• General

    PESADILLA O REALIDAD

    Al atardecer, cuando la luz de las coloridas vidrieras se vuelve mate, desaparecen los colores, todo se vuelve gris y negruzco. Se callan las voces.
    Las mentes se relajan y deambulan por el mundo sin ton ni son.
    Algunas ciudades han quedado reducidas a escombros y cenizas.
    Entre los habitantes que han podido huir no existe la euforia solo inquietud de que el mañana sea algo diferente a lo esperado, algo mejor.
    Cuando todo parece estar calmo, acompañan al sol en su salida con la esperanza de poder bañarse en el río y secar las ropas aprovechando las bondades del astro rey. Se sumergen entre los camalotes mientras el sol también se cuela entre la abundante vegetación.
    De pronto el cielo se encapota sobre los campos, son nubes grises de vapor que dejan los aviones adversarios.  
    Pero Dios no los abandona y sin esperar, la lluvia aparece entre truenos y rayos, lo que hace abandonar la misión de los homicidas.  La espera por otro día de sol resulta pesada y sus pensamientos se desvían y evocan imágenes que prefieren olvidar. Aunque luego piensan que es mejor así antes que morir bajo las manos del enemigo.
    La humedad se instala durante días, no deja de llover. El tiempo es nuboso. Se escucha como cae una llovizna desagradable en la calle y percibe cómo las hojas mustias se acumulan en la acera delante del gran galpón.
    Pero alguien llamó a la puerta y apareció él.
    Ella miró a través de los cristales mojados por la lluvia y comprobó que el cielo estaba despejado. El sol brillaba resplandeciente en las hojas de las plantas, como si fueran restos de fuegos artificiales de colores o restos de un arco iris. 
    Él fue como un rayo de sol al despertarla y levantar su ánimo decaído.

    Malania

    Imagen: de la red.

  • Poemas

    CAMINEMOS JUNTOS

    Caminemos juntos por donde pasan los sueños, donde vive la esperanza regalando sonrisas. 

    Caminemos juntos donde la vida abre sus puertas y las ganas son muchas.

    Caminemos juntos donde nos llama el ayer vuelto recuerdo, vistiendo cada día del mejor color.

    Caminemos juntos donde las palabras son verdaderas salidas del corazón.

    Caminemos juntos donde nada detiene cuando vamos pensando, todo se puede para ser feliz.

    Poema del escritor y poeta uruguayo Miguel Márquez

    Imagen R. E. Ch.

  • General

    FRASES PARA TENERLAS EN CUENTA

    • NUNCA RENUNCIES
      SOLO PORQUE LAS COSAS
      SE PUSIERON DIFÍCILES.
      RECUERDA:
      LO QUE VALE LA PENA,
      NUNCA ES NI SERÁ FÁCIL.
    • SI AYUDAS A ALGUIENNO TIENES QUE CONTARLE
      A MEDIO MUNDO QUE LO HICISTE.
      DE SER ASÍ, MEJOR NO AYUDES A NADIE.
    • NI ANTES NI DESPUÉS.
      TODO A SU DEBIDO TIEMPO.
    • UNO DE LOS GRANDES PILARES DE LA HUMANIDAD
      ES LA ESPERANZA.
      SIN ELLA, MUCHOS DE NUESTROS SUEÑOS
      SERÍAN INALCANZABLES.
    • NO ES LA FELICIDAD LO QUE NOS HACE AGRADECIDOS.
      SER AGRADECIDOS ES LO QUE NOS HACE FELICES.
    • NO ESCALES LA MONTAÑA PARA QUE TODO EL MUNDO PUEDA VERTE.
      SUBE A LA MONTAÑA PARA QUE TÚ PUEDAS VER EL MUNDO.

    De la red.

    Imagen: P. H.

  • General

    FRASES DESDE EL ALMA

    “No cuesta nada ser amable con los demás. No albergues nunca pensamientos negativos aunque alguien te perjudique”. Dalai Lama.

    “Algunas esperanzas necesitan de un espejo para comenzar a creer”. Nebuloverso.

    “La emoción más hermosa y profunda que podemos experimentar es la sensación de lo místico. Es el legado de toda ciencia verdadera”. Einstein.

    “Cada acción que hagas con el corazón, tendrá eco en todo el Universo”. Casa Reiki y Salud.

    “Si queremos un mundo de paz y de justicia, debemos poner la inteligencia al servicio del amor”. Antoine de Saint Exupéry.

    “Nada nos pertenece en propiedad, más que nuestros sueños, porque nadie nos los pueden quitar”. Nietzsche.

    “El éxito no debe ser perseguido, sino debe ser traído por la persona en que quieras convertirte”. Jim Rohn

    “BRINDEMOS HOY Y SIEMPRE, POR LA PAZ, LA SALUD Y EL AMOR, Y POR LA PAZ ETERNA DE LOS QUE YA NO ESTÁN EN ESTE MUNDO”. Malania Nashki.

  • Poemas

    SUS PIES BLANCOS

    No deseaba revelar su propia historia,
    una trama de cicatrices y quemaduras interiores
    sobrecargado de mensajes que ella le enviaba.
    Él sabía lo que eso significaba
    pero no sentía culpa ni arrepentimiento
    tampoco quería la calma.
    No escuchaba, no veía ni tampoco hablaba.
    Anochecía, con la sensación de la arena blanca
    bajo sus pies blancos y una muralla blanca
    bajo el sol blanco, en señal de pureza.  
    La luminosidad que lo envolvía
    afilaba la lejana figura femenina
    al verla partir por las vías del tren.
    Aspiró una bocanada de aire
    como para dar alivio a su corazón.
    Tal vez no se atrevía a revelar
    su deseo de partir con ella.
    Mientras el fuego centelleaba
    él palidecía con el viento.
    A veces es mejor no saber nada …
    a pesar de haber sabido que
    desde antes sabía que lo sabía.
    Las olas temerosas de su ir y venir
    retrocedieron hacia el mar tranquilo
    cuando el sol
    se apoderó de la inmensidad del húmedo  lecho
    regalándole calor
    y esperanza de volver a verla.

    Malania.

    Imagen: propia.

                                                                          
  • Poesía

    UVAS MÁGICAS


    Agobiado por tanta luz
    prefirió volver.
    Se quedó tranquilo
    sentado en el umbral
    de un patio sombreado y vacío.

    Nadie sabía si le había ido bien
    o le ha tocado algún fracaso.
    Nadie sabía a lo que aspiraba
    si quería continuar sus estudios
    o buscaba trabajo.

    Decía que todo estaba bien
    a pesar de la oscuridad de la vida.
    Y tenía esperanzas de no más
    ennegrecer sus días.

    De pronto se vio maravillado
    rodeado de naturaleza pura
    cuando su padre lo envió
    a vivir con su padrino
    al sur de un pueblo mendocino.

    Desde allá escribió:
    Madre, soy feliz.
    Los racimos de uva
    son como guirnaldas
    de luces encendidas
    que dan brillo a mi vida.

    Malania

    Imagen propia.

  • General

    UN HOMBRE SIN ESPERANZAS

    Abandonados los sueños, acepta que el mundo es un paraje sombrío y se hace amigo de la desesperanza.
    Su mayor deseo es viajar al infinito en una nave espacial y quedarse a vivir en un mundo desconocido por él, hoy.  
    Aunque en su paseo por el bosque percibe que los extremos de lo que puede ser inmensamente grande o de lo inconcebiblemente pequeño versan sobre el mismo concepto. Puede internarse en la frondosidad de la naturaleza, al salir el sol y regresar al ocaso, con una pequeña mochila donde lleva solo lo necesario para no pasar hambre y sed.
    Su secreto familiar ya no es misterio, es de mala suerte. La que debía haber sido su suegra era una mujer malvada llena de preconceptos sobre los jóvenes hijos de pobres. Espantaba con su mirada a quienes se acercaban a su hija, que para ella era una doncella. Si no hubiera tenido un jardinero que cuidara las flores, estarían todas mustias o directamente no se abrirían los pimpollos para no verla.
    Cuando era joven, muy joven, fue atraído por la belleza de una bailarina, y a pesar de la oposición de su madre, se casó con ella.
    Después de haber tenido varios hijos, estando estos ya grandes, se separó de su mujer y se fue a vivir a otro país.
    Con el pasar de los años, y luego de una gran decepción, decidió regresar al lugar de origen.  
    Cuando más solo está, se pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? La soledad lo deja vacío y por las noches moja la almohada con sus lágrimas.
    Cuando no tiene trabajo, las horas se le hacen eternas.
    No quiere relacionarse sentimentalmente con ninguna mujer, por las  decepciones que ha tenido. Ya no confía en ellas.
    Pero asegura que le gustan las mujeres rusas, aunque no conoce personalmente a ninguna. Habría que preguntarle cuál es el motivo de su preferencia. Quizás porque a las rusas les gusta comer ajo, mucho ajo y también gustan de las comidas picantes, y en eso coinciden.
    No cree en Dios porque asegura que nunca ha hecho ningún daño a nadie y él sí ha sufrido mucho en el camino de la vida, considerando que esa falta de equidad no es justa.  
    De mi parte quiero agregar, que sí creo en Dios, y no podemos echarle la culpa de nuestros fracasos y de nuestros sinsabores.
    Recuerda a Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
    Y “tú eres el forjador de tu propio destino”.

    Malania

    Imagen: C. J. V.

  • Relatos

    CAMINATA MAÑANERA

    Hoy no tuve el despertar de pájaros como otros días, pero por suerte escuché la alarma. El amanecer nublado y la brisa fresca invitan, después de un día caluroso como el de ayer, a disfrutar de un rato más en la cama o en el nido.
    Salí a caminar antes de que salga el sol, pero hoy también se quedó dormido como los pájaros, porque no asomó su cara.
    Me gusta escuchar el canto del gallo desde lejos –porque en el barrio donde vivo no hay ninguno-. Hoy cantó una vez y desde algún lugar, otro respondió dos veces. Me recuerda a mi niñez. Mis padres tenían gallinas y gallos.
    El perro blanco y flaco –así es su raza, no es que esté desnutrido- acostado en la vereda de la manzana número dos, me mira, pero no mueve más que su cabeza para seguir durmiendo.
    Un suave aroma a madreselvas inunda la esquina. Todavía no están florecidas en todo su esplendor. Seguramente no es época.
    El sereno de la obra de la manzana uno, está preparando su mochila como para abandonar su puesto por hoy. Su tarea ya está cumplida.
    Me acerco a la ruta y apuro el paso. Justo dio el semáforo verde para poder cruzar y si no me apuro perderé el turno. Un joven en bicicleta cruza la colectora en rojo pero con voz de enojado me grita: -¡Por qué no miras antes de cruzar!
    ¿Qué debía mirar si el semáforo fue habilitado para mi paso? ¡Hay cada uno!…
    Al otro lado de la ruta hoy no está el hombre que siempre toma mate a estas horas en el porch. También se durmió.
    El vendedor de chipa se apura para llegar al semáforo y vender a los que esperan el turno para pasar.
    La señora de la moto, -que seguramente viene de dejar su trabajo nocturno en algún lugar, quizás cuida algún enfermo- acelera para llegar pronto a su casa. O será que viene de su casa y entra a esta hora a trabajar vaya uno a saber dónde.
    Un perro negro olfatea la cola de otro, no sé si es perra o perro, qué más da. Ambos se van juntos por una calle lateral.
    Una vez me preguntó la tía de mi nuera si yo no tengo miedo a los perros cuando salgo a caminar al amanecer. Y no, no tengo miedo. Nunca ni siquiera me ladran.
    Los acondicionadores de aire funcionan como eslabones en cadena. Todo indica que la mayoría de la gente todavía duerme. Si todos salieran a caminar –pocos lo hacen- se podría economizar energía eléctrica y aumentaría la energía humana. Algunos suelen decir que están cansados, y no saben por qué.
    A través de una ventana entreabierta se escucha una música que no puedo distinguir de quién es. No me gustan los temas raperos y menos a estas horas de la mañana. Prefiero un buen chamamé o un valerón, que levanta el ánimo y obliga a saltar de la cama.
    Llego a la esquina vértice de las dos avenidas. El sereno que custodia los locales de ese lugar espera el horario para acabar su tarea, mientras un perro negro y otro gris, los que siempre lo escoltan, duermen plácidamente. No son suyos, son del barrio y lo acompañan todas las noches, según dijo a un interlocutor que esperaba el colectivo; justo en esa esquina hay una parada.
    La panadería está cerrada, y con más razón, la heladería.
    Un conductor espera sentado en el borde de la vereda a que abra la gomería. Debe de tener pinchada la cubierta de auxilio.
    Un camión con chapa patente brasileña, largo como si estuviesen unidos dos juntos, con su carrocería totalmente tapada con lona azul, está estacionado esperando el despertar de su chofer para comenzar a mover las ruedas.
    Otro camión con su motor encendido, está pronto a salir a descargar los artículos de almacén que lleva en su carrocería.
    La señora que hace las tareas de limpieza en una iglesia cristiana, abre los dos candados del portón de frente. Hoy llegó tarde, porque la mayoría de los días cuando cruzo por aquí, hay agua en la vereda, señal de que ya ha limpiado esa parte.
    Muchos autos van por la avenida –doble mano separadas por un bulevar con senda peatonal en el medio y muchos árboles- en el mismo sentido que yo, pero por la calle de enfrente. Todos van en dirección a la ciudad. Pocos son los que vienen en sentido opuesto a mí. Algunas motos se adelantan a los automóviles y las bicicletas se desplazan por el sendero que les corresponde.
    En la esquina de la carnicería, donde doblo para caminar hasta la colectora y emprender mi regreso, está el perro de color canela. No duerme, está atento a la llegada de su protector, como buen guardián. Al otro perro del mismo color, pero más viejo, hace días que no lo veo. ¿Le habrá pasado algo?
    El verdulero hoy también se durmió. Su local está todo cerrado.
    El almacén de artículos plásticos, mayorista y minorista, también cerrado. ¡Por supuesto! Si recién son las 6.10 de la mañana. Abrirá a las 8 hs. A quién se le va a ocurrir ir a comprar algo de plástico a esta hora.
    Lo mismo ocurre con el que vende maderas. Sólo los dos perros, uno rottweiler y el otro, un cachorro ovejero alemán, duermen en el gran patio de tierra y pasto. Tienen sus respectivas casas pero prefieren estar tendidos al aire libre.
    La casa de la planta de mangos, también tiene dos perros, pero son de tamaño pequeño. Son blancos con ojeras negras. Nunca ladran cuando paso.
    Mientras camino, pienso: ¿Será que el hombre que cuida la casa de fin de semana, la que tiene un gran parque a su alrededor, estará sentado tomando mate al costado de la mansión? Me acerco y lo único que veo son flores y plantas muy bien cuidadas, y dos perros enormes –antes no había mascotas- que corretean y ladran a otros dos pequeños que salen de la casita de enfrente. El hombre del mate también se durmió.
    En la esquina hay un kiosco que nunca está abierto, tampoco tenía perro. Pero hoy me ladró, es la primera vez que escucho un ladrido hacia mí. Es que me agaché para arrancar una hoja de “paico, kaahé” o ka’a he’ê”, hierba medicinal muy perfumada que sirve para mezclar con la yerba del mate, (Las hojas con o sin el tallo se utilizan para el tratamiento de problemas digestivos. También en los niños para las diarreas, enfermedades estomacales y hepáticas. La yerba de lucero combinada con hojas de ka’a he’ê son muy efectivas para calmar la acidez estomacal) ¡Claro! La planta está en su vereda, ¡Cómo no me va a ladrar!.
    Continúo mi camino con la esperanza de encontrar al herrero, que a esta hora suele estar acomodando chapas y hierros para exponerlas al público, también para liberar espacio y poder trabajar cómodamente. Quiero pedirle que construya un armazón de sombrilla a modo de pérgola para el jazmín del patio de casa. Pero no está. ¿Se habrá quedado dormido?. Sigo caminando por la vereda, saludo al dueño de otro kiosco –este sí, siempre está abierto- y su señora, ellos siempre están tomando mate sentados en el patio detrás de la verja. Antes se sentaban en la vereda, pero hace bastante tiempo que no lo hacen. Les preguntaré un día de estos, con discreción, qué pasó, el antes y el ahora. El barrio es seguro, pero ellos viven por la colectora de la ruta, quizás hayan sufrido algún acto vandálico.
    Diviso a un hombre en bicicleta. Es el herrero que ha salido a pedalear. No sé cómo lo hace, porque en su pierna derecha tiene una prótesis ortopédica. Saludó con un Buenos Días y siguió su camino. Otro día le diré lo de la pérgola.
    Casi estoy llegando a la ruta, el semáforo habilitó el paso más largo en tiempo, pero no sé si llego para cuando me toque el turno. Así que mejor, espero al próximo.
    El vendedor de chipas sigue firme en su puesto callejero. ¿Habrá vendido algo? No lo sé ni se lo preguntaré, porque después no me lo quitaré de encima. Los vendedores ambulantes son “muy pesados”.
    Cruzo la ruta y veo al mendigo, el mismo que hace días está en esa esquina, sucio y muy flaco. Algo tengo que hacer –pienso- alguien debe que asistirlo.
    El gato blanco y gris –hoy no se me cruzó el gato negro, que según las creencias trae mala suerte, pero se me cruzó ayer y no me trajo nada- espiaba a los pajaritos que a esta hora, casi las 7 de la mañana, empezaron a cantar.
    Una casa frente a la avenida, casi al final de mi recorrido, baja, amplia, de barrio, la han pintado en dos tonos de verde y el piso lo han esmaltado de rojo. Quedó preciosa. Qué lindo es ver casas bien pintadas y con jardines.
    En el destacamento de policía ya han izado la bandera argentina y también la de la provincia. Todos los días la arrían antes del ocaso y la vuelven a izar temprano, al salir el sol.
    Llego a casa. Me reciben no solo mis perras con sus colas de plumero sino también los pajaritos que piden comida con sus trinos. ¡Vaya recibimiento!
    Y así, día a día siempre que el estado del tiempo y mis actividades de jubilada me lo permiten, realizo la caminata diaria. Es una forma de sentirme bien, feliz de poder hacerlo y me olvido de cualquier dolencia que pude haber tenido antes de salir, si me dolía una pierna o cualquier otra parte del cuerpo.
    CAMINAR HACE BIEN A LA SALUD.

    Malania.

    Imágenes propias.

  • Poesía

    PERFUME MILAGROSO

    Iluminaba una luz fría
    el espejo del invierno
    la luna llena se desvanecía
    entre las últimas estrellas del cielo.
    Un hombre se abrió paso
    en un bosque erizado de malezas
    la esperanza desaparecía
    en hilos de humo por la chimenea.
    La debilidad revoloteaba
    y resquebrajaba su interior
    la tristeza lo embargaba
    había dolor en su corazón.
    Por el cielo, el viento
    las nubes desparramaba
    y al capricho del aire
    la nieve caía espesa y volaba.
    El hombre sin son ni adornos
    su construcción sofocaba
    por la tierra y por el aire
    los cimientos derrumbaba.
    Desde los muros llegaban
    los estentóreos sonidos
    del revoloteo de mariposas
    y de los pájaros aún dormidos.
    De un único adorno florido
    perfume silvestre manaba
    uno de los pájaros cortó
    con su pico una flor morada.
    Y a través de la ventana boscosa
    donde vivía  el modesto hombre
    al que solo le quedaban
    cabellos blancos y ojeras pronunciadas
    depositó la bella morada
    desparramando los pétalos
    sobre sus labios resecos
    al despuntar la alborada.
    El perfume lo despertó
    con un cosquilleo en los labios
    la humedad del rocío lo cubrió
    curando el mal que lo asechaba
    por un misterioso milagro.
    Malania
    Imagen: P. H.
  • General

    PROPUESTA DE LIBERTAD

    Danzo en mis recuerdos y observo
    cómo esquiva los charcos, la gente
    mientras paseo
    bajo paraguas que camuflan soledades.
    La lluvia cae fría
    en cascada de incógnitas
    las gotas se estrellan y salpican.
    Cada persona es diferente
    mi curiosidad me invita a saber de ellas
    unos visten elegantes, indiferentes
    otros, con ropas viejas atenuantes
    del intenso y rudo frío reinante
    denotando en sus rostros mustios
    el vestigio de un tiempo olvidado.
    Quisiera tener la bola de cristal
    para adivinar sus pensamientos
    sus esperanzas y sus dolores cruentos.
    Saborear con él sus escasas alegrías
    sí, con él, porque también está allí
    viendo como el viento sacude
    las hojas de los árboles
    y alborota el humo del cigarro
    que lleva en su temblorosa mano.
    Mi pelo a la par del viento
    me sugiere una propuesta de libertad:
    “Llévame en tu equipaje de alegría
    mientras camuflados entre las nubes
    damos un paseo por las estrellas”.
    El despertar vuelve mis ojos hacia el ayer
    me hace danzar en la belleza de sus letras
    en palabras al amanecer
    de aquellos instantes impregnados
    en su fragancia aromática especiada
    y en la humedad de su piel
    confundida con la mía en la alborada.
    Malania
    Imagen: M. J. T.