• Poemas

    EL CANTO DE HUMA

    Como frases musicales
    emergidas desde el fondo del bosque,
    atravesando el muro florecido
    cubierto de rosas,
    ella atravesó la ventana de cortinas azules,
    se posó sobre el sofá preferido
    y cantó con maullidos,
    como en rasguidos de guitarra
    en diferentes tonos,
    llamando la atención
    de su dueño y los vecinos.
    ¿Habrá sentido hambre o frío?
    ¿O quizás se vio perseguida
    por un gato no conocido?
    ¿O simplemente buscaba
    mimos y caricias con cariño?

    Imagen: M. J. T.

  • General

    SIMPLEMENTE HOY

    “me deleito en el placer de no pensar, ni formular preguntas ni esperar respuestas” lo escribió mi querida amiga Marina Collado Prieto en su presentación de la página Escritores y Letras, “Dormir o despertar”.

    Y es así,
    muchas veces cierro los ojos, no veo, no pienso, no hay nadie a mi alrededor, por lo tanto no habrá preguntas, ni tampoco  me pregunto nada, simplemente existo, disfruto del estar. Pero a la par nacen cosas maravillosas: una paz enorme que me envuelve, una música suave que viene desde no sé dónde, el canto de un grillo que busca a su pareja en la oscuridad de la noche o el trino de pájaros que me avisan que ya amaneció.
    Y me vuelvo a dormir, aunque sea por unos minutos más. Y sueño, algo que luego no recuerdo, pero que fue lindo, porque me despierto con una sonrisa.
    Y pienso en la postal que me enviaste, ilustración del crepúsculo en diagonal y en declive, en ese corazón que parece el agujero bajo un puente formado por un árbol caído, y el agua del río que refleja las copas multicolores de los árboles. Pienso y sonrío, sola con mi soledad pero feliz por vivir un día más. Y no pregunto nada, ni siquiera para saber por qué me enviaste esa postal con una cascada.
    Es hermosa y ya, ahí termina la cuestión. Porque no quiero pensar en el ayer, el presente es un hermoso regalo y no vale la pena desperdiciarlo.

    Malania.

    Imagen de la red. Gentileza de R. G.

  • Haikus

    DÍA GRIS

    (Haykus)

    Neblina baja
    entre el verde y grisáceo
    frío amanecer.

    Fuertes, erguidos
    los árboles cansados
    esperan al sol.

    Colchón de helechos
    húmedos permanecen
    por vida plena.

    Duermen los duendes
    con oídos atentos
    cuidan su entorno.

    Flota un misterio
    árboles custodiados
    duendes sin miedo.

    Imagen: R. E. Ch.



  • Poemas

    TRIGAL DE AMOR

    En el plancton de altamar
    nada una saeta,
    justo detrás
    de un frondoso trigal.
    Dichosa saeta
    que puede flotar
    con libre albedrío
    detrás del trigal.
    Su destino era otro
    un sitio infranqueable
    de amor imposible.
    Él y ella separados
    por un eco desvanecido
    de palabras sin sonido
    con sentimiento de misterio
    en el que estaban inmersos.
    Aun así, nunca sintieron
    que habían perdido las noches,
    algunas con lágrimas
    separados por lo imposible.
    El trigal era el refugio
    con senderos interiores
    con espigas como flores
    de aromas incomparables.

    Imagen: Mila G.

  • General

    EN ALAS DE ARCO IRIS

    Cuando de repente
    la angustia batalla
    en un  día otoñal
    que todo pinta gris,
    los claustros vacíos
    ecos de silencios
    toman la partida.
    Y mágicamente
    refulge el arco iris,
    presente en obsequio
    portando tu nombre,
    cargado de besos
    abrazos y caricias.
    Al abrir mis ojos
    percibo alborada,
    en bella sonrisa
    renuevas mi vida.
    Entonces sonrío,
    vuelve la realidad,
    colma fantasías,
    despejo el vacío y
    brota en mi alma henchida.
    ¡Gracias por estar!
    Imagen de la red.
  • General

    REFULGENTE

    Resplandece,
    ilumina,
    encandila.
    Es el rey de la naturaleza.
    Sin él no tendríamos
    ni luz, ni calor,
    no podríamos sentir
    el aroma de una flor.
    No pide permiso
    y traspasa fronteras
    se baña en el mar
    y en el río penetra.
    Refulge
    por entre las ramas,
    acariciando hojas
    se pasea.
    Y aunque las nubes
    estén opacas,
    ilumina el aire
    y las aceras.

    Imagen: M. J. T.

  • Minicuentos

    VIOLETAS DE VIOLETA

    Era la tercera hija del matrimonio y primera mujer. Se llamaba Violeta, muy  bonita, no tanto como una flor, pero no era fea. La afeaba su forma de ser.
    Un día se enojó con su madre y le arrojó una silla de madera dura, esa que su mismo padre había fabricado. Por suerte la mujer mayor pudo esquivarse y no le hizo daño, pero con la silla rompió dos vidrios de la ventana de la cocina que daba a la calle.
    En el pueblo no se conseguían y mientras tanto, para impedir que penetre el frío viento de invierno, su padre tapó los grandes agujeros provisoriamente con pedazos de madera.
    Esos ataques de nervios solía tener de tanto en tanto cuando su madre la reprendía por algún comportamiento fuera de lugar, o cuando pedía algo que no se le podía conceder.
    Había estudiado en una Escuela Profesional de Mujeres. Sabía confeccionar muy bien prendas a medida y con eso aportaba económicamente a su familia. Quizás ese era uno de los motivos de sus ataques.
    Violeta se casó, tuvo varios hijos. Pero su enfermedad de estrés incontrolable nunca pudo superar, y lo que hacía antes con su madre, también lo siguió haciendo con su marido e hijos. Fue siempre violenta y compulsiva.
    Su hermana menor nunca comprendió el motivo de esa forma de ser.
    A Violeta le gustaban las flores silvestres del color de su nombre.

    Imagen propia.

  • General

    ILUSIÓN ÓPTICA

    Escudriñaba cada matiz,
    anonadada
    ante el espectáculo inigualable.
    Entre las nubes una cara
    y un sol que opaco estaba.
    Entre las montañas una casa
    y los picos con nieve en avalancha.
    Un camino con barro, piedras,
    nieve y charcos, en señal
    de la lluvia de noches pasadas.
    En el arroyo un criadero
    de carpas doradas.
    Y a ambos lados el trigal
    que no se intimida
    ante el frío de las heladas,
    ofreciendo un espectáculo
    de colores incomparables. 

    Imagen: C. J. V.

  • General

    FLORES DE ABRIL

     

    Acaricia el viento las flores silvestres, 
    peinando a su paso la hierba menuda.
    Lleva silbidos del espartillo verde 
    deludiendo barreras hasta a la azuda,
    que en la corriente del imponente río
    rueda y rueda brindando agua a los sembríos.
     
    Imagen: propia
                                                                       
     
  • Poemas

    EXCELSO

    Los dos se apiñaron en el recodo,
    el frío arrancaba suspiros,
    mientras  ambos
    oteaban minuciosamente sus orillas
    para encender el fuego más íntimo.
    Así aguardaron el sol del mediodía.
    La claridad de una diferente jornada
    se techaba de blanco y oro
    con destellos plateados que refulgían
    del inigualable fulgor de sus cabellos claros
    sobre una dulce almohada
    y ensortijados hilos dorados
    bajo el manto estampado de las sábanas.
    El cielo se había encendido
    con reflejos de un sol mezquino.
    Imagen: C. J. V.