo que aún me hace estremecer cuando lo miro a través de esta ventana.
    Camino y lo veo, en el pestañear de los pétalos de rosa, cuando las mece el viento; en el aleteo de un gorrión con el cuerpo mojado por la lluvia. Y siento su perfume, al pasar frente a la arboleda cubierta de frutas de guayaba, maduras y jugosas, o de enredaderas de maracuyá (mburucuyá) prendidas al cerco de alambre tejido. Y lo escucho, en el gorjeo de una paloma o en el canto del zorzal.
    No es locura, ni soy zombi. Estoy cuerda, muy cuerda.

    Malania

    Imagen de la red.


  • Poesía

    DONCELLA

    La llamaron Amelia,  
    nació en luna llena
    y era una niña bella
    que vivía con un tatuaje
    en su blanco pecho
    sin que ella lo supiera.
    ¡Hermosa estrella!

    Malania

    Imagen: de la red

  • Poemas

    SE DURMIÓ

    Se durmió el día, lo alcanzó la noche.
    El sol distraído cayó en el horizonte,
    la luna tan bella se mostró elegante,
    Dominó el silencio en la madrugada,
    esperando un nuevo amanecer.

    Autor: poeta uruguayo Miguel Márquez

    Imagen: propia (Malania)

  • Poemas

    NUNCA MÁS

    Bajo el brillo de la luna
    serpenteaba una canoa
    y con ella alguien,
    aburrido de no hacer nada,
    plañía en medio del lago
    buscando esa paz
    que el opiáceo no le daba.

    Y afligido
    por su destino incierto,
    exhalaba
    con los brazos abiertos,
    clamando amor
    cual ave en el desierto,
    bajo un cielo azul
    en mar adentro.

    Un remolino lo sorprendió
    envolviendo la canoa  
    y sin contemplación ninguna
    al fondo los sumergió.
    Nada pudo hacer el sol
    y frente a la luna lloró.
    Nunca más nadie los vio.
    Malania
    Imagen: C. J. V.
                                  
  • General

    SENTIDO SENTIDO

    Por mirarla desde lejos la grandeza de la luna parece cerca…

    Rarezas de estos tiempos en que las personas acostumbran a ignorar pequeñas cosas teniéndolas al alcance de sus ojos.

    Autor: Patricio Massa

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    Cuando era pequeña o en mi adolescencia, nunca di importancia a la luna ni a otras tantas criaturas de la naturaleza. No me detenía a observar y contemplar paisajes, quizás porque nadie me había enseñado o guiado a hacerlo.
    Pero pasado el tiempo, ya casada, nos sentábamos con mi esposo en la vereda para disfrutar de un buen mate al atardecer o antes de la cena para calmar el calor reinante, con una fresca cerveza. Disponíamos sendas silletas muy cómodas, de esas que hasta podía reclinarme y observar las estrellas. He podido ver caer algún meteorito cansado de estar prendido del cielo, como así también muchos satélites que surcaban el universo. Algunos iban muy rápido otros lentamente. Grupos de estrellas tintineaban acompañando a la luna o sin ella, lucían sus brillantes.
    La luna llena siempre ha sido fuente de inspiración de poetas. Pero muchas personas ignoran la belleza que nos regala la naturaleza: una flor, la sombra de un árbol, el lecho de un río o un angosto arroyo, una cascada o un ave. El canto de los pájaros al amanecer molesta a muchos, pero no nos damos cuenta que ellos alegran la vida. A veces gritan porque tienen hambre o sed. Si observáramos un poco más nuestro entorno, veríamos la vida de diferente manera. Quizás esas pequeñas cosas que ignoramos, podrían cambiar el tono de nuestro día gris para volverlo color rosa, o simplemente, más agradable y tranquilo.

    Malania

    Imágenes: R. S. y N. G.

  • General,  Relatos

    DE ENTRE CASA

    ¡Vamos!
    Hoy empieza un nuevo día.
    ¡Ánimo!
    Ya he dado mil vueltas en la cama antes de poner los pies en el piso.
    Y si no es eso, me pongo a mirar un rato el cielo raso buscando figuras dibujadas en la madera por orden de la naturaleza.
    A veces hablo sola, con las plantas, con las perras, con el perrito del vecino que quiere conquistar a la más chiquita de las mías cuando está en celo. Murmuro dando gracias por las cosas que me rodean, sobre todo por mis seis sentidos, sí, dije bien, seis. El de la intuición es por demás importante para escoger el camino correcto. Cuando desatiendo mi voz interior con seguridad caigo como un chorlito.
    Y pienso que es amargo no estar cerca, no poder verte, pero si desaparecieras sería mucho más dura mi vida. Es pensando en ti todas las mañanas, me doy cuerda y el día comienza con optimismo.
    No entiendo a aquellos que dicen que nada tienen que hacer. Siempre hay algo que hacer, algo útil para dar valor al día en que estamos.
    Mientras escribía escuché aplausos. No, no eran aplausos, era el hijo de otro vecino que llamaba para que le pasara la pelota. Juegan en la calle y de una fuerte patada el objeto redondo como la luna, vino a parar al patio de mi casa. Me pregunto cómo los padres de esos niños les permiten jugar en la calle.
    ¡Ánimo!  Ya comenzó un nuevo día.

    Malania

    Imagen de la red                                                                                                                

  • Haikus

    ORQUÍDEA DIFERENTE

    Flor del invierno,
    primavera o verano,
    ficticia o real.


    Fucsia o violeta
    esconde su perfume
    en tronco de árbol.


    Se abre con el sol
    se duerme con la luna.
    Abraza al árbol.

    Malania

    Imagen: M.J.T.

  • Poemas

    TODO TIENE SU RAZÓN

    Todo tiene su razón, el canto de un pájaro temprano en mi ventana,
    la luna y el sol, el viento que nos acaricia al pasar.

    Las mariposas, las criaturas del mar, las estrellas y la lluvia que riega la vegetación.

    El agua del río buscando el mar, el tiempo que pasa sin detenerse,
    los momentos hechos recuerdos.


    Los ríos y el mar buscando el océano, el día y la noche para trabajar y descansar.

    Todo tiene su razón así lo creo Dios con todo lo que existe,
    nada es y está en vano,  nuestra voz, con la cual podemos hablar. 

    Nuestros oídos para escuchar, nuestros ojos para ver, el olfato para recibir los aromas
    y nuestras manos como dulces creadoras.

    Aprendimos a amar, a ser feliz aunque no falten reveces que quieran cambiarnos,
    son pruebas que nos tocan vivir.

    Aprendimos a vivir a veces con sacrificio, a enfermarnos y sanarnos,
    a vivir días sinuosos y llanos.

    Todo tiene su razón y siempre lo tendrá, con el tiempo aprendemos lo que nos deja
    cada paso que damos, no nos rendimos jamás.

    Y si caemos, aprendemos a volver a levantarnos para continuar.

    Miguel Márquez

    Malania Nashki

    Imágenes propias y de R. E. Ch.

  • General

    AROMAS COMPARTIDOS

    En un mundo borroso del crepúsculo vespertino
    pasean los últimos claros de un día que está muriendo.

    Desde la lejanía del tiempo
    el aroma de café se despliega envolvente
    al ver una resquebrajada ausencia.

    Ella recuerda otras tazas de café,
    otras copas de agua mineral sin gas,
    en silencio desgastado y triste.

    Sus ojos van recorriendo palabra tras palabra
    pronunciadas con mimos intermedios.

    Ya no le importa cómo se presenta la noche,
    si habrá luna brillante o si será cerrada y oscura.

    El susurro del aire acaricia su oído,
    mientras desmenuza su melancolía
    embriagándola de los recuerdos
    de otras mañanas, de otras tardes
    de aquellos otros aromas compartidos.

    Malania
    Imagen: propia

  • Poesía

    ENTRE REJAS

    Desde el balcón la rosa miraba
    por unas rejas estaba acorralada.
    Su dueña la mezquinaba y cuidaba,  
    no quería que nadie la tocara.

    Cuando llovía la rosa lloraba
    para que nadie en la casa lo notara.
    Quería volar y escapar del viento
    que muchas veces la zamarreaba.

    Pero el día menos pensado
    a todos los enfrentó
    penetró por entre las rejas
    y tal cual era se mostró.

    Todos la acariciaron
    y por cada pétalo exhaló
    el más exquisito perfume
    que a todos les encantó.

    Desde ese día se convirtió
    en la fragante princesa,
    le hablaban y le cantaban
    hasta que la luna aparezca.

    La luna la iluminaba
    mientras la brisa nocturna la acunaba.
    Vivió la rosa por días y meses
    feliz, sin que nadie la dañara.

    Malania
    Imagen: M. J. T.