• Prosa Poética

    NUBARRÓN

    Un nubarrón negro oscurecía el cielo. ¿Algún presagio?
    Pero… ¿Por qué empañar el momento?
    Ella era una señorita veleidosa.
    (Inconstante) Su carácter de geminiana la delataba.
    En el ambiente de familia numerosa no todo era felicidad, también había crueldad. 
    Él, tranquilo y enamorado, había llegado de su trabajo, ¿Para qué atormentarlo con dudas?  Con el paso de los días solo se daría cuenta y sacaría sus propias conclusiones. 
    Ella no sabía que él sentía un hueco en el centro del pecho, el dolor lo ahogaba. Él tampoco quería preocuparla. Eran pensamientos mágicos, con injusticia monumental. ¿Acaso presentía algo?
    Se había aferrado a ese amor sin esperanza. Se enamoró de la idea del amor, de la historia romántica. Había vivido una ópera cuyo desenlace podría ser trágico.
    Él notó que después de un tiempo, o a los pocos meses, la había invadido un torrente de energía como nunca había experimentado antes. Ella escuchaba sus palabras de consejero espiritual con el aire ausente, de una sorda, sin emoción.
    Pero sus días eran cambiantes, unos buenos y otros no tanto. ¿Era bipolar?
    Llegó el momento ideal en que todos habían ido a misa, ella aprovechó para fugarse sin rumbo fijo. Siempre quiso hacerlo, pero como nadie la entendería, decidió por sí sola sin contárselo a nadie, y se fue.
    Cuando él llegó y no encontró sus pertenencias, supo que la había perdido para siempre.
    El nubarrón se convirtió en lluvia de lágrimas y tormenta familiar dentro de su casa.

    Malania

    Imagen: propia


     







  • Relatos

    TIEMPOS DE CAMBIO

    Los tiempos cambian y a pesar de eso, cada momento es especial y amado por el que la vive
    o rechazado según las circunstancias. 
    Ella había aprendido a coser con su hermana mayor, Rosita.
    Cuando se casó se compró una máquina a pedal marca Godeco, de color marrón,
    con mueble de madera barnizada. 
    El sonido rítmico de la máquina de coser imitaba los ejercicios del piano, -eso que quiso estudiar y nunca pudo-  o de la máquina de escribir –que aprendió haciendo un curso de Dactilografía en una Academia a dos cuadras de su casa- o del teclado de la computadora, cosa que aprendió prácticamente sola.
    Por la noche, una vez terminada su labor profesional, -maestra y directora de escuela primaria-, se divertía con las telas y moldes de revista de corte y confección.
    Le gustaba confeccionar camisas, pantalones enteritos largos o los llamados bombachudos, y entre otras cosas, sabanitas y fundas para la cuna y baberos.  Al terminar una ropa para sus pequeños hijos sentía tanta satisfacción como la que siente hoy al acabar de escribir un poema, un relato o cualquier obra literaria, según la inspiración del momento.
    La pasión por la lectura y escritura la acompañan. Es su hobby favorito.
    Los tiempos cambian, pero todo se acomoda para bien. Es mi caso.
    Gracias a Dios y al Universo por tanto.

    Malania

    Imágenes de la red

  • Poesía

    EN SUS QUINCE AÑOS

    PARA MIA

    De parte de su abuela, con todo mi amor

    Han pasado muchas lunas, muchos soles,
    el tiempo no se ha notado entre canciones y colores.
    De repente, quince años —¡qué misterio tan callado!—
    y mi niña se ha hecho grande, sin que el tiempo haya avisado.

    Eres risa en la mañana, luz serena en el andar,
    una mezcla de ternura con el fuego de soñar.
    A veces callas bajito, con mirada de universo,
    otras, el mundo se alegra cuando ríes sin esfuerzo.

    Entre libros y voleibol, vas dejando tu señal,
    con coraje y con dulzura, con cariño sin igual.
    Buena hija, buena amiga, con tu corazón abierto,
    el amor que tú regalas siempre vuelve, siempre es cierto.

    Hoy tus quince son un canto, una flor que va a brotar,
    un camino que comienza con promesas de brillar.
    Y aunque crezcas y te alejes, lleva siempre en la memoria
    que este amor que yo te tengo… es eterno, es tuyo, es gloria.

    Estoy segura que desde el cielo
    tu abuela y tus abuelos sonríen al verte brillar,
    orgullosos de tu esencia, de tu forma de amar.
    Y yo, desde aquí cerquita, te abrazo con emoción,
    porque verte crecer, Mía, es mi mayor bendición.

    Sigue siendo buena hija, buena hermana, buena amiga,
    no dejes que el mundo apague esa luz que hay en tu vida.
    Sé valiente, sé tú misma, con tu alma generosa,
    que quien ama siempre encuentra la vida hermosa.

    Malania

    Imagen: Propia

  • Poemas

    SIMPLEMENTE TÚ

    ¿TODO para qué?
    ¿Si no te tengo?
    Te necesito
    en cuerpo y alma.
    En el tiempo
    y en el espacio,
    ahora, aquí,
    pero también a la distancia.
    ¡Es que te extraño tanto! …
    No puedo vivir
    sin verte tanto tiempo.
    No puedo vivir
    sin decirte que…
    TE AMO

    Malania

    Imagen: Propia

  • Poesía

    TODO AMARILLO

    Un camino muy largo,
    parecía ser un túnel,
    algo así como el túnel del tiempo.

    A lo lejos, ya casi al final
    se divisaba un inmenso faro.
    La luz era tan intensa
    que hasta en sus ojos se reflejaba.

    Se encendía fuertemente,
    y de a ratos, entre nubes titilaba.

    Muy despacito se consumía
    hasta que en lucecita
    muy pequeña, se convertía.

    Pero nunca se apagaba.
    Su corazón fuertemente latía,
    a que la siguiera, la empujaba.

    Entonces,
    corrió la niña, ligera, en la brisa
    por el camino hacia la playa,
    los pies descalzos, el alma tranquila,
    el sol la abraza, el mundo calla.

    A los lados, aromitos –espinillos-,
    como guardianes dorados del día,
    todo reluce, todo amarillo,
    también su vestido, también su alegría.

    A lo lejos, se encuentra el destino:
    entre espuma salada y reflejos fríos,
    el corazón duda entre dos caminos:
    se une en un beso el mar y el río.

    Y ella corre, danza, no se detiene,
    como si un sueño es lo que persigue,
    como si supiera que el tiempo viene
    a llevarse eso que el alma abriga.

    Malania

    Imágenes: Gentileza de Antonio M. N. y propia

  • Poesía

    TU MAR MI RÍO

    Tus ojos muy asombrados
    han fijado su mirada
    en el agua de la oleada
    de un mar embravecido.

    Que en día refulgente
    y actitud inexplicable
    borraba huellas adorables
    de pisadas en la arena.

    Tu cuerpo tendido a pleno
    sin contar labor alguna
    se tiñó dorado y bello
    borrando rastros del tiempo.

    En el otro extremo del Globo
    mis ojos muy absortos
    penetraron su mirada
    en muy apacible río.

    La brisa lo acariciaba
    meciéndolo en tierno lecho
    como mezquinando al tiempo
    para olvidar al frío invierno.

    Manaban miles burbujas
    de su cálido interior
    lo besaban y acariciaban
    con timidez y fulgor.

    Soñoliento y agobiado
    se extendía al fin el día
    tú, en la lejana España
    yo, en esta tierra querida.

    Si se unieran algún día
    mar y río, río y mar
    la bravura dormiría
    en brazos del río en paz.

    Malania

    Imágenes: propias

  • Relatos

    DÍA DE AYUNO Y ABSTINENCIA

    Durante mi infancia, en casa de mis padres, la Semana Santa tenía un silencio especial, como si el tiempo caminara más despacio, sin apuro.
    El día Viernes Santo nos despertábamos temprano, como casi todos los días, ya que dormir hasta tarde era de haraganes.
    Nos levantábamos y casi sin hablar, nos higienizábamos y uno a uno nos íbamos peinando sin mirarnos al espejo. El espejo, de hecho, estaba dado vuelta contra la pared desde la noche anterior. No era una prohibición explícita, pero sabíamos, mis dos hermanos y yo, que así tenía que ser. Mirarse era una forma de distraerse, de entrar en la vanidad, y ese día no era para eso.
    El desayuno era sencillo y calmo: té negro, fuerte y con muy poco azúcar, acompañado de galletas sin grasa y tostadas. Nos sentábamos juntos, pero no hablábamos. Cada uno tomaba el calor de la taza como si fuera algo sagrado.
    Durante el día comíamos solo si teníamos hambre, y lo hacíamos con un respeto casi ritual. Nada de carne, y ningún alimento de origen animal, ni siquiera caldo, porque ese día se encendía el fuego en la cocina a leña solamente para el té y el mate de la mañana. Las batatas al horno hechas la noche del Jueves Santo, llenaban la casa de un olor dulce y terroso, y la mandioca hervida también el día anterior—con apenas un poquito de sal— nos recordaba que la sencillez también puede ser abundancia. A veces, le poníamos un hilo de miel de caña, como un gesto pequeño de dulzura.
    Por la tarde, el maní tostado rompía un poco la quietud, con ese crujido que parecía más fuerte de lo que era. Y la palta, con azúcar por encima, tenía algo de postre secreto, aunque sabíamos que no era para celebrar, sino para acompañar el recogimiento.
    No se escuchaba música. Estaba prohibido, aunque nadie lo decía en voz alta. Y tampoco hablábamos fuerte. Las palabras eran pocas y suaves, como si alzarlas demasiado pudiera romper algo que no veíamos, pero sentíamos.
    Así pasaba el día. Con un ritmo distinto, casi suspendido. No era tristeza, tampoco alegría. Era otra cosa, un día de duelo. Una forma de respeto. Una manera de habitar el tiempo con cuidado.

    Malania

    Imagen: de la red

  • Poesía

    DÉJAME SENTIR

    Eres mi más profundo pensamiento,
    el tiempo que comparto,
    el sustento del día a día,
    la caricia que me deja el viento.
    Eso me lo dice el tiempo…
    Eres la luz que me abraza
    el canto del zorzal al amanecer
    el reflejo del amor en el espejo.

    Déjame sentirte más de la cuenta.
    Déjame mirarte de lejos,
    mírame la piel como se eriza
    cuando me escribes versos.
    Déjame un soplo suavecito
    en la intimidad de mis sueños.
    Déjame una lluvia de fuego
    y nadie más que tú
    se sumirá detrás de mi velo.

    Malania

    Imagen: Propia

  • Poesía

    CIUDAD AMADA

    Nací en esta tierra tucumana,
    ciudad que amo, que me vio crecer,
    con sus calles que cuentan historias
    y su gente, siempre dispuesta a volver.

    Al fondo, el cerro, guardián sereno,
    muestra su silueta bajo el sol del mediodía,
    y en su cima, un susurro de viento
    acaricia recuerdos, como una melodía.

    Los árboles en la plaza,
    testigos del paso de los años,
    bajo su sombra me pierdo,
    mientras el tiempo se hace lejano.

    Ciudad que amo, tierra de mis sueños,
    en cada rincón guardas una huella,
    y al fondo, los árboles, el cerro,
    y yo, eterno amante de tu belleza.

    Malania

    Imagen: Rubén E. Ch.

  • General

    MEDIR EL TIEMPO

    ¿Cómo podemos pretender medir el tiempo de igual modo para
    todos? Se lo ha planteado mi amiga Hanna.

    Es imposible medir el tiempo de igual modo para todos. No todos pueden correr con la misma velocidad, tampoco pueden aprender con la misma facilidad en un tiempo establecido. Suelo decir que soy de reacción tardía porque hay cosas que las entiendo y las asimilo quizás recién al otro día, o después de haber leído más de una vez un texto, o una frase.
    Hay personas que no necesitan de muchas explicaciones para comprender lo que debe hacer en un trabajo. En cambio otras sí, requieren que se les explique más de una vez. Y no es porque sea tonta, sino porque necesita de más tiempo para procesar la información.
    En un aula el profesor explica su clase. Luego entrega a cada uno de los alumnos una hoja con preguntas para que respondan sobre lo que él explicó. Al finalizar la hora, recoge las hojas para su corrección. El 50 por ciento de los alumnos respondieron a todas las preguntas, unos muy bien, otros no tanto. Pero los demás no alcanzaron a responder la totalidad del cuestionario. Quizás hayan necesitado de más tiempo para hacerlo.
    Otro ejemplo es el de los niños, unos comienzan a hablar perfectamente a muy corta edad. En cambio otros lo hacen más tarde.
    Y así como esos casos, podría nombrar muchos más. Cada cual tendrá experiencias válidas sobre este tema.

    Malania

    Imagen: de la red