• General

    MIS DÍAS DE COLORES

    Una corriente de aire diferente se interpuso entre su mundo y el mío.
    ¿Acaso vivimos en silencio para no herirnos los unos a los otros?
    Le pregunté al mar qué había representado él para mí y yo para él, pero no hallé respuesta.
     Recuerdo cuando sentado frente a mí, destilaba vida y frescura por sus poros, su mirada clavada en mis ojos y sus dedos insinuantes, acariciaban las palmas de mis manos. Amor.
    De a poco el mundo circundante fue perdiendo sus colores.
    Algo de mí había partido con él, ese mismo día cuando se alejó con un cigarrillo en la mano, sin siquiera adivinar que tal vez ese sería nuestro último día (o tal vez no).
    A veces me pregunto
    ¿Qué hubiera ocurrido si no lo hubiese encontrado y conocido?
    Hoy pinto mis días de colores del arco iris, para ver en ellos la sonrisa de sus labios y esa seductora mirada color miel.
                                                                                                                             Malania
    Imagen: Web J. M. Merellos
  • General

    SENTENCIA

     
    Nubes negras como hollín, barrieron el círculo dorado del cielo.
    Sus reflejos tristes, se hundieron en las profundidades del mar. 
    El fulgor del sol desapareció vertiginoso.  
    Mientras tanto en los estrados, los procesos incoados contra la orden roja, no les permitían condenarla por herética, con sentencia definitiva.
    Pasaron horas, días y meses. No había pruebas en su contra. Nadie se animaba a ser testigo en la causa.
    El caso tuvo un exhaustivo colofón con las palabras del abogado defensor. 
    Caso cerrado.
                                                                                                       Malania
    Imagen de la red
     
     

     

    Imagen propia.

  • General

    DULCE DE MAMÓN


    El dulce de mamón es un postre típico del noreste de Argentina, muy delicioso. El mamón es conocido en otros lugares como papaya, fruta bomba o lechosa. Se trata de una fruta grande de color amarillo o naranja, muy digestiva y nutritiva.
    El dulce se prepara preferentemente con fruta verde o pintona. Pero también puede prepararse con fruta madura, aunque el resultado no será en trozos sino quedará como mermelada para untar.
    Este dulce a muchos le empalaga y por eso le agregan jugo de limón o pomelo cuando está casi listo para contrarrestar el dulce. -Mi madre agregaba jugo de naranja o mandarina para darle mejor sabor-.
    Este delicioso postre es fácil de preparar pero al mismo tiempo lleva muchas horas de cocción, así que hay que tener paciencia para que quede muy bien, pero la demora vale la pena. 
    Ingredientes

    2 kg Mamón verde o pintón

    1 kg Azúcar

    1 cucharada grande de esencia de vainilla

    1 ramita de canela

    3 o 4 Clavos de olor

    3 o 4 Trocitos de cáscara de limón.

    Optativo: jugo de dos o tres naranjas o mandarinas

    Elaboración

     1.- Lavar la fruta y pelarla, luego cortarlas en tiras que tengan más o menos 5 cm de largo, y para el espesor, cortar por los surcos de la misma fruta o si no los tiene, de 2 cm de ancho, para que todas se cocinen igual. También se lo puede cortar en cubos, todo depende de gusto.

    2.- Colocar en un recipiente, cubrir con el azúcar y dejarlo hasta el día siguiente. No hace falta agregar agua porque la fruta suelta su propio líquido. Si el líquido se evapora, se puede ir agregando agua hervida o jugo de naranja natural.

    3.-Añadir una cucharada de esencia de vainilla, unas cascaritas de limón, 1 ramita de canela y 3 o 4 clavos de olor. (No es necesario poner todo esto si no lo tienes) Llevar a fuego lento por aproximadamente 2 horas o hasta que se forme el almíbar, no mover mucho porque se pueden romper las lonjas (NO revolver, salvo que quieras convertirlo en mermelada). Al cabo de las 2 horas agregar un poco más de azúcar si el almíbar no ha tomado suficiente color y dejar que hierva una hora más.

    4.- Envasar cuando está caliente en frascos de vidrio, taparlos y darles vuelta boca abajo para que se forme el vacío. Una vez que esté frío, llevarlos a la heladera y al cabo de un rato, cuando se han enfriado, dar vuelta los frascos.

    De dos kilos de mamón pueden salir hasta tres frascos grandes de dulce o seis chicos.

    Malania

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  • Cuentos

    DÍA DISTINTO.

    “Día frío, especial para quedarme en casa y disfrutar de mucha tranquilidad y mi soledad”, pensó Rita esbozando una sonrisa. Era sábado. Se levantó de la cama más tarde de lo que acostumbraba y como era habitual, se desperezó bajo la ducha tibia y reconfortante. “Hoy no estás para compartirla” se dijo en el momento justo en que sus manos espumosas dejaban al descuido el jabón rosa que le traía recuerdos. El ritual posterior no fue diferente al de todos los días: secador  y cepillo para el cabello, crema y loción para el cuerpo, delineador y labial para no verse con una simple cara lavada, todo como si hubiera adivinado lo que la esperaba. Preparó unos mates, colocó la yerba, un poquito de azúcar, y apenas media cucharadita de manzanilla. Lo sacudió como para mezclar todo y echó un chorrito de agua fría sin mojar toda la yerba, luego el agua a punto, listo como para cebar la infusión. Esperó unos minutos y colocó la bombilla. Los primeros sorbos que suelen venir acompañados de polvo de la misma yerba mate, los escupió a la pileta. Recordó las cascaritas de naranja, por lo que desenroscó la tapa del frasco y tomó varias que ya estaban secas (Las cascaritas ella misma las preparaba cuidadosamente, tomando solo la parte anaranjada sin la corteza blanca amarga, dejándolas secar al aire libre y al sol).  Estaba feliz por el día que la esperaba. Ni siquiera iba a cocinar porque había comida en la heladera y solo faltaba calentarla antes del almuerzo.
       Bastó que se sentara ante la computadora (servidor) para que sonara el teléfono.
    -¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Cómo será tu día hoy? ¿Estarás muy ocupada? –la voz  al otro lado del hilo no le dio tiempo de elegir respuesta.
    -¡Hola! Bien! Nada especial para hoy. ¿Por qué? –recordó que tenía que salir a las cuatro de la tarde a visitar a un alumno para explicarle un tema de matemática, y se lo dijo.
    -Entonces voy a visitarte –dijo con tono decisivo.
    -Está bien –respondió la dueña de casa con el pensamiento puesto en que su día no sería el mismo de como lo había planeado.
       Tomó unos mates, encargó empanadas para reforzar el almuerzo, revisó su correo electrónico, escribió un par de comentarios en algunas de las Comunidades a la que es asidua visitante, y sonó nuevamente el teléfono.
    -Ya estoy cerca, ¿puedes salir a mi encuentro?
    -Ahí voy –respondió Rita.
    Era casi mediodía  cuando se encontraron. -Entre sus domicilios había más de hora y media de viaje-. El almuerzo transcurrió con amena charla. Sobre todo la de la visita que no se callaba ni para masticar los alimentos. Contó historias y más historias. Rita que acostumbraba a estar en silencio hasta cuando escuchaba la radio o sintonizaba un canal de televisión, -el volumen no supera los 20 decibeles-, estaba segura que Marta sobrepasaba al doble de ese volumen, hablaba a los gritos. En bien de sus oídos quería decirle basta, pero su corazón y su alma la invitaban a tener paciencia ya que la grata visita (dentro de todo, grata) no sería para mucho tiempo. La hora se aproximaba, Rita avisó que pasaría al cuarto a cambiarse de ropa, porque el ambiente no estaba para andar desabrigada. Se calzó las botas, tomó un abrigo grueso y se sentó a esperar a que Marta terminara la casi última charla como visitante. Rita se aseguró de que todo esté cerrado, hasta las llaves de luz y calefacción.
       Caminaron juntas, Marta del brazo de Rita por temor a tropezar con una baldosa suelta, que en este barrio y muchos otros, abundaban. Llegó el tren a horario y ambas ascendieron. Rita bajó tres estaciones antes de la que iba su amiga para hacer combinación. Pero la historia no terminó ahí, y el día realmente se presentaba distinto.
    Ya en casa de su alumno, se dispuso a explicar los temas demandados. Había pasado una hora cuando comenzó a sentir que su  olfato no le fallaba y desde la cocina un reconocido olor se expandía por todo el dos ambientes. El aroma particular y penetrante como molesto, salvo cuando se está dispuesto a comer al amigo del colesterol, comenzó a nadar hasta impregnar los cabellos limpios y prolijamente peinados, el abrigo colgado de un perchero y los poros de su piel perfumada. Rita solo pensaba en llegar al final de la clase. El olor a quién sabe qué cosa frita con aceite de mil usos,  le había quitado hasta las ganas de ir pasar por la parroquia y asistir a la misa vespertina. Se sintió tan mal que lo único que quería era hacer lo que hizo: llegó a su casa, se desvistió, colocó su ropa en el lavarropas (lavadora) y respiró profundo bajo la ducha tibia.
  • Prosa Poética

    SOL Y LETRAS

    En mis momentos de ocio aprovechaba para leer y releer sus poemas, sus poesías, cerraba los ojos me llenaba de su aroma.
    Solo aspirando la fragancia de sus letras me sentía feliz, mientras esperaba el momento justo para fotografiar un nuevo amanecer, distinto cada día.
    El sol se peinó en el mar y lo tiñó con su color brillante, mezcla de aire sereno y el eco de la risa de los peces en movimiento, apareándose al compás de las olas.
    Era hora de emprender la caminata. En uno de los surcos, señal del paso de alguna bicicleta madrugadora, un hilo rojo inventando su ausencia.
    Malania
    Imagen propia
                                                                                                                     
  • Relatos

    EL SECRETO

    Con sus 67 años de edad, se sintió persuadido y oprimido. El biotopo lo molestaba, no quería seguir así. Observar los líquenes todos los días lo deprimía, se sentía un simbionte. Esa noche eligió tomar un cóctel de frutas tropicales y se acomodó en el mullido sillón para mirar televisión.  Extraño y con sorna singular, diseñó el proyecto de su vida futura. No iba a correr el riesgo de sufrir un colapso a causa de ese trabajo y del techo que lo albergaba. Esa noche se iría para siempre sin contar a nadie cuál sería su destino. No quería seguir viviendo en esa casa cuya propietaria era su novia, la dueña de todo lo que lo rodeaba.
    Se despertó de madrugada con el televisor encendido. Fue a su habitación y ella no estaba. Tomó su maleta lista para partir y decidido se dirigió a la puerta de frente. Su novia yacía en el piso con pocos signos vitales. Tiró su maleta hacia el interior, corrió a buscar el coche y la trasladó al Hospital. Llegó a tiempo -dijo el cirujano-, su vida no corre peligro, pero tendrá un largo período de recuperación.   
    Su deseo nuevamente fue postergado sin saber hasta cuándo. Ese día la vida le deparó una sorpresa, buena o mala, sorpresa al fin.
           
    Malania
                                                                                                              
    Imagen de la red
  • Poesía

    ELLA QUIERE ESCRIBIR

    O quizás no,
    no quiere escribir
    pero tampoco quiere
    que yo escriba.
    Busca llamar la atención
    quiere caricias y mimos.
    Me espera en el portón
    cuando llego del trabajo.
    Me acompaña hasta la casa
    y se sube a mi regazo.
    Mientras me voy a la ducha,
    se acomoda en la cama.
    Y si me sirvo la cena
    brillan sus ojos
    como lentejuelas.
    Es la mayor
    de las tres hermanas,
    pero es la que me espera
    y la que siempre me llama.

    Malania

    Imagen: M. J. T.

  • Prosa Poética

    LETRAS QUE DICEN MUCHO

    EN UN MAR DE VERSOS

    De Patricio Massa

    Las letras y yo.
    Nos conocemos hace mucho.
    Jugamos desde siempre.
    Compinches de mil travesuras.
    Cabalgamos los renglones sin mayúsculas ni minúsculas saltando puntos y comas, sembrando en palabras mi sentir.
    Navegando en un mar de versos bajo un manto estrellado de sueños, a su trazo dejan estelas de mi pulso…y en lo más profundo de mi silencio, se sumergen a buscar la paz del corazón del niño que allí habita.

    Por Malania Nashki

    ¡Cuántas cosas se pueden hacer con las letras!, minúsculas o mayúsculas, en diferentes tipos caligráficos.
    Cuando empezamos a aprenderlas, solo nos enseñan a copiar y a identificar el nombre y el sonido de cada una.
    Pero una vez que las identificamos las usamos a nuestro antojo.
    Así surgen desde diminutas esquelas hasta voluminosos textos.
    Desde cartas de amor hasta mandamientos judiciales que pueden alegrarnos o entristecernos e incluso, matarnos de un infarto.
    La palabra escrita (o pronunciada) tiene mucho poder, y debería usarse con responsabilidad y respeto.
    Recuerdo aquella esquela, tipo cartita de amor, arrojada desde la calle envuelta en una piedra pequeña, atada con un hilo. Llegó hasta el patio del colegio de monjas donde las pupilas estudiábamos, sentadas sobre troncos de árboles que luego de estar secos se convertirían en astillas para mantener el agua caliente del gran calefón. Esa piedra traía una declaración de amor.
    Algo más que se quedó para siempre en mi mente: Las cartas de adolescente escritas desde el corazón. Las respuestas recibidas con esas letras perfectas, como dibujadas, por un aspirante de ingreso a las fuerzas de seguridad. O esa breve nota que decía: “Escríbeme, he borrado todos los contactos del teléfono y las direcciones de correo, y no tengo cómo comunicarme” procedente de un letrado muy querido.
    Y así podría continuar citando letras entrelazadas, párrafos, y textos enteros.
    Quizás dentro de esas elevaciones, montañas, cerros nevados, se amontonan las palabras, o quizás se deslizan con el agua cuando el sol calienta y se produce el deshielo.

    Malania

  • Relatos

    AUSENCIA

    Hoy no vino su maestra. El niño se entristece, y llora en silencio. Apoya sus manos en el marco de la
    ventana y sus lágrimas se confunden con el agua de lluvia. Está solo en el aula, no quiere ir con otra maestra. Es que ayer faltó y no se enteró que la seño hoy no vendría. Su madre lo trajo hasta el portón de la escuela y lo dejó. Lo pasará a buscar a mediodía. La directora le preguntó por qué no quiere ir con la otra maestra, la que atiende a niños de una sección paralela. Él lloró más aun, y cuando se tranquilizó explicó que los alumnos del otro grado se ríen de él porque es petizo y gordito, le hacen bullying.
    La directora lo llevó consigo y le dio tareas para que complete y estudie. Los niños se reían porque pensaron que Pedrito estaba de penitencia. Es que nadie va a la dirección a estudiar, dijeron. 
    El bullying es un tema que se debe tratar en todas las esferas de Educación para que esté reglamentado y se pueda evitar que siga ocurriendo este tipo de actitudes, y no solamente en la escuela primaria sino en todos los niveles.
    Malania
    Imagen de la red