• General

    POR UN AÑO MEJOR

    SER BUENAS PERSONAS NO CUESTA NADA

    Todos somos capaces de ser buenas personas, de hacer el bien desde nuestro lugar donde estamos.
    He escuchado por ahí y opino igual, que todos tenemos un ángel guía, protector, que nos inspira a hacer las cosas que van por el buen camino. No sé si serán milagrosos nuestros actos, pero pueden ayudar al otro a sentirse mejor.
    Podemos ser el faro que alumbre el camino a aquel que siente que ha perdido el rumbo.
    Ser luz de un nuevo día para dar esperanza al desahuciado.
    Ser acción transformando palabras de aliento para el sordo.
    No hace falta contar con mucha inteligencia ni ser graduados como para darnos cuenta de lo que le hace bien o mal al ser humano.
    No cuesta nada ayudar a abrir puertas de esperanza y cristalizar deseos de una vida mejor, con el simple hecho de desearles lo mejor.
    Hay necesidades humanas de sentirse apoyados, queridos, atendidos, escuchados.
    Los milagros existen, pero muchos desconocen la forma de abrir la puerta donde estos se esconden o están guardados.
    Pueden estar detrás de una sonrisa sincera o de una palabra de aliento. No pueden estar nunca detrás de un corazón rencoroso, vengativo, o de una sonrisa falsa que te da con un puñal por la espalda.
    Para construir un mundo mejor es necesario ser bondadoso y compasivo.
    A la larga todo lo que hacemos, mal o bien, vuelve a nosotros multiplicado pero de la misma manera.

    Malania

    Imagen de la red





  • Relatos

    COMO COYUYO ENAMORADO

    ¿Por qué cantamos los tucumanos? POR AMOR, por supuesto…
    Es una historia que viene de lejos, de la infinita profundidad de tiempo. Y porque alguien nos enseñó que hay que tener esperanza: es el COYUYO. Aquí una historia, bien tucumana:
    Arrancó la primavera, y ya tenemos coyuyos enamorando coyuyas con su canto, en los árboles del parque más elegante de la ciudad capital del Tucumán.

    Quisiera contarle al mundo esta primicia exclusiva: Hoy, 3 de noviembre de 2016, alrededor de las 19 horas y en las inmediaciones del Parque 9 de Julio de la ciudad de Tucumán, más precisamente en la copa de sus frondosos y bellos árboles, el primer coyuyo de la temporada ha vuelto a cantar tras un largo silencio invernal.
    Su chirrido estridente despabiló a los transeúntes ocasionales que se miraron unos a otros diciendo: «ya se viene el verano, ya se viene el verano».
    Un porteño desprevenido que pasaba por el lugar, desconocedor de este insecto de cuerpo ovalado, verde oscuro, cabeza gruesa y ojos prominentes, típico del noroeste argentino, levantó las cejas mirando para todos lados, buscando algún aparato artificial de grandes dimensiones que se ven en las grandes capitales, preguntándose si acaso ese ruido ensordecedor no provenía de uno de esos cosos.
    El coyuyo, que en quechua significa «silbador», hace música con unas membranas llamadas timbales y sacos con aire que funcionan como cajas de resonancia, en la base del abdomen. El que canta es el coyuyo macho, ya que las hembras de esta especie carecen de este órgano productor de sonido. El coyuyo macho es un ser exquisitamente romántico, ya que canta por amor; canta para enamorar a la coyuya con la que luego tendrá sus hijitos.
    En Santiago del Estero, por ejemplo, este animalito gusta cantar en las horas de calor de la siesta, en los algarrobales. Hay quien le atribuye virtudes mágicas diciendo que al cantar ayuda a florecer al algarrobo. Lo cierto es que en Tucumán, con la llegada de los primeros calores, el coyuyo afina su voz al atardecer y canta por amor. Su música dura lo que el verano y sólo se interrumpe por mal tiempo. Con la llegada de los primeros días frescos del otoño, su voz se apagará para siempre. Entonces los transeúntes dirán: «Ya se ha ido el verano, se va con el coyuyo y el carnaval».
    Mientras tanto, la noticia más importante es esta: ya hay coyuyos enamorando coyuyas con su canto, en los árboles del parque más elegante de la ciudad. Quien quiera oír que oiga. Es al atardecer. Y es gratuito.

    Texto gentileza de R. E. Ch.

    Imagen de la red.

    Otro tipo de coyuyo, el de EEUU
  • Poemas

    DEVORANDO DISTANCIA

    Las chicharras bailan candombe,
    mientras las pitangas
    afloran su aroma
    por el matorral de la paja brava.
    Las luces navideñas parpadean
    al compás de los cumbieros,
    retumba y vibra
    a través de las mallas
    de atrevidos altavoces.
    Moras fuera de estación,
    galerías de enredaderas florecidas,
    verdes limoneros
    y mangos pendientes
    de frágiles ramas
    ofrecen un panorama diferente
    al tranquilo barrio
    de calles cortas
    y bulevar silencioso
    libre de transeúntes.
    Y yo paseo
    mis ansias por verte
    y la esperanza del goce
    del próximo encuentro
    devorando distancia
    en ti, mi pensamiento. 
    Malania.
    Imagen propia.
  • Relatos

    RECOMENZAR

    Cansado de la monotonía diaria, la tristeza corrosiva, la ácida nostalgia, de la esclavitud de las manecillas del antiguo reloj, que por más que lo quisiese callar, cada minuto sonaba con mayor intensidad, decidió colocar los recuerdos bajo la lluvia para que la erosión se apoderara  de todo aquello que existió pero que ya no quería más. Entonces decidió que era momento propicio para:

    RECOMENZAR.

    Y así fue que escribió, para sí mismo y para el mundo:
    “Estaba necesitando hacer una limpieza en su mí…
    Tirar algunos pensamientos indeseados.
    Lavar algunos tesoros que estaban medio oxidados.
    Entonces saqué, del fondo de las gavetas, recuerdos que no uso y no quiero más:
    Tiré algunos sueños, algunas ilusiones…
    Sonrisas que nunca di.
    Tiré la rabia y el rencor de las flores marchitas que estaban dentro de un libro que nunca leí.
    Miré qué necesitaba para mis sonrisas futuras y las alegrías pretendidas, y lo que me pareció encontrar lo coloqué en un cantito, bien ordenado (con la música nunca se sabe).
    Saqué todo del armario y lo fui tirando al suelo.
    Pasiones escondidas, deseos reprimidos. Heridas de un amigo, recuerdos de un día triste. Muchas traiciones de mujeres (supongo que es mi estigma: si no estás dispuesto a traicionar a nadie, hay que estar listo para recibir traiciones de todo tipo). Nunca lo entendí.
    Pero también encontré otras cosas y muy bellas, como: Un pajarito cantando en mi ventana, aquella luna color plata, el momento de una puesta del sol, o una mariposa posada en una flor.
    Me fui asombrando, encantando y distrayendo, mirando cada uno de aquellos recuerdos.
    Arrojé en el cesto, los restos del último amor, el que más me hirió, porque sentía que había hecho más que todas las otras veces para llegar a algo, y se desarmó violentamente (cuando yo soy cero en violencia).
    Tomé las palabras de rabia y de dolor que estaban en un estante, las tiré en el mismo instante.
    Hay otras cosas que aún me hieren… veré que hago con ellas. No es fácil definir todo de una sola vez.
    Fue en aquella gaveta en la que uno guarda lo que es más importante, el amor, la alegría, las sonrisas, un dedito de Fe, para los momentos en que se necesite.
    Recogí con cariño el amor encontrado, doblé ordenaditos los deseos, coloqué perfume en la esperanza, pasé un pañito en el estante de mis metas, y las dejé a la vista, para no olvidarlas.
    Coloqué en los estantes de abajo, algunos recuerdos de infancia.
    En la gaveta más alta, las de mi juventud y colgado bien frente a mí, coloqué las de mi capacidad de amar y principalmente las de RECOMENZAR…”

    Autor: R. E. Ch.

    Imagen: R. E. Ch.

  • Minicuentos

    ¿BAILAMOS?

    Un pájaro se deslizó en el cielo.
    Al seguirlo con su vista, no consideró el sol, que lo cegó momentáneamente.
    Justo después de eso, aquel rayo de luz plantó una imagen en su mente:
    Un patio de ladrillos, o de tierra. Había mucha gente, y entre la multitud, una hermosa mujer, sentada en una silla junto a la pared.
    -¿Bailamos? Le dijo sonriendo.
    – Encantada, pero no sé bailar folklore.
    – Bueno, no importa. Siempre hay una oportunidad para aprender. -Dijo él sin dejar de sonreír.
    – Entonces enséñame.
    Al ritmo de una zamba danzaron riéndose de los pasos que -en falso- daba ella. En cambio él, bailaba muy bien con pasos seguros.
    Terminado el tema musical, se sentaron uno al lado del otro y él le dijo:
    – Yo, en realidad, hablaba de la vida, no de un ritmo. Simplemente pensé en el folklore, donde los bailarines, cualquiera fuese la zamba, empiezan de frente, con buena intención, mirándose a los ojos, con una sonrisa en los labios, y cada uno con un pañuelo en las manos, que mueven reflejando sus sentimientos al bailar.
    Y prosiguió: – Ese vuelo del pañuelo simboliza “el esperado vuelo del alma”. No se tocan casi nunca, pero entre sus pañuelos, habla la vida…
    – Ella sonriente y sonrojada por no haber comprendido la intención inicial, se quedó muda. Luego, tomando su pañuelo de una punta y haciéndolo volar en el aire, le dijo:
    – Disculpa, pero suelo ser de reacción tardía. Ambos rieron.
    Lo escuchó atentamente mientras él siguió hablando.
    – Traduciendo: Era una simple invitación a tomar un café juntos y conocernos, como dos personas que andan solas en la vida, buscando un compañero de camino, en la multitud indiferente…. ahora que estuvo más claro… ¿Bailamos?.
    Antes de despedirse, ella muy tímidamente le dijo: -Bailemos.
    Y en la noche quedó sellada una esperanza, con un gran abrazo y un beso en la mejilla.

    Malania. (Inspirada en el texto de R. E. Ch.)

    Imagen propia

  • Poemas

    NIEBLA

    Arrullado
    por los rasguños húmedos
    con aceite de almendras
    sintió una  sensación de alivio
    de ese algo que para él
    se terminaba para siempre.
    Sin embargo para ella
    la esperanza de seguir amándolo
    crecía
    como lirios en las palabras
    pronunciadas a su oído
    y en el escondite de su dorada selva
    donde emergía su báculo cálido
    lleno de vida y canto
    al compás de mimos y besos.
    La realidad se reflejó en la luna
    espejo de un recuerdo pálido.
    Una a una se apagaron
    las luces de las estrellas
    bajo la estela
    de oscuro aserrín del terciopelo
    de un herido corazón.
    Malania
    Imagen de la red.
  • Poemas

    EL TREN

    Tus poemas contienen
    entre sus versos,
    el viento cálido
    de una mañana de enero
    y el sol brillante
    del mediodía,
    cuando te acompañaba
    mientras te ibas.

    La taza de café,
    esa en la que bebías
    con dos de azúcar,
    conserva tu mirada color miel
    sobre tus grises ojeras,
    señal de insomnios continuos.

    Tomabas el tren
    con la esperanza de descansar,
    con la visión de cosas diferentes,
    recordando hermosos momentos,
    y te alejabas, respirando
    la atmósfera de nuestros tiempos.

    Imagen: C. J. V.

  • Poemas

    ESPERANZA Y LIBERTAD

     
    Avanzó desde el sótano oscuro,
    entre objetos de  bordes filosos
    y húmedas esquinas,
    entre espacios vacíos
    y amontonamientos mustios,
    entre maderas de roble
    y fajas de nogal y lino,
    entre cobre y hierro
    y chapas de metal sin brillo,
    entre duelas agujereadas
    mal clavadas y destempladas,
    entre escuerzos sedientos
    y vestigios de anillos,
    atravesando el portal
    con libre albedrío.
    Avanzó y avanzó,
    hasta llegar a un lugar tranquilo,
    en la cima de una montaña
    fría pero con sol
    y así pudo salvar las penas
    y su destino fallido.
    Imagen: C. J. V.
                                    
  • General

    VOLCÁN DE LAS PALMAS

    No es la aurora que resplandece,
    es lava pura, es espanto.
    Inmóvil por años, dormida,
    sin dar señales de vida
    y de pronto estalló
    con gran furia y porfía.
    Lo que antes fue un lugar habitable
    hoy lloran las criaturas inconsolables.
    ¿Cómo lograr apaciguar
    a la gente que ha perdido todo?
    La naturaleza es mágica,
    reacciona y estalla.
    Esta vez, misteriosa,
    con magia destructora.
    El tiempo se encargará
    de borrar las heridas.
    Desde mi querida Argentina,
    abrazo a todos los habitantes canarios.
    Que el dolor que invade hoy
    los corazones tristes
    vaya desapareciendo
    y los vientos propicios
    les traigan paz y serenidad,
    con la esperanza
    de continuar la vida con amor
    y con plena de alegría.

  • Poemas

    PEDALEANDO

    Pedaleando en una nube,
    sin poder ir a ningún lado,
    se nos ha roto la cadena
    y de miedos nos han contagiado,
    al ver, que hasta los cuerpos celestes
    todos han sido remendados
    con hilachas y telarañas,
    hasta los bosques pintados
    en grises y anaranjados.
    A lo lejos los manteros,
    cartoneros y linyeras,
    esperan que se abran los puentes
    para cruzar las fronteras;
    también personas pudientes,
    con la esperanza latente
    de volver a ser como antes
    hermanados tras los puentes
    sin guías ni laberintos,
    haciendo vida normal
    entre blancos y azabaches.
    Las medidas casi listas
    alientan a los turistas,
    comerciantes, paisajistas,
    y siguen muchos en lista.
    Los médicos y enfermeras,
    ambulancieros, licenciados,
    y todo personal de salud,
    descansarán de sus corridas
    para trabajar en plenitud,
    normalmente y en armonía.

    Imagen: R. E. Ch.