SOLITARIA Y PERFECTA
A María Magdalena la llamaban Mary. Era modista y peluquera profesional en un pueblo pequeño donde había nacido. Vivía con sus padres, nunca tuvo pareja y casi no tenía amigos porque su madre era muy celosa y selectiva. Mary era muy insegura y todo lo consultaba con ella. Su padre no aportaba opinión porque si lo hacía, las mujeres igual “siempre salían con la suya”.
Por esas cosas de la vida, Mary, ya adulta se quedó sola. Sus dos hermanos habían formado cada uno su familia y no vivían cerca.
Se dedicó de lleno a su profesión pero con la aparición de nuevas peluqueras y modistas, de a poco fue perdiendo clientes a causa de que nunca se había perfeccionado. Como le gustaban las plantas cuando no tenía trabajo en su taller, se dedicaba a la jardinería. Le gustaban todas las plantas, con o sin flores. Les hablaba cuando las regaba y siempre recorría los senderos de su jardín para controlar plagas o insectos que pudieran estar por ahí como intrusos.
Un día Mary enfermó y tuvieron que internarla en un sanatorio. Una amiga cuidaba de todas plantas, pero como todo ser vivo, percibían la ausencia de su dueña. Algunas se marchitaron, de otras se secaban las hojas, y otras se negaban a abrir sus pimpollos y se caían sin esperar a que se desplieguen sus pétalos. Así fue una y otra vez, porque Mary mejoraba, regresaba a su casa pero volvía a decaer. La depresión la fue absorbiendo y lo único que la mantenía viva eran esas plantas, sobre todas aquellas que se conservaban lozanas. Una de ellas era esa rosa amarilla que había plantado ante su ventana. Ella no paraba de florecer y alimentaba, por momentos, el buen ánimo. Casi siempre le arrancaba una sonrisa cuando corría la cortina en las mañanas tardías.
Mary ya no está entre nosotros. La persiana se levanta todos los días para ventilar la casa y permitir la entrada de los rayos del sol. Hoy la casa pertenece a otra familia, y la rosa sigue viviendo como esperando ver a Mary a través de la ventana para escuchar el canto de su cariñosa voz.Malania
Imagen: gentileza de R. E. Ch.
HASTA LUEGO
No me extrañesno me juzguesserá breve mi ausenciapero es necesariono atarse a las pertenencias.¿Acaso alguien me pertenece?nada más erróneo que esotodo es inciertoni las cosasni siquiera mis manoso sí, por ahora.Te envío un gran abrazopor si acasomi ausenciadure más de lo previsto.También adjuntoun pedazo de cielo azulese que tanto te agradacon el que tanto sueñasaunque no me digas nada.Yo lo prefiero dorado.MalaniaImagen: J. A. T.AROMAS COMPARTIDOS
En un mundo borroso del crepúsculo vespertino
pasean los últimos claros de un día que está muriendo.
Desde la lejanía del tiempo
el aroma de café se despliega envolvente
al ver una resquebrajada ausencia.
Ella recuerda otras tazas de café,
otras copas de agua mineral sin gas,
en silencio desgastado y triste.
Sus ojos van recorriendo palabra tras palabra
pronunciadas con mimos intermedios.
Ya no le importa cómo se presenta la noche,
si habrá luna brillante o si será cerrada y oscura.
El susurro del aire acaricia su oído,
mientras desmenuza su melancolía
embriagándola de los recuerdos
de otras mañanas, de otras tardes
de aquellos otros aromas compartidos.Malania
Imagen: propiaSOL Y LETRAS
En mis momentos de ocio aprovechaba para leer y releer sus poemas, sus poesías, cerraba los ojos me llenaba de su aroma.
Solo aspirando la fragancia de sus letras me sentía feliz, mientras esperaba el momento justo para fotografiar un nuevo amanecer, distinto cada día.
El sol se peinó en el mar y lo tiñó con su color brillante, mezcla de aire sereno y el eco de la risa de los peces en movimiento, apareándose al compás de las olas.
Era hora de emprender la caminata. En uno de los surcos, señal del paso de alguna bicicleta madrugadora, un hilo rojo inventando su ausencia.MalaniaImagen propiaEN ALGÚN LUGAR
La noche volvió a serenarse.Una vez más los coloresbrillan por su ausencia,no hay azules ni rosasni bellos anaranjados,solamente una tenue luzdesde lo lejosme invita a creerque la ciudad está despiertay que en algún lugarcon un cigarro encendido,una taza de café humeante,sumido en las páginasde algún olvidado libro,despierto estás tú.MalaniaImagen: PropiaAUSENCIA
Hoy no vino su maestra. El niño se entristece, y llora en silencio. Apoya sus manos en el marco de la
ventana y sus lágrimas se confunden con el agua de lluvia. Está solo en el aula, no quiere ir con otra maestra. Es que ayer faltó y no se enteró que la seño hoy no vendría. Su madre lo trajo hasta el portón de la escuela y lo dejó. Lo pasará a buscar a mediodía. La directora le preguntó por qué no quiere ir con la otra maestra, la que atiende a niños de una sección paralela. Él lloró más aun, y cuando se tranquilizó explicó que los alumnos del otro grado se ríen de él porque es petizo y gordito, le hacen bullying.
La directora lo llevó consigo y le dio tareas para que complete y estudie. Los niños se reían porque pensaron que Pedrito estaba de penitencia. Es que nadie va a la dirección a estudiar, dijeron.El bullying es un tema que se debe tratar en todas las esferas de Educación para que esté reglamentado y se pueda evitar que siga ocurriendo este tipo de actitudes, y no solamente en la escuela primaria sino en todos los niveles.MalaniaImagen de la redDESDE AQUÍ…
En cálida mañana
con serenidad plena
recuerdo tu ausencia,
tus besos, tu calma,
la que cubre mi alma
de estado placentero.
Y en la lejanía
me colmas con besos.Malania
Imagen propia
SIEMPRE TÚ
HAIKUS XIX
En tus ausencias
se opacan las estrellas.
Llora la aurora.Cuando apareces,
juegan las mariposas
por las mañanas.Las aguas turbias
se vuelven azuladas.
Desaparecen.Malania
Imagen propia.
COMO SAUCE
Silencio eterno, sepulcral. ¿Él la hacía culpable de la muerte de un ángel? ¿Tendrá algo que ver? Ella desconocía los motivos de su ausencia. Él colocó duras barreras como para no verla desde su cima, aunque no se daba cuenta que ya no era sino un profundo pozo en el que se había sumergido para no verla, para no sentir de cerca la verdad del amor que los envolvía. Porque él también la quería, pero a pesar de eso la había hecho culpable; a alguien había que echarle la culpa, ¿no?
La frecuentaba… y ¿era pecado?. Prefirió dejar de sentir su aroma, sus manos untadas en aceite de almendras vagando suavemente por los surcos de su espalda, viajando hasta los más recónditos poros de su cuerpo. Porque también él se sentía culpable por no haber dicho no desde un principio, a ese amor que era imposible que perdurara. Ella se iría algún día, otros amaneceres la esperaban. Él no podía ofrecerle techo porque el que tenía ya estaba ocupado, habitado por aromas de alguien que a él no lo llenaba.
Prefirió establecer barreras, esas que tienden a congelar el amor para mantenerlo intacto, y lo logró. Ella se fue y no lo olvida, ¿Cómo olvidar? Y aún así, ¿él la hace culpable? es que lo delata su eterno silencio.
Estela todavía siente que lo ama, extraña sus saludos madrugados, sus mensajes cotidianos. Es que no hay ni habrá otro igual, es único. ¿Ella será culpable de ese amor imposible? Lo cierto es que nada tuvo que ver con la muerte de un ángel, ese que él tanto quiso ver y no pudo.
El sauce llora ¿Estela también? – Ya no. Todo pasó, así tuvo que ser. Ella lo sabe.
Malania
Imagen Propia
TOBILLO HERIDO
Las nubes competían
con matices diferentes.
Los últimos rayos del sol
contorneaban sus siluetas.
La lluvia invitaba al descanso
y mi cuerpo se desmoronó.
No hubo ladridos de perros
ni acordes de violín del vecino
que pudieran despertarme.
Y en ese sueño tempranero y profundo
soñé contigo, con tu lastimado tobillo.
Me pedías atención con tu mirada fija
y con inestables muecas.
Un estridente timbre sonaba en sinfonía
con golpeteos de nudillos en la puerta.
Me levanté sobresaltada
pero no encontré a nadie en la puerta.
Tampoco estabas sentado en el sillón
ahí donde te vi, con tu tobillo herido.
Tu ausencia enmudecía el aire
llenando el espacio con melancolía.
¿Te habrá llevado la lluvia?Malania
Imagen propia.