• Poesía

    JACARANDÁS

    En la arboleda donde el viento canta,
    el sol se filtra, tímido y dorado,
    y entre los árboles, su sombra encanta,
    un mundo verde, en paz, abrazado.

    Los jacarandás de flores violetas,
    pintan de sueños el cielo lejano,
    y sus pétalos, cual seda ligera,
    alfombran senderos desde muy temprano.

    En sus ramas, los pájaros se esconden,
    para romper la tristeza de hombres callados,
    con sus trinos del alma, al paisaje responden,
    al respirar de un jardín un poco olvidado.

    Así, entre árboles y flores en calma,
    la arboleda cubre de quietud los seres,
    y los jacarandás sus flores derraman,
    aliviando corazones con males de ayeres.

    Malania

    Imagen: de la red.

    Avenida de Buenos Aires

  • Poesía

    NUBES AL VUELO

    La tarde se va despacio
    y las nubes color fuego
    se despliegan en el horizonte
    con calor en días de enero.

    Junto al sol llevan las luces
    con ansias de andar caminos
    o de dormirse en la noche
    bajo los astros azules.

    En una tarde de enero
    quiero retener las nubes,
    pero al tiempo en un adiós
    la alegría se diluye.

    Malania

    Imagen propia

  • Prosa Poética

    DEJA LAS QUEJAS DE LADO

    No pienses solo en lo malo,
    guarda las quejas que no te dejan
    ver lo bueno y te hacen daño.

    No busques el mal donde no existe
    y tú lo creas a través de tu imaginación
    de manera errónea.

    Ten fe que Dios te iluminará
    y te hará entender al mundo.
    Solo pídele y sabrás diferenciar
    el bien del mal.

    Escúchale susurrarte:
    – Antes de una queja pídeme entendimiento
    y podrás entender mejor la vida.

    Autor: Miguel Márquez
    Imagen: Imagen de la red.

  • Poesía

    MAÑANITAS

    Qué se traerán entre manos
    las mañanitas de primavera
    ¿Y las cálidas del verano?…
    Entre azules y celestes,
    tal vez, rosa o chocolate.
    El despertar apresurado
    de un día que sorprende
    de un amarillo alfombrado
    y por el sol, tornasolado.
    Quedará atrás el sueño
    y el palpitar de la noche,
    ansiosos por descubrir
    emociones sin derroches.
    Proseguirán su función
    con renovada energía,
    se grabarán tus huellas
    con memorable alegría.

    Malania

    Imagen: gentileza de Rubén E. Ch.


  • Prosa Poética

    DISFRUTA

    Cuando un pájaro cante en tu ventana al amanecer escúchalo,
    sentirás la belleza que regala.

    Cuando el sol ilumine tus días deja que su luz te bañe,
    sigue andando por cada camino que te lleve en acierto y errores. 

    Disfruta lo que en tu vida está y no desanimes si algo sale mal,
    algo mejor vendrá después. 

    Déjate llevar por la alegría del momento,
    de andar sin tener miedo y disfruta, sé feliz.

    Autor: Miguel Márquez

    Imagen: Gentileza de M. Julián. T.

  • Poesía

    COLINAS

    Las colinas del amor
    son colinas de vida.
    Están en las estrellas
    o en el calor del sol.

    Trepa la colina de la vida,
    llénalas como quieras
    con pasión o con caricias,
    has que sean albricias.

    Cúbrelas con flores
    riégalas con miel
    que las colinas sientan
    amor al amanecer.


    Malania

    Imágenes propias

  • Haikus

    CANOA LEJANA

    Dos niñas juegan
    en el Río Paraná,
    nadie las cuida.

    O sí, las cuidan
    Dios, y la Madre Santa
    desde la orilla.

    Una canoa
    se divisa a lo lejos.
    El sol se esconde.

    Malania

    Imagen: Roxana E. S.

  • Cuentos

    EL LAGARTO

    Ella había terminado de limpiar la galería que da al patio de su casa y se disponía a preparar el almuerzo, cuando escuchó un ruido extraño, como si algo pesado se arrastrara por el suelo.
    Salió al patio por la puerta del frente y solo vio las ramas de los árboles que se movían con el viento. Volvió a ingresar a la casa, pero el ruido era cada vez más intenso. No convencida con lo que había visto antes, volvió a salir y al mirar detenidamente más de cerca, sus ojos no podían creer lo que veían. Hacia la casa, un enorme lagarto se arrastraba lentamente. Su piel gruesa y escamosa brillaba con el sol. Su cola larga se movía hacia un lado y otro como dando impulso a su recorrido. El movimiento de las plantas y el crujir de las hojas secas parecían acompañar su respiración. Sus ojos pequeños pero alertas la encandilaban, o al menos eso le parecía porque se le había helado la sangre.
    No sabía qué hacer, porque recordó que, según dichos de personas entendidas en la materia, si él se asustaba, para defenderse podría atacar.
    Permaneció inmóvil hasta que se animó a buscar el teléfono móvil que había dejado sobre la mesa. Lo filmó y fotografió; y como si eso lo hubiera disgustado, comenzó a sacar su larga lengua. Pero luego, ella se dio cuenta de que había hormiguitas y él las venía comiendo.
    Su desconcierto aumentaba, mientras el enorme animal empezó a recorrer la galería sacando su lengua para capturar algunos insectos que ella no veía.
    En vano fue su gran susto, porque el lagarto ajeno a su presencia, o quizás no, continuó disfrutando de su banquete. Moviéndose con una calma inquietante, dio un giro rápido y se deslizó hasta descender nuevamente al jardín. Desapareció entre las ramas pero el eco de sus pasos sobre el suelo de tierra parecía resonar en su cabeza.
    Su corazón  latía rápido y mientras cerraba la puerta de la casa, que suele mantener abierta por el intenso calor, se preguntaba qué haría en caso de que regresara. ¿Ya no podría mantener la puerta abierta? ¿Habrá sido esta una visita en busca de comida o tendrá su cueva en un sitio cercano?
    Cuando llegó su marido le comentó lo sucedido. Él con tranquilidad le dijo:
    – Es el lagarto Láser, nuestra vecina lo tenía de mascota. Ahora que se mudó a otra localidad, y no lo pudo llevar, vivirá buscando comida por los alrededores. Ojalá nadie le haga daño.
    Ella lo miró desconcertada porque nunca antes lo había visto.
    – La vecina lo tenía encerrado en una habitación y lo soltaba solo por las noches, es por eso que no lo habías visto antes- agregó el hombre.
    ¿Cuál será el destino del enorme Láser?

    Malania

    Imagen: Ramona M. T.

  • Cuentos

    COLIBRÍ TORNASOL

    En un atardecer tranquilo, el sol iba desapareciendo dejando prolongadas sombras sobre el patio y el jardín. El aroma de los jazmines se expandía por todo el cálido ambiente de primavera. En un rincón del patio, cercano adonde la joven estaba sentada, rompió la calma el suave ruido como si fuese de un diminuto ventilador. Era un pequeño colibrí que la visitaba.
    Tal vez cansado por la intensidad de su ajetreo, escogió ese lugar para descansar. Un cable y una rama le sirvieron de posada.
    Pero no le bastó posarse solamente sino que se le acercó para pedir mimos.
    Quizás estaba asustado, y la paz del lugar lo acogió en ese instante.
    Como si supiera que ella no le haría daño el colibrí permitió que lo tocara.
    Ella le acarició son suavidad el lomo y la pancita del pequeño y frágil pajarito. Su pecho brillaba como una joya mientras sus alas descansaban por un momento.  El colibrí en agradecimiento y con expresión tranquila y soñolienta, cerraba los ojitos al ser acariciado. Su pequeñez parecía ser un milagro de la naturaleza. El aire alrededor se llenó de una quietud especial.
    De pronto un leve estremecimiento recorrió sus alas pero no voló.
    En ese instante ella sintió una conexión profunda y especial como si el pequeño colibrí estuviera agradeciendo por ese momento de descanso.
    Un rayo de luz se filtró por entre las ramas del naranjo e iluminó su cuerpito, abrió los ojos, la miró con una expresión que contenía miles de historias.
    Luego, con un delicado batir de alas, se alejó, zumbando de nuevo por el jardín, como si nunca hubiera hecho una pausa.
    La joven mujer sintió una sensación de calma en el corazón. El patio y jardín volvían a su ritmo, pero el colibrí, aunque ya no estuviera, en su pequeño descanso había dejado una huella en el aire, un recordatorio de que, a veces, la belleza y la paz se encuentran en los momentos más simples y sencillos de la vida.

    Malania

    Imagen: Rosana M. B.

  • Poemas

    DEJA QUE CANTE EL PÁJARO

    Deja que cante el pájaro en tu ventana,
    que te despierte con alegría cada mañana. 

    Deja que el día comience lleno de belleza,
    con las ganas de siempre, disfruta un nuevo amanecer. 

    Deja que cante el pájaro, seguro te regalará su mejor concierto,
    tan solo disfruta.

    Sentirás el valor de estar vivo y a Dios agradecerás,
    su canto quedará en ti presente y  así feliz serás.

    Autor: Miguel Marquez
    Imagen: R. M. T.