ASÍ ESTÁ…
Cegado en su quietud
sin ánimo de proeza
dormita bajo el alpendre
el guardián prodigioso,
junto a su amo rabioso
porque sufre en la pobreza.
Y no es que le falte comida
ni tampoco las monedas.
Lo que le falta es cariño
a quién decir “te quiero”
y tener a quién amar
para poderla besar
en madrugadas de invierno.
Sin amor vive hace tiempo
y su mascota lo siente
cuando lo escucha llorar
en madrugadas de soledad
o cuando ve el sol poniente.Malania
Imagen: J. G. T.
RÍO Y LAGO
Entre palmeras
río y lago se funden.
Bailan bajo el sol.Enamoradas
las cuerdas de guitarra
nunca se callan.Sin perder tiempo
los mosquitos en coro
pican y cantan.Malania
Imagen: N. G.
EMOCIONES NEGATIVAS
CÓMO LIBERARLAS
Para leer y reflexionar:
“Dos personas han vivido en ti durante toda tu vida, una es el ego parlanchín, exigente, histérico, calculador y la otra es tu ser espiritual oculto cuya queda voz de sabiduría rara vez has oído o atendido. A medida que vayas escuchando cada vez más las enseñanzas, las contemples y las integres en tu propia vida, tu voz interior, tu sabiduría innata de discernimiento, que en budismo denominamos “percepción selectiva” despertará y se fortalecerá y empezarás a distinguir entre su guía y las diversas, glamorosas y cautivadoras voces del ego. Volverá a ti el recuerdo de tu verdadera naturaleza, en todo su esplendor y confianza.
Comprobarás, en realidad, que has puesto al descubierto en ti mismo tu propio guía sabio. Puesto que este o esta guía te conoce a fondo, ya que él o ella eres tú mismo, está en condiciones de ayudarte a salvar, con creciente claridad y humor, todas las dificultades de tus pensamientos y emociones. Tu guía puede ser también una presencia continua, alegre, tierna, provocativa a veces, que siempre sabe qué es lo que más te conviene, y te ayuda a encontrar cada vez más salidas a tu obsesión por tus confusas emociones y reacciones habituales. Conforme la voz de tu percepción selectiva se haga más y más fuerte y clara, empezarás a distinguir entre la verdad de esa voz y los variados engaños del ego, y podrás escucharla con discernimiento y confianza.
Cuando más a menudo escuches a ese guía sabio, más fácil te resultará cambiar tus estados de ánimo negativos, ver más allá de ellos, e incluso reírte de ellos como los dramas absurdos e ilusiones ridículas que en realidad son. Poco a poco te irás viendo capaz de liberarte cada vez más deprisa de las emociones oscuras que han gobernado tu vida, y esta capacidad es el milagro más grande de todos”.
ESTA VIDA. EL BARDO NATURAL
Texto: de “El libro tibetano de la vida y de la muerte”. Dalai Lama
Imagen: R. E. Ch.
RECOMENZAR
Cansado de la monotonía diaria, la tristeza corrosiva, la ácida nostalgia, de la esclavitud de las manecillas del antiguo reloj, que por más que lo quisiese callar, cada minuto sonaba con mayor intensidad, decidió colocar los recuerdos bajo la lluvia para que la erosión se apoderara de todo aquello que existió pero que ya no quería más. Entonces decidió que era momento propicio para:
RECOMENZAR.
Y así fue que escribió, para sí mismo y para el mundo:
“Estaba necesitando hacer una limpieza en su mí…
Tirar algunos pensamientos indeseados.
Lavar algunos tesoros que estaban medio oxidados.
Entonces saqué, del fondo de las gavetas, recuerdos que no uso y no quiero más:
Tiré algunos sueños, algunas ilusiones…
Sonrisas que nunca di.
Tiré la rabia y el rencor de las flores marchitas que estaban dentro de un libro que nunca leí.
Miré qué necesitaba para mis sonrisas futuras y las alegrías pretendidas, y lo que me pareció encontrar lo coloqué en un cantito, bien ordenado (con la música nunca se sabe).
Saqué todo del armario y lo fui tirando al suelo.
Pasiones escondidas, deseos reprimidos. Heridas de un amigo, recuerdos de un día triste. Muchas traiciones de mujeres (supongo que es mi estigma: si no estás dispuesto a traicionar a nadie, hay que estar listo para recibir traiciones de todo tipo). Nunca lo entendí.
Pero también encontré otras cosas y muy bellas, como: Un pajarito cantando en mi ventana, aquella luna color plata, el momento de una puesta del sol, o una mariposa posada en una flor.
Me fui asombrando, encantando y distrayendo, mirando cada uno de aquellos recuerdos.
Arrojé en el cesto, los restos del último amor, el que más me hirió, porque sentía que había hecho más que todas las otras veces para llegar a algo, y se desarmó violentamente (cuando yo soy cero en violencia).
Tomé las palabras de rabia y de dolor que estaban en un estante, las tiré en el mismo instante.
Hay otras cosas que aún me hieren… veré que hago con ellas. No es fácil definir todo de una sola vez.
Fue en aquella gaveta en la que uno guarda lo que es más importante, el amor, la alegría, las sonrisas, un dedito de Fe, para los momentos en que se necesite.
Recogí con cariño el amor encontrado, doblé ordenaditos los deseos, coloqué perfume en la esperanza, pasé un pañito en el estante de mis metas, y las dejé a la vista, para no olvidarlas.
Coloqué en los estantes de abajo, algunos recuerdos de infancia.
En la gaveta más alta, las de mi juventud y colgado bien frente a mí, coloqué las de mi capacidad de amar y principalmente las de RECOMENZAR…”Autor: R. E. Ch.
Imagen: R. E. Ch.
UNO DE LOS OCHO
Mientras en el exterior resonaban voces de niños y adolescentes, él no participaba ni nunca antes pudo participar del jolgorio por las calles de su pueblo como lo hacían otros. El viento acompañaba el eco de risas y murmullos que le tocaban el corazón pero sin entristecerlo.
Su madre le había contado historias de su humilde y sufrida niñez y juventud mientras lavaba ropa bajo un árbol de aguacate (en Argentina se lo llama palta); y cuando los días se presentaban muy fríos, se sentaban en banquitos de madera junto al fogón, mientras en una olla, quemada por fuera por el uso diario, hervían las verduras con trozos de “puchero” que había conseguido muy temprano en la carnicería del barrio.
Uno de esos días soleados mientras la mujer lavaba ropas, cayó una palta enorme sobre la cabeza de su hermanito menor y lo dejó medio atontado. Con urgencia lo llevaron al hospital cercano y luego de ser examinado fue medicado y dado de alta. Por suerte no fue nada grave pero podría haber sido peor. Su padre se encargó de hacer una pequeña enramada para proteger de la caída de las frutas. Esas paltas eran tan ricas que hasta los perros comían cuando los habitantes de la casa se descuidaban. Los pájaros cantaban con alegría cada vez que las frutas maduraban aun estando en el árbol. Y los gatos se subían a las ramas buscando cazar pájaros y también por las frutas.
Una tormenta muy fuerte hizo volar el techo de la casa y fue entonces que el intendente del lugar se ocupó de proveerles de chapas nuevas para arreglar ese hogar que albergaba a ocho niños.
Durante los días de lluvia la madre amasaba y preparaba pequeñas tortas fritas para el desayuno y la merienda que acompañaban con mate cocido, una rica infusión de yerba mate con miel o azúcar. No conocían el café y menos el chocolate. Muy pocas veces lo tomaban con leche. Otros días elaboraba pan casero ya que los costos eran menores. No podía malgastar ni un centavo, sus ingresos económicos eran escasos.
Al mayor de sus hijos lo llamaban “Chopinga”, Chopi, Jopi o Pinga, no por el pájaro. Tampoco por su origen porque no era africano.
“Chopinga” viene del chichewa o chinyanja, idioma nacional oficial de Malaui; es una lengua hablada en el centro y sur de África. En español significa “Obstáculo”. Quién sabe si los que lo apodaron así lo veían como un obstáculo vaya uno a saber por qué. Aunque él se sentía uno más entre tantos niños de su edad, mucha gente lo veía diferente. Quizás le sobraban las palabras o tal vez el sonido del silencio interior envolvía su mudo corazón. ¿Sería por falta de amor?
Cuando iba a la escuela primaria faltaba mucho por varios motivos que podamos imaginar: falta de ropa y calzados, falta de útiles escolares, o por tener que quedar al cuidado de sus hermanos menores mientras sus padres salían a trabajar. Por ese motivo había repetido varios años.
Su madre se desempeñaba como empleada doméstica y su padre sin trabajo fijo era “changarín”. Cuando se enfermó, Chopi tuvo que salir a buscar trabajo a edad temprana.
Concurría a la escuela en horario de la tarde y por la mañana ayudaba en una panadería a cargar pan en bolsitas para la venta en los almacenes. A veces también lo hacía a la salida de la escuela.
Un día de mucho frío se quedó a dormir en “la cuadra”, -así llamaban al lugar de elaboración de pan-, sin que el dueño del local se diera cuenta. Al amanecer del día siguiente el jefe del grupo de panaderos ingresó al lugar para comenzar la tarea diaria y se encontró con el jovencito durmiendo sobre la pila de bolsas de harina.
– ¿Qué haces aquí? -le preguntó el hombre.
– En mi casa hace mucho frío y no tenemos suficientes mantas como para taparnos, por eso me escondí para que no me vieran y me quedé a dormir aquí que hace calor –respondió con vergüenza y por miedo a ser reprendido.La cuadra permanecía tibia toda la noche, porque el horno de unos veinte metros cuadrados, construído con ladrillos refractarios, conservaba alta temperatura y él se sentía más a gusto sobre la pila de bolsas de harina que en su fría casa.
Desde ese día, el dueño de la panadería, enterado del caso, lo invitó a que se quedara a dormir en su casa junto a sus cuatro hijos todos más pequeños que él. Gustoso, Valeriano, -ese era su verdadero nombre-, se quedó no solo a dormir sino a vivir con su patrón que fue como un padre para él. Los cuatro niños lo adoptaron como hermano y tanto el hombre como su esposa lo trataron como un hijo más. Cada semana iba a visitar a sus padres biológicos y a sus hermanos, los ayudaba, pero siempre volvía adonde había calor de hogar. Uno de sus hermanos se encargaba de buscar una bolsa de pan todos los días para llevar a su casa.
A pesar de las múltiples peripecias vividas a lo largo de su infancia, adolescencia y juventud, hoy como adulto afirma:“Son dulces recuerdos de distintos momentos de la vida, dulces nostalgias que permite la apacible serenidad en la que el alma se mece rodeada de recuerdos, seleccionando de entre todos los más hermosos, los que pervivirán por siempre acomodados en un rincón de mi corazón, entre la paz del silencio y la inexistencia del tiempo.”
Autora: Elsa Paulina Luchechen
Pseudónimo: Malania Nashki
CARICIAS DEL SOL
He vivido pendiente de ti
también he sufrido tu ausencia
pero he gozado con tu presencia
con tus versos y poemas
escritos con tus manos
intercalados con el aroma
del café y el cigarrillo
en madrugadas de insomnio
o en horas trasnochadas
sin música, sin brillo.
Letras que eran, son y serán
caricias al corazón, a la vida
al amor y al desamor.
Pese a tu ausencia
el adiós nunca existió
solo cartas sin respuestas
olvidadas en algún rincón.
En calladas madrugadas
el tic tac del reloj
presumido me despierta.
Hoy me acaricia el sol.Malania
Imagen: J. A. T.
HUMO Y CAFÉ
No puedo escuchar tu voz
a cambio, leo tus palabras
y con ellas siento
el latido de tu corazón
florecido en poemas
amanecidos en una alcoba
impregnada por las líneas
grises y finas
de un silencioso cigarrillo.
Un café humeante
recién preparado
calienta tus manos
esas que un día
me dieron tibieza
y mucho amor.Malania Imagen de la red
HAIKUS XII
Boca de un árbol
tallado por un amor
espera un beso.En su corteza
enamorada del sol
bailan los duendes.Los días corren
entre muros y verjas
las ramas crecen.Malania
Imagen: J. A. (España)
EL VIEJO CUADERNO DE POEMAS
Un árbol de lapacho, una flor, un ave o cualquier otro animal, el ocaso o la aurora boreal, el río revoltoso o el gigantesco mar. Y la lista puede continuar, con aquello que hace bastante tiempo me inspiraron a escribir versos y poesías de las de antes, (y por qué no de ahora también) con versos de métrica perfecta y rima asonante o consonante, porque así eran las poesías formales y clásicas. Fueron mis primeras poesías escritas en un cuaderno, para ocupar el tiempo los días de lluvia en una escuela de campo.
Sin que me diera cuenta, el cuaderno venía siendo espiado por alguien que no le gustaba escribir, leer poesías ni poemas, porque tampoco le gustaba la asignatura de las letras.
Convivíamos y nos llevábamos muy bien. Cuando me di cuenta que lo que yo escribía provocaba dudas y celos, no hubo más inspiración ni tampoco, quizás por egoísmo natura o por amor propio, no quise explicar cuál era el motivo de mis escritos. Ni sabía si había un motivo, solo escribía. Era feliz haciéndolo, me sentía plena.
Un día me enojé conmigo misma, arrojé el cuaderno al termo tanque y lo quemé. Algunas letras evocando el amor latente o ausente, también se murieron incineradas.
Por supuesto que hasta el día de hoy me arrepiento de aquel arrebato a mi inspiración, ya que nunca más recuperé lo que había escrito. El fuego todo lo destruyó y mis deseos de seguir escribiendo se volvieron cenizas por mucho tiempo. Me arrepiento de no haber sabido enfrentar la situación.
Pero siempre hay un después, capaz de hacer surgir una llama que, por más pequeña que sea, vuelve a dar luz a un corazón solitario y enamorado de la vida para poder volver a escribir.
Hoy dos búhos ilustran mi escrito porque me dan mucha ternura viéndolos juntos y armónicos. Me transmiten amor y paz.Malania
Imagen: R. E. Ch.
ENTRE CLARO Y OSCURO
En medio de un desorden
entre calor y frío
era difícil diferenciar
si existía amor
o solo deseo desvalido.
No había claridad
en los días que corrían
a veces las horas
pasaban normalmente
entre lo real y lo ficticio,
entre lo estático y lo dinámico,
entre la verdad y la mentira.
Pero lo ficticio, lo estático y la mentira,
me sumían en un negro escepticismo.
El caos del vacío del amor
muchas veces carente de pasión
hace sentir
la ausencia de alguien,
la soledad disfrazada de piedra fundamental
con raíces profundas de autosuficiencia.¿Cómo discernir entre lo verdadero y lo falso?
¿Cómo distinguir si ese beso lleno de pasión
significa la bienvenida de un comienzo
o la despedida de un final?
Hoy, el saberte lejos
hace temblar la ascensión del amor
intoxicado en el vacío del tiempo
dudando de si algún día
tu presencia se volverá realidad.Malania
Imagen de la red.