• General

    SOL Y LUNA

    Bajo la calidez del sol
    corría el mes de enero.
    Ella
    jugaba en la playa con su sombra
    mientras recordaba
    las sombras de la ciudad.
    Un beso de él podría
    hacer florecer su corazón
    desierto
    desde aquel día
    en el que tuvo que dormir
    con los ojos abiertos
    para no perder de vista
    aquellos largos pasos
    encaminándose
    hacia esa calle fresca
    cubierta de adoquines.
    Pero aquella imagen
    fue absorbida por el sol
    y llenó de oscuridad su luna.
    Malania
                                           
    Imagen de la red
  • General

    DESPUÉS DE NAVIDAD

    Después de la Navidad comenzó a deshelar en los prados, formando pequeñas islas y cuando salió el sol, desaparecieron. Las hojas de los árboles reflejaban su brillo y de a poco iban cayendo gotas como lágrimas transparentes. Pero pronto la lluvia se llevó las lágrimas frías y besó a hojas y ramas, mezclándose con el viento que llegaba desde el otro lado del océano para saludar a los que ya habían festejado el nacimiento del Niño Jesús.  También la niebla se hizo presente para formar un paisaje diferente.
    -La niebla en la ciudad no está tan  densa como aquí- dijo el chofer del auto que se detenía delante de la entrada a un hotel. La pasajera lo miró y sin responder, bajó por la puerta trasera y se dirigió a la recepción.
    Un hombre se acercó al coche y pagó por el viaje.  Volvió hacia la puerta, agarró su pequeña maleta y se subió tomando el asiento del acompañante. Ella los observó partir. Vio la mano de él saludándola ¿Sería un Hasta Siempre? Después la imagen se volvió borrosa y la niebla se lo tragó.
    El hombre tomó un vuelo hacia la región cálida del continente transoceánico. Cuando llegó a su casa, lo esperaban sus hijos y sus mascotas. Recibiría con ellos el Año Nuevo, pero no sabía a ciencia cierta cuánto tiempo se quedaría, quizás hasta el inicio del otoño. Se sentía muy bien en ese lugar donde había pasado su niñez. Lo único que le faltaba eran sus padres que ya habían partido de este mundo.

    .

    Malania

    Imagen de la red

  • Prosa Poética

    EL SILBIDO DE LA LOCOMOTORA

    Desde lejos, el cielo se cernía como una tela pesada y gris sobre la ciudad y en el parque bailaban los primeros copos de nieve sobre el césped.
    Poco a poco la locomotora con bastante retraso, se acercaba a la estación derritiendo el hielo de los durmientes. Ella estaba allí, a pesar del frío. Era su última oportunidad de poder viajar para verlo brillar en el escenario. Y así fue, no solo fue su último viaje en tren sino que la locomotora de despedía del vecindario para convertirse en un elemento más de la historia.

    Malania

    Imagen: C. J. V.

  • General

    SUR Y NORTE

    Una llama encendida
    puede causar estragos en el alma.
    Ella no está aquí
    está allá
    a lo alto.
    En una postura vertiginosa
    observa al hombre
    que camina en silencio
    por las calles rotas de la ciudad.
    Rotas las aceras, las calles
    y rota el alma
    de ella y de él.
    El pantano se hace notar
    aflora
    anormal en la vida de ambos.
    Un acertijo rotativo los envuelve
    con remiendos de telaraña
    y claman.
    Claman por el ungüento de hierbabuena
    para aliviar los pasos y la vida.
    Ella lo sigue con la mirada y le grita
    él no la escucha.
    Sigue su propio camino.
    Malania
    Imagen de la red.
                                       
  • Poesía

    SOLITARIA

    Desde la rigidez de su columna
    irradia su luminosidad,
    penetrando suavemente
    en la mañanera bruma
    de una ciudad en cuna,
    de un río calmo sin dunas,
    imitando los gestos de la luna.

    Malania

    Imagen propia
                                             
  • General

    ÁRBOLES CAÍDOS

    Catalina, cansada del ruido de la gran ciudad, decidió un destino diferente para pasar los días de sus vacaciones.  Preparó su maleta con pocas ropas, y los elementos personales, solo lo necesario como para no tener que cargar peso. Su artrosis no le permitía abuzar de sus fuerzas, que por suerte, gracias a Dios y al universo, se encontraba muy bien.
    Mientras caminaba, pensaba en todo lo que podría realizar en esos días, aunque era consciente de que mucho no podía planificar porque las veces que lo hacía a largo plazo, nunca lo lograba tal como quería. Prefirió entonces concentrarse en ese día, ya que pronto llegaría a destino.
    Ya en el lugar, acomodó sus cosas, comió el sándwich, bebió jugo de naranja y salió a pasear por el sendero que la llevaba hacia el arroyo.
    A pocos pasos de la morada, se encontró con un árbol derribado por la tormenta, que hacía pocos días había hecho estragos en varios lugares de la zona.
    No sé bien por qué, pero tengo una especial atención y un sentimiento nostálgico hacia los árboles caídos –pensó. Cada vez que veo uno derrumbado por el hombre, pienso en lo que habrá sido en vida. Por suerte, ahora existe una ley que exige solicitar permiso para talar bosques, sobre todo si son nativos. Y cuando veo un árbol seco que se ha caído a causa de algún efecto climático, opino,  que si no obstruye el paso de la gente, se lo debería dejar ahí mismo donde cayó.
    ¿Quedaría algo así como parte de un jardín que expone el ayer y el hoy, la vida y la muerte?
    Hay jardines en el mundo que exponen este tipo de ejemplares, árboles de pié y otros caídos en forma natural.
    Hay árboles que crecen derechos y otros que crecen torcidos. Pero todos ellos tienen su belleza propia. Además son útiles, los que crecen erguidos muchas veces se los utiliza en la industria maderera para fabricar casas, puentes, muebles, etc. En cambio los que crecen torcidos se pueden utilizar como ornamentales o según el lugar donde han crecido, son talados para hacer leña para cocinar, hornear pan y calentar el hogar.

    Malania

    Imagen: M. J. T.  

  • General

    EN ALGÚN LUGAR

    La noche volvió a serenarse.
    Una vez más los colores
    brillan por su ausencia,
    no hay azules ni rosas
    ni bellos anaranjados,
    solamente una tenue luz
    desde lo lejos
    me invita a creer
    que la ciudad está despierta
    y que en algún lugar
    con un cigarro encendido,
    una taza de café humeante,
    sumido en las páginas
    de algún olvidado libro,
    despierto estás tú.
    Malania
    Imagen: Propia
                                   
  • Poemas

    GOZO AL NATURAL

    Pasan los años
    y la vida se presenta
    como un proceso de demolición.
    De nada sirve
    ser demasiado formal
    y horriblemente previsible.
    Queda un desafío
    salir de lo trillado
    dejando de lado
    la agenda del tiempo.
    Hoy mi ciudad y el campo
    amanecieron de buen humor
    contagiando los corazones
    de los que madrugan
    y gozan con ver salir el sol.
    Acaece una fiesta
    la de la primavera
    en la que bailan
    las hojas verdes  
    al compás del viento
    mezcla de perfume
    y de bellos colores
    de las diferentes flores
    que nos regala
    la incomparable naturaleza.

    Malania

    Imagen propia

  • General

    PESADILLA O REALIDAD

    Al atardecer, cuando la luz de las coloridas vidrieras se vuelve mate, desaparecen los colores, todo se vuelve gris y negruzco. Se callan las voces.
    Las mentes se relajan y deambulan por el mundo sin ton ni son.
    Algunas ciudades han quedado reducidas a escombros y cenizas.
    Entre los habitantes que han podido huir no existe la euforia solo inquietud de que el mañana sea algo diferente a lo esperado, algo mejor.
    Cuando todo parece estar calmo, acompañan al sol en su salida con la esperanza de poder bañarse en el río y secar las ropas aprovechando las bondades del astro rey. Se sumergen entre los camalotes mientras el sol también se cuela entre la abundante vegetación.
    De pronto el cielo se encapota sobre los campos, son nubes grises de vapor que dejan los aviones adversarios.  
    Pero Dios no los abandona y sin esperar, la lluvia aparece entre truenos y rayos, lo que hace abandonar la misión de los homicidas.  La espera por otro día de sol resulta pesada y sus pensamientos se desvían y evocan imágenes que prefieren olvidar. Aunque luego piensan que es mejor así antes que morir bajo las manos del enemigo.
    La humedad se instala durante días, no deja de llover. El tiempo es nuboso. Se escucha como cae una llovizna desagradable en la calle y percibe cómo las hojas mustias se acumulan en la acera delante del gran galpón.
    Pero alguien llamó a la puerta y apareció él.
    Ella miró a través de los cristales mojados por la lluvia y comprobó que el cielo estaba despejado. El sol brillaba resplandeciente en las hojas de las plantas, como si fueran restos de fuegos artificiales de colores o restos de un arco iris. 
    Él fue como un rayo de sol al despertarla y levantar su ánimo decaído.

    Malania

    Imagen: de la red.

  • General,  Relatos

    AMOR Y COMIDA

    LA IMPORTANCIA DE APRENDER A COCINAR


    Cuando terminé mi carrera de Profesora para la Enseñanza Primaria, (Maestra de Grado), comencé a trabajar al año siguiente. Era soltera y vivía con mis padres. Pero a los cuatro años, tuve que escoger y decidirme por alguna escuela lejos de mi casa si quería continuar trabajando. Los cargos se distribuían de acuerdo al Padrón de Valoración y una colega me desplazó. Un primo, hijo del hermano de mi madre, con voluntad incondicional, me acompañó a cada una de las escuelas que me habían ofrecido, fueron tres pero todas estaban en el campo. Como no tenía vehículo lo único que me quedaba era vivir toda la semana en un lugar cercano a la escuela, y a mi casa podría ir solo los fines de semana.
    Elegí una escuela en una zona rural llamada Fachinal, porque una tía, esposa del hermano mayor de mi madre, vivía enfrente con una hija soltera. Mi tío ya había fallecido. Ellas no querían dar pensión a nadie porque se pasaban todo el día trabajando con plantaciones y animales (vacas y cabras) y no les daba tiempo para otra cosa. Además ambas eran muy buenas pero muy tercas. Preferían estar solas, levantarse cuando salía el sol y se iban a dormir ni bien entraba la noche. Una vida diferente a la de la ciudad.
    Yo no sabía cocinar y mi compañera con la que compartiríamos la casa del docente, -de madera, sin luz eléctrica ni agua potable-, tampoco sabía y no le gustaba hacerlo, menos aún para las dos. Por lo tanto se me complicó el tema  de la comida. Mi colega se ofreció a limpiar la casa, lavar la ropa y toda otra actividad doméstica pero menos cocinar.
    Al principio contratamos a una señorita, hija de la enfermera del lugar, para la tarea, pero la comida no se parecía en nada a la que preparaba mi madre. Un día nos ofreció papas (patatas) crudas, otro día la carne quemada, muy salada, muy picante, etc. Nada era sabroso. Había que buscar una solución urgente.
    El primer fin de semana en casa, conté a mi madre lo sucedido y decidí pedirle que me enseñe.
    – Pero la cocina no es fácil, hay que dedicar tiempo y tener paciencia, dijo.
    Entonces tomé un cuaderno y un bolígrafo, la senté a mi madre a mi lado y comencé a escribir paso a paso las recetas, primero los ingredientes y luego la forma de preparar las diferentes comidas para los cinco días de la semana. Pero hubo un inconveniente: mi madre no usaba balanza, todo lo hacía a ojo, y la única indicación que me dio fue usar la palma de la mano y medir con puñados por ejemplo el arroz, los fideos para la sopa, etc.  Tuve que apelar a mi imaginación y habilidad y de a poco me fui internando con gusto y mucha dedicación al nuevo mundo culinario.
    Las recetas fueron aumentando a medida que iba a la casa de mis padres los fines de semana. Mi hermana mayor me ayudaba a veces con algunas de comidas que había aprendido a hacer en la Escuela Profesional de Mujeres, cuando estudiaba. Conservaba en muy buen estado un cuaderno con recetas que no prestaba a nadie. Pero fue una gran ayuda para salir de lo repetitivo que en un momento podría llegar a cansar. Comer siempre lo mismo, cansa y hace perder el apetito.
    Así aprendí a preparar desde una sencilla sopa hasta los más exquisitos canelones de verdura y otros rellenos. Por suerte todo eso duró poco más de un año cuando se presentó a la escuela el Director que había sido designado por Concurso de Antecedentes y Oposición y desplazó a mi colega, la que tuvo que ir a atender su grado, y también trajo a su esposa que me desplazó a mí. Así es la docencia, mientras no fui titular, siempre existía esa posibilidad de ser desplazado del cargo. No sé cómo se habrán arreglado con la cocina porque mi compañera pidió su traslado, (ella sí podía porque era titular) en cambio yo tuve que esperar otras suplencias.
    Volví a casa de mis padres y aprendí a cocinar más aún, ya con el pretexto de que si me pasara otra vez el ir al campo, necesitaba reforzar mis conocimientos culinarios.
    Al año siguiente fui designada a trabajar con un Director, que por suerte manejaba el tema cocina como si fuera un chef profesional. Con él aprendí a elaborar entre otros platos, la polenta guisada, algo que hasta hoy día lo hago y a mi hijo menor le encanta. Tomé tanto amor a la tarea de preparar comidas que las casas que tienen delivery pierden plata conmigo, aunque para suerte de ellas muchas personas lo prefieren.
    Pero igual, de tanto querer preparar comida casera, nunca se termina aprendiendo del todo. Como anécdota: Una vez casada, mi suegro se quedó a almorzar. Quise lucirme con ñoquis caseros de mandioca -también llamada yuca-. Tanta cantidad preparé que comimos lo mismo como tres días seguidos. No tenía idea de las cantidades. Eso sí, la salsa alcanzó solo para ese día, por suerte, porque no me gusta la salsa recalentada ya que puede caer mal. Si bien, en casa no se tira nada de comida porque lo reciclo, lo importante es que nadie se queja.
    Hoy día prefiero preparar postres, tortas y panes dulces. Alguna vez lo he hecho para ayudar a una cuñada que lo vendía. Aprendí mucho con ella.
    El trabajo en la cocina, sirve de complemento ya sea para comer sano y rico, o para aportar a la economía hogareña. A mí hasta me ha servido como terapia anti estrés.  

    Muchas madres no enseñan a cocinar a sus hijas o hijos, por falta de paciencia, por miedo a que se lastimen con algún utensilio de cocina, que se quemen, o simplemente porque no quieren que pierdan tiempo en eso y se dediquen al estudio (esto último decía mi madre). Pero creo que es importante enseñarles aunque sea lo básico para que sepan desenvolverse en caso de necesitarlo. Es por eso que sugiero a las madres a que no le quiten a sus hijos la posibilidad de aprender a cocinar, sobre todo si ellos demuestran tener interés por hacerlo.
    ESO SÍ, LA COMIDA HECHA CON AMOR, ES SABROSA Y SIEMPRE SALE MEJOR.

    Malania Nashki.