• General

    UNA SEÑAL

    El pequeño búho escuchó que alguien dijo:
    – La vida es como un viaje.
    Quiso volar hacia el sol, lo había visto hacía apenas unos minutos antes.
    Miró al cielo para emprender su viaje y vivir la vida, pero se encontró con una nube gris que anunciaba tormenta y lluvia.
    Inclinó su cabeza como buscando al sol. Volvió a girar pero el astro rey se escondió. Entonces el búho pensó:
    – seguramente es una señal de la vida, no es el momento de emprender vuelo.
    Y desistió del intento de abrir sus alas y volar.

    Debemos estar siempre atentos a las circunstancias y a las señales que se nos presentan.
    Muchas veces por ir contra ellas, nos va mal y no logramos nuestro objetivo.
    Hay que darle “Tiempo al tiempo” y las cosas se van acomodando para bien.

    Malania

    Imágenes de la red y propia.

  • Relatos

    DESPUÉS DE LA SEQUÍA

    Por R. E. Ch.

    Volvió la lluvia a la ciudad, y también al campo, en Argentina, luego de tres años de sequía.
    Una amiga, en su blog, recordó su alegría de niña, cuando empezaba a caer la lluvia, que podía mirar hacia el cielo para sentir como esas primeras gotas frescas de la lluvia le acariciaban su cara, como nadie en el mundo. Y todo hasta que sus padres, le llamaban hacia dentro de su casa. Ella recordó mucho más…
    Sus recuerdos me hicieron recordar también mi infancia en mi querido Tucumán, y “¡LA LLUVIA!!!”. Aguaceros que, más que lluvia, respondían a lo que muchos decían: “Parece que se partió el cielo…” Y era algo así nomás. El agua caía a borbotones del cielo, en esas lluvias de verano, a media tarde, en la ciudad de mis amores. Ni entendía si era bueno para el campo, o para la ciudad. Quizás, siendo sólo un niño, esas cosas no pasaban por mi cabeza. Todo se trataba de disfrutar la maravilla de la lluvia, sin miedo, sin límites, sin frío, y sin fin.
    Tenía muchas aristas este festejo, y yo muy pocos años para pensar en otras cosas que no fuese la delicia de la invasión del agua, desde el cielo, sobre todo y sobre todos. Lo primero era poder mojarse con libertad, incluyendo las advertencias de mis mayores en la vereda de la casona y almacén de mis abuelos, en plena ciudad. Todos me cuidaban con un “¡No te mojes!…” pero, a la vez, yo leía en sus ojos la felicidad de verme disfrutar de la copiosa lluvia, en total libertad, sobre la vereda (quizás ellos de niños también lo habían hecho) y -alguna vez- me pareció ver una envidia buena al verme hacer algo que ellos querían, pero no podían por el “qué dirán”, como esos recuerdos de sus tiempos de niños, donde fueron completamente libres -en esa hermosa ignorancia que representa la niñez- de hacer cosas que hoy los mayores no pueden hacer.
    Pero si había algo más hermoso que la misma lluvia, era su final. Escampaba con rapidez, el cielo se ponía con una luminosidad rosada intensa, y la luz del sol era diferente: más pura, más nítida. Todas las cosas se veían con más claridad. Y no era porque el agua de lluvia había lavado los árboles, las veredas, los muros, la calle, y los autos. No, no, era otra cosa… era el aire que se había limpiado de cualquier impureza, y el arco iris entraba hasta los huesos.
    ¡Ni hablar de la mayor diversión después de la lluvia!
    La calle -aún con la buena pendiente natural de las calles de mi ciudad de Tucumán- estaba llena de agua, hasta la altura superior del cordón de la vereda. Si bien no me dejaban meter mis pies en el agua (y yo obedecía), la recompensa a mi obediencia era algo mucho mayor. Mis tíos (los del almacén, que siempre estaba abierto a esa hora), me hacían barquitos de papel, que yo dejaba caer al agua como una media cuadra arriba de “mi” vereda, para acompañarlos en el trayecto hasta llegar a la esquina (donde el agua desembocaba en aquella calle que cruzaba, llevándose toda el agua, y mi barco).

    Pero yo tenía más barcos. Era el sobrino mayor, el primer nieto, el adorado por todos. Al volver a la puerta del almacén, ya había no uno, sino tres barcos al menos, esperándome para navegar en la cuneta de la calle. A veces mis tíos los decoraban con una pajita de alfalfa, otras pegándole alguna cinta de algún color estridente, y llegué a tener hasta varios barcos con mi nombre inscripto en el mismo (como si fuese “un barco de verdad”).
    Cuando entendí que no hay barcos sin tripulación, la cosa se complicó un poco. Pero Tucumán, en su encantadora, abundante y espectacular fauna y flora, me daba también “tripulación” para “mi ARMADA”. El primero fue un grillo que, molesto porque la lluvia le había inundado su nido, salió enojado hacia la vereda, y aceptó ser el primer tripulante. Como sus gestos indicaban que no compartiría el privilegio de mi barco con nadie, lo dejé ir solo. Y allá partió. Lo seguí por tres cuartos de cuadra sobre mi calle, hasta la famosa esquina (Gral. Paz y Miguel Lillo), donde la última calle juntaba todas las aguas, y mis barcos “gambeteaban” las vías del tranvía al girar 90° para seguir su navegación al infinito. Yo despedí al capitán (el querido grillo) deseándole ¡Buena Suerte! en el mundo infinito al que el agua lo llevaría, y me volvía al almacén de mis abuelos, por otro barco, para crear una nueva epopeya con un barco nuevo, otra aventura diferente, con insectos diferentes capitaneando la nave.
    A veces fueron hormigas, otras, algún escarabajo distraído que la lluvia había bajado de algún árbol, y también recuerdo a aquellas langostas verdes de patas largas, a las que debía mojar en el agua de la calle para que aceptaran el comando de mi barco. Al estar ya encima y navegando, muchas de estas langostas no se animaban a saltar, aunque hubo una que saltó, alejándose a nado puro hacia el centro de la calle. Yo la dejé ir porque, a nadie hay que obligar a hacer lo que no quiere…

    Y así como mi querido amigo R.E.Ch. ha relatado las vivencias de su infancia, más de uno debe de tener anécdotas sobre episodios parecidos, durante o después de una refrescante lluvia.

    Malania.

    Imágenes de la red: Gentileza de R. E. Ch.

  • General

    CADA NOCHE

    Revirtió la sorna de sus días y como un trueno se subió a la tarima, pronunció su discurso en favor de la vida, descubrió su torso y mostró la gran cicatriz que bordeaba su corazón. La aparición de un especialista interrumpió su arrebato emocional. El omnisciente calmó el ánimo del momento discursivo y habló pausadamente: Seguramente muchos o no tantos…quizás…han tenido un lapsus a causa de ser un impulsivo fumador. Se sacó el saco, luego la camisa y de espaldas mostró el camino recorrido por el bisturí en aquél día que de urgencia lo internaron y lo llevaron directamente al quirófano. Se salvó porque no fue su día final. Después de haber zafado del mal trance tomó la vida con serenidad.
    Contemplaba cada noche la progresión minuciosa de la oscuridad sobre la ciudad.
    De pronto la recordó y en su mente brotó un pensamiento:
    “Me paso el tiempo tratando de crear magia mediante la poesía, cuando en realidad todo está casi al alcance de la mano, pero …. te vuelvo a perder”.
                                                                                                                           Malania
    Imagen de la red
  • General

    MI VOZ INTERIOR

    Anoche quise escribirte
    para decirte lo que siento,
    pero las sílabas y las palabras
    se detuvieron en el tiempo,
    prefirieron volar con el viento
    o tal vez navegar solitarias
    en  un raudo velero.
    Sin dejar dormir ni al mar
    nada se conjugaba.
     Tú te creías condenado,
    como un hombre pintado
    en un mural  desierto,
    con tus músculos y tus huesos
    entumecidos  por los sucesos,
    mientras el mar bullía
    contra la roca gris
    sin brindar ningún aliento.
    De pronto nació  tu  sonrisa
    como de un meteorito holístico
    caído de un horizonte pírico
    con tintes de poeta  impetuoso
    con la frescura del amanecer embellecido.
    Mi voz interior no cesa
    pero la sorna te envuelve
    en el pragmatismo de vida.
    Malania
    Imagen propia
  • Poesía

    LAS ROSAS DEL INGENIERO

    Blancas, fucsias y violetas
    rojas, matizadas y perlas
    las rosas del ingeniero
    a veces  llamado jardinero.

    De dos plantas abandonadas
    en una casa prestada
    eligió cuidadosamente
    los apropiados esquejes
    en luna cuarto creciente.

    Multiplicó las raíces
    y se extendieron las ramas
    ofreciendo ramilletes
    confundidas con retamas.

    Desde lejos se percibían
    los aromas del ambiente,
    las calles atomizadas
    con el rocío amanecido
    recibían al sol naciente.

    El ingeniero orgulloso
    de su ingeniosa obra
    al hermosear aquella casa
    en el tiempo abandonada  
    ahora sus rosas alberga  
    con su corazón de jardinero.

    Malania

    Imagen: R. M. T.

  • General

    PROPUESTA DE LIBERTAD

    Danzo en mis recuerdos y observo
    cómo esquiva los charcos, la gente
    mientras paseo
    bajo paraguas que camuflan soledades.
    La lluvia cae fría
    en cascada de incógnitas
    las gotas se estrellan y salpican.
    Cada persona es diferente
    mi curiosidad me invita a saber de ellas
    unos visten elegantes, indiferentes
    otros, con ropas viejas atenuantes
    del intenso y rudo frío reinante
    denotando en sus rostros mustios
    el vestigio de un tiempo olvidado.
    Quisiera tener la bola de cristal
    para adivinar sus pensamientos
    sus esperanzas y sus dolores cruentos.
    Saborear con él sus escasas alegrías
    sí, con él, porque también está allí
    viendo como el viento sacude
    las hojas de los árboles
    y alborota el humo del cigarro
    que lleva en su temblorosa mano.
    Mi pelo a la par del viento
    me sugiere una propuesta de libertad:
    “Llévame en tu equipaje de alegría
    mientras camuflados entre las nubes
    damos un paseo por las estrellas”.
    El despertar vuelve mis ojos hacia el ayer
    me hace danzar en la belleza de sus letras
    en palabras al amanecer
    de aquellos instantes impregnados
    en su fragancia aromática especiada
    y en la humedad de su piel
    confundida con la mía en la alborada.
    Malania
    Imagen: M. J. T.
                                                       
  • Relatos

    COMO COYUYO ENAMORADO

    ¿Por qué cantamos los tucumanos? POR AMOR, por supuesto…
    Es una historia que viene de lejos, de la infinita profundidad de tiempo. Y porque alguien nos enseñó que hay que tener esperanza: es el COYUYO. Aquí una historia, bien tucumana:
    Arrancó la primavera, y ya tenemos coyuyos enamorando coyuyas con su canto, en los árboles del parque más elegante de la ciudad capital del Tucumán.

    Quisiera contarle al mundo esta primicia exclusiva: Hoy, 3 de noviembre de 2016, alrededor de las 19 horas y en las inmediaciones del Parque 9 de Julio de la ciudad de Tucumán, más precisamente en la copa de sus frondosos y bellos árboles, el primer coyuyo de la temporada ha vuelto a cantar tras un largo silencio invernal.
    Su chirrido estridente despabiló a los transeúntes ocasionales que se miraron unos a otros diciendo: «ya se viene el verano, ya se viene el verano».
    Un porteño desprevenido que pasaba por el lugar, desconocedor de este insecto de cuerpo ovalado, verde oscuro, cabeza gruesa y ojos prominentes, típico del noroeste argentino, levantó las cejas mirando para todos lados, buscando algún aparato artificial de grandes dimensiones que se ven en las grandes capitales, preguntándose si acaso ese ruido ensordecedor no provenía de uno de esos cosos.
    El coyuyo, que en quechua significa «silbador», hace música con unas membranas llamadas timbales y sacos con aire que funcionan como cajas de resonancia, en la base del abdomen. El que canta es el coyuyo macho, ya que las hembras de esta especie carecen de este órgano productor de sonido. El coyuyo macho es un ser exquisitamente romántico, ya que canta por amor; canta para enamorar a la coyuya con la que luego tendrá sus hijitos.
    En Santiago del Estero, por ejemplo, este animalito gusta cantar en las horas de calor de la siesta, en los algarrobales. Hay quien le atribuye virtudes mágicas diciendo que al cantar ayuda a florecer al algarrobo. Lo cierto es que en Tucumán, con la llegada de los primeros calores, el coyuyo afina su voz al atardecer y canta por amor. Su música dura lo que el verano y sólo se interrumpe por mal tiempo. Con la llegada de los primeros días frescos del otoño, su voz se apagará para siempre. Entonces los transeúntes dirán: «Ya se ha ido el verano, se va con el coyuyo y el carnaval».
    Mientras tanto, la noticia más importante es esta: ya hay coyuyos enamorando coyuyas con su canto, en los árboles del parque más elegante de la ciudad. Quien quiera oír que oiga. Es al atardecer. Y es gratuito.

    Texto gentileza de R. E. Ch.

    Imagen de la red.

    Otro tipo de coyuyo, el de EEUU
  • General

    DÍAS FRÍOS DE JULIO O DICIEMBRE

    Los días horizontales de julio
    o de diciembre
    (según sea Oriente u Occidente)
    se convierten  en turbias jornadas
    con rumores de limo volcánico.
    Un reguero de polvo radiante
    indica que todo ha cambiado.
    Los amaneceres se ven demorados
    por lunas de cenizas y lluvias heladas.
    Hasta las papas se muestran nevadas
    y los caracoles adormilan
    bajo el colchón de hojas
    que el otoño les ha regalado.
    Muchedumbre embrutecida
    por la ventisca del mediodía
    buscan la acera del sol ausente.
    Nadie reconoce los ojos del desencanto
    los labios ansiosos, la mano agitada
    que va diciendo adioses sin destino concreto
    desde una puerta entreabierta
    tan fría como la misma nieve.
    Los gorriones más atrevidos
    se congelan en un último aleteo
    con sus picos abiertos,  implorando
    que volviera el buen tiempo.
    Los pelícanos amontonados
    a la vuelta de la esquina
    se transmiten el calor del cuerpo
    enmarañando su plumaje entre ellos.
    Desde una ventana de cristales mustios
    él observa su cruel destino de auto presidiario.
    Pero no temas…aquí estoy…una voz de luz repite
    “no temas…aquí estoy
    y aunque el mundo congele tus  huesos
    y en silencio  opaque  tus besos
    Yo seré por siempre tu celda ardiente”
    Tu voz en mí. En mí, vos, por siempre vos.
    Malania
    Imagen de la red.
  • General

    NAVIDAD 2022

    ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA NAVIDAD

    (De Escritores.org.)

    La palabra Navidad tiene un mismo origen en todas las lenguas romances. Según la RAE navidad procede del latín tardío “nativitas, -atis”, que significa  nacimiento. Lo define tanto como la festividad anual en la que se conmemora el nacimiento de Jesucristo, pero también, por extensión, como el tiempo comprendido entre Nochebuena y la festividad de los Reyes Magos.

    La palabra Navidad tiene su origen en el vocablo latino “nativitas” que proviene del verbo “nascor” (nacer), de raíz indoeuropea.

    En otras lenguas de origen latino como el portugués, el italiano, el catalán o el gallego la etimología es muy similar pero en estos casos proviene de la expresión “diem natalem Christi” (el día del nacimiento de Cristo), y deriva en  “Natal” (portugués), “Natale” (italiano) o “Nadal” (catalán y gallego).

    En francés Navidad es Noël, y está documentada su aparición en el SXII como “Noelen” en los manuscritos del monje Philippe de Thaon.

    En las lenguas germánicas el origen es distinto, en alemán se dice “Weihnachten”.”Weih” es una corrupción del vocablo germano wi?ja o wiha, que significa sagrado, y “nachten” significa noche, por lo que sería traducido como Noche sagrada.

    En inglés, en cambio es “Christmas”, el vocablo procede de la expresión “Cristes mæsse” (Misa de Cristo) y de ahí evolucionó a “Christ’s Mass”.

     Fuente: © Escritores.org.

    De acuerdo a esta información, cada uno de nosotros sabrá cómo festejar ese día, cómo adornar el ambiente donde vivimos, si alcanza solo con armar el árbol de Navidad o también el Pesebre. Si los que podemos compartir la mesa de la Nochebuena recordamos qué estamos festejando o simplemente nos preocupamos de satisfacer nuestro estómago comiendo y bebiendo lo que más nos gusta. De todos modos creo que todos agradecemos a Dios por tener alimentos para compartir, como ser, el tradicional pan dulce navideño.
    De mi parte, tengo que dar GRACIAS a Dios y también a la vida, por permitirme compartir en paz, armonía y mucha alegría con mis hijos, nueras, nietas y familiares de mis nueras, que también son como de la familia.
    Es mi gran deseo que reine la PAZ y la ARMONÍA en todos los hogares del mundo no solo en este tiempo navideño sino todo el año. La alegría es salud. Que nunca falte el pan diario en cada mesa familiar.

    FELIZ NAVIDAD 2022.

    Malania.

  • General

    EN EL MEDIO DE LA CHINA

    Tendida y somnolienta
    en la orilla de mi cama
    despiertan mis pensamientos
    con una melodía suave
    sin esperar que nadie
    sople una flauta o una quena
    ni rasgue de un violín las cuerdas
    ni tampoco una guitarra.
    Una bella excursión melancólica
    apareció enseguida
    como si hubiese estado
    en medio de la República China
    sin saber si era popular
    o era un infierno la misma.
    Escuché una música
    solitaria y silenciosa
    muda y encantadora
    yo cantaba y él me escuchaba.
    Muy atento  percibió
    la excitación en mi voz
    su rostro se volvió delicioso
    cuando un halo de extrañeza
    se apoderó de mis huesos
    de mi carne y de mi piel.
    De una manera extraña surgió
    todo  lo antiguo y lo nuevo
    el placer y el dolor viajero
    la alegría encantadora
    y el temor con un temblor.
    En un ambiente tranquilo
    de paz y de lucha guerrera
    algo así como el estar
    en el cielo y a la vez en la tierra
    todo al mismo tiempo.
    Fue una mezcla de frío
    y de calor intenso.
    Malania
    Imagen de la red