LA PERRA CHOLITA
Lejos del invierno gris los días previos al de Navidad, y también al Nuevo Año, el hemisferio se cubría de un calor, no solo diurno sino también nocturno, sofocante e interminable.
Los fuegos artificiales aturdían a cualquier hora del día pero más cuando caía la noche.
El día de fiesta se cubría de luces por el aire, como si festejar con pirotecnia era la única manera de recibir a esas fechas con el agregado de abundante comida y bebida sobre todo en hogares más pudientes económicamente.
Uno de esos días, no recuerdo exactamente cuándo, mientras el viento conjugaba a su manera algún verbo, los estruendos terminaron y las luces se apagaron, el silencio fue interrumpido por ladridos de perros, algunos extraviados en el espacio y el tiempo.
Al amanecer,-mi padre siempre se levantaba muy temprano-, encendió la cocina a leña y se dispuso a preparar el mate como lo hacía todos los días. Pero esa mañana fue diferente. A sus buenos y sanos oídos llegaba el gemido de un animal que desde la ventana de la cocina no podía distinguir bien qué tipo de animal era, aunque supuso que era un perro. Y no se equivocó porque al acercarse y levantar las ramas del árbol lleno de flores color naranja, de esas que son las preferidas por mariposas y colibríes, vio a la perra pequeña que estaba acurrucada contra el tronco de la planta. Lo miró muy asustada y quiso disparar pero una de sus patas estaba lastimada y no pudo hacerlo. Mi padre le acercó agua y comida, y la dejó, pensando que se iría luego a buscar su hogar. Pero al rato vio como la perrita color canela caminaba renga hacia la casa. Su mirada con un inigualable brillo y su movediza cola eran signos de agradecimiento por la atención recibida.
Nadie nunca la buscó. Desde ese día fue la fiel mascota y su compañera de caminatas. Mi padre recorría una legua desde la casa del pueblo hasta el campo donde trabajaba prácticamente de sol a sol. Ambos compartían el almuerzo y alguna que otra galleta que comían a deshora.
Un día Miguel, -mi padre- tuvo que viajar a la ciudad para realizar un trabajo en casa de su hermana Julia. Mi hermano mayor lo llevó a la terminal de ómnibus en su Fiat 600 color azul marino. Ninguno de los dos se dio cuenta que Cholita, la perra, se subió y se escondió detrás del asiento entre las cosas que llevaba mi padre para regalar a su hermana. Cuando comenzaron a bajar los productos de campo –zapallo, mandioca, batatas, choclos- la perra se las ingenió y bajó sin que se dieran cuenta. Cuando paró el colectivo, Cholita se mezcló entre los pasajeros sigilosamente, ascendió al transporte y se acostó debajo de un asiento y nadie la delató. Al llegar a la ciudad, Cholita detrás de papá Miguel llegó a la casa de mi tía Julia. Pero como la mujer no soportaba tener animales en su casa, le dio un día de plazo para que la devolviera a su hogar del pueblo. Mi hermano mayor tuvo que hacer ese viaje de cincuenta kilómetros de ida y lo mismo de vuelta, para buscar a la perra.
Mi padre estuvo ausente de su casa durante dos semanas y la perra no quería comer solo tomaba agua y leche, a pesar de la insistencia de parte de mi madre.
Cuando papá Miguel regresó, la perra bailaba de contenta. Recuperó su peso y siguió viviendo feliz junto a su amo.Basada en una historia real.
Autora: Malania
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MASITAS SUELTAS CON YAPA
Como lo he afirmado antes, la vida puede ser el paraíso o el infierno, todo depende de la pintura con la que la coloreemos. También depende de los condimentos que podamos ponerle para saborear vinagre, pimienta y sal o azúcar y dulces frutos; a veces cosechamos los frutos que antes sembramos.
Algunos podrán estar de acuerdo con esto y otros no.
Cuando era niña, más allá de las necesidades que se pasaba (no solo yo, otros niños también), me sentía feliz con muchas cosas que ocurrían durante el día y lloraba cuando la maestra tomaba lección de sorpresa y no había estudiado lo suficiente. Si bien leía muy bien desde pequeña, me costaba interpretar los textos sobre todo los de Historia, que admito, nunca tuve especial aprecio por esa materia (Asignatura que hoy forma parte de la llamada Ciencias Sociales). No usaba mochila, cosa que no existía, sino portafolios o cartera de cuero. El cuero era bastante económico y duraba mucho, tanto que cursé los siete años de la escuela primaria con la misma cartera. Si al finalizar las clases, sobraba un pedazo de lápiz o un trozo de goma, mi hermana mayor se encargaba de guardarlo muy bien para el próximo año. Y de los lápices de colores, ¡ni hablar! se hacía lo mismo.
Recuerdo mi camperita de lana tejida color rojo. De tanto apoyar mis brazos sobre el pupitre, se me rompió en los codos, y mi hermana, que había estudiado en la Escuela Profesional de Mujeres y era modista, se encargó de colocar prolijamente en ambas mangas dos remiendos que más que eso parecían adornos. Al año siguiente la pude volver a usar en el invierno hasta que me quedó chica y la tuve que dejar. Si mal no recuerdo mi madre se la regaló a la nieta de una conocida. Y digo así porque ella no tenía amigas. Todo el día se pasaba trabajando y terminaba cansada como para hacer sociales, eso nos decía. Además siempre opinó que juntarse a tomar mate o ir de visitas a casa de las vecinas era indicio de chismerío. Salvo alguno que otro domingo salíamos toda la familia, mi padre, mi madre, mi hermana y yo a casa de mis tíos, hermanos de mi madre. La única hermana que tuvo había fallecido cuando daba a luz a hijas mellizas. Los hermanos de mi madre vivían en el campo y esos lugares nos encantaban porque el lugar era propicio para jugar por el inmenso patio de tierra que tenía y muchos árboles que nos daban su sombra. De mis hermanos varones no recuerdo, seguramente se quedaban cuidando la casa.
Mis tías eran muy buenas para la cocina así que siempre nos esperaban con “jruschiqui” (llamados así en ucraniano a unas tortas fritas dulces cubiertas de azúcar). Al atardecer volvíamos a casa para ir a dormir cuando apenas entraba la noche, porque al otro día todos nos levantábamos temprano, aún en vacaciones. Además había que ahorrar el combustible de las lámparas. En esa época, o al menos en casa, no contábamos con electricidad. Tampoco con agua potable de red.
Y para volver al tema de mi felicidad, lo era cuando recibía buenas notas en la escuela y las maestras me felicitaban. No recuerdo malos tratos, creo que eso no existía, tampoco se sabía nada de bullying. Si alguno se burlaba de otro, era sancionado con quedar frente a todos “de plantón” o suspendido, y sin poder asistir a clases por varios días. Los maestros eran respetados.
Y lo que más me ponía contenta era cuando mi madre salía de compras al “almacén de ramos generales” hoy día llamado supermercado, una vez al mes. Siempre me traía masitas dulces surtidas con huevitos de colores, esas que tenían forma de animalitos. Creo que todavía se consiguen pero en bolsitas, antes se compraban sueltas y las envolvían en papel de estraza (papel madera o kraft). Compraba un poco de acuerdo al dinero que le alcanzaba. Pero el dueño del almacén, don Basilio, siempre le daba con “yapa” porque sabía que nuestra situación económica no era de la mejor. Mi madre siempre decía que prefería y rogaba que la atendiera el buen hombre y no su mujer, doña Teresa, porque ella era muy mezquina y en vez de dar demás, siempre daba de menos.Cuando hablo de esto con mis hijos, suelen decirme que hoy día la situación es diferente, los tiempos han cambiado. Y es verdad, pero el ser felices o sentirnos bien con pequeñas cosas no cuesta nada. Cuidar lo que tenemos para no generar gastos innecesarios, tampoco es imposible.
La cuestión es dar valor a lo que uno tiene y no quejarse siempre. A la larga hace mal al que se queja y quizás también a los que lo escuchan.
Y como lo hacía Don Basilio, con “la yapa”, hacía sonreír y sonrojar a mi madre y a mí me hacía feliz con más galletitas dulces. Una sonrisa puede ser la mejor manera de ser y hacer feliz al otro.Malania
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EL GRITO DE LA NIÑA
Había una vez una niña llamada Milagros. Era una niña muy bonita pero a la vez muy tenebrosa, nunca hablaba.
Cuando ella era chiquita y tenía 4 años su mamá falleció y desde entonces no volvió a hablar. Ella vivía con su padre en un hotel llamado Harley Hotel ubicado en la avenida Belgrano en Buenos Aires. Un día el padre le preguntó a su hija hija -¿Hija porque no hablas?- y la hija no respondió. El padre le volvió a preguntar y la hija seguía sin responder.
Pasado un tiempo la hija gritó muy fuerte que todos los que vivían en el hotel escucharon. Ella había gritado porque no le gustaba que le molesten y menos que le hablaran.
Meses después la niña empezó a hablar pero muy poquito, ya había superado lo de su madre y su vida empezó a ser de colores.Escrito por la niña Lua T.
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NADA LOCO
Leo, escribo, leo. Corrijo y vuelvo a leer. A veces la idea sale a flote como por arte de magia. Otras tantas, nadan las palabras en el mar de las nubes y siento que lo que escribí al principio ya no sirve de nada.
A muchos les pasa lo mismo, al escritor, al poeta, al que proyecta.
A un arquitecto quizás, a un programador, a un diseñador, a un parquizador y a tantos otros.
Leer, escribir, proyectar no es pérdida de tiempo.
¿Qué significa perder el tiempo?
El no hacer nada de nada.
Perder el tiempo es: llevar y traer chismes, provocar peleas entre personas conocidas o no, criticar sin fundamento, sin conocer la verdad y como siempre digo, la lista puede continuar.
El escritor poeta no está loco, porque todos tenemos un poco de locos. ¿O no?
El escritor poeta juega con las palabras, imagina situaciones y las hace reales.Malania
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EL ESCRITORIO AZUL
Con aire pesado y entrecortado por el abrir y cerrar de la puerta, el viejo escritorio pintado de azul
descansaba en una habitación casi sin uso.
No entendía mucho su función, pasaban los días y nadie lo ocupaba.
Ella entraba y lo miraba, aunque el color azul no le gustaba y eso se notaba. A él tampoco le importaba que esté allí o en cualquier otro lugar, junto a muchas otras cajas y muebles que con suerte, por el clima apropiado no despedían vaho.
En la noche oscura lo visitaban algunos mosquitos y pequeñas lagartijas hambrientas. Al verlo inactivo y triste, no lo molestaban.
Su color intacto pero, por el polvo que filtraba por alguna hendija, se lo veía apagado a pesar de la claridad del día.
El ruido de uno que otro automóvil de su letargo infinito lo despertaba.
Y así fue pasando el tiempo hasta que un día, cómo su dueño no quería venderlo, se lo regaló a una niña que necesitaba tenerlo.
Viajó el escritorio con miedo, sin saber a dónde iba, pero al llegar vio a la niña y se alegró pensando que allí sí tendría compañía.
Ahora vive feliz entre osos de peluche y muñecas de gran sonrisa; la niña le cambió la vida a ese escritorio que lleno de polvo pasaba sus días.
Se siente dichoso entre juguetes, acunando niñas acompañado de libros, y hasta puede escuchar voces por el teléfono, al que le sirve de lecho.
Ahora no tiene sentido el llanto ni tiene que morder el silencio. Se siente acompañado y se perfuma con los aromas de las flores de rosas, jazmines e incienso.
La tristeza ya no derriba sus bordes engomados y aquella sorda habitación quedó en el pasado.Malania
Imagen: M. R. T.
DE MALA MADRE
Cuando me dijeron su nombre: Mala Madre, me ha sorprendido.
Es que nunca hubiera imaginado la razón de esa denominación.
En los bordes de sus hojas maduras, que a su vez han nacido a causa de otras hojas que han caído, no por descuido sino por el viento mismo, han salido hojitas que parecen flores pequeñas con pétalos prendidos a su hoja madre.
Esas que para mí son bellas florecillas, son expulsadas una vez que han crecido. De ahí el nombre de Mala Madre porque cumplido cierto tiempo no quiere sostener más a sus hijos.
Si están cerca de otras macetas o de algún jardín florido, al caer sobre la tierra, lo más probable es que se reproduzcan y se conviertan en plantas madres.
Seguramente el proceso se repetirá una y otra vez.Malania
Imagen propia
ESPACIO – TIEMPO
La teoría restringida de la relatividad, como se le llamó después al tema de su trabajo de 1905, trataba sobre los conceptos del espacio y del tiempo a los que los filósofos y científicos habían dedicado mucho pensamiento a través de los tiempos.
Algunos pensaban que el espacio era una sustancia (el éter) que impregnaba todo. Otros evocaban imágenes del flujo del tiempo o los granitos de arena cayendo en un reloj de arena.
Aunque esas imágenes apelan a nuestros sentimientos, tienen poco que ver con el concepto del tiempo en física.
Para entender el espacio y el tiempo en física se necesita que distingamos nuestra experiencia subjetiva
del espacio y del tiempo de lo que en realidad podemos medir de ellos.
Einstein lo dijo de manera muy sencilla: el espacio es lo que nosotros medimos con una regla de medir, y el tiempo es lo que medimos con un reloj.
La claridad de estas definiciones revela una mente absorta en un gran propósito: que el nexo de unión era la geometría.
En presencia de una masa, el espacio-tiempo se deforma, de modo que cualquier otra masa nota ese espacio deformado y se ve obligada a seguir trayectorias diferentes a cuando estaba el espacio sin deformar o sea, sin ninguna masa.Malania
Fuente: Wikipedia y Cosmo Educa
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ENTRE CLARO Y OSCURO
En medio de un desorden
entre calor y frío
era difícil diferenciar
si existía amor
o solo deseo desvalido.
No había claridad
en los días que corrían
a veces las horas
pasaban normalmente
entre lo real y lo ficticio,
entre lo estático y lo dinámico,
entre la verdad y la mentira.
Pero lo ficticio, lo estático y la mentira,
me sumían en un negro escepticismo.
El caos del vacío del amor
muchas veces carente de pasión
hace sentir
la ausencia de alguien,
la soledad disfrazada de piedra fundamental
con raíces profundas de autosuficiencia.¿Cómo discernir entre lo verdadero y lo falso?
¿Cómo distinguir si ese beso lleno de pasión
significa la bienvenida de un comienzo
o la despedida de un final?
Hoy, el saberte lejos
hace temblar la ascensión del amor
intoxicado en el vacío del tiempo
dudando de si algún día
tu presencia se volverá realidad.Malania
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LAMENTO LEJANO
Lejos de las serpentinasdel laberíntico recorrido urbanoen noche de luna quietacon la ilusión de las estrellas en cantoal compás de las ramas secaslo vio, él estaba allíentre los tímidos rayos del sol nacienteun turbio día de noviembre.El zumbido cobrizo de las chicharrashacían más densa la penumbra selvática.Ella sabía que el horario de su vidano estaba subordinadoa las leyes del tiempo divinosino a los ciclos propiosde sus deseos y de su destino.Lo vio, claro que síen una fechala más grande fecha de la desilusiónbajo un cielo pasmado de fríoaspirando el aliento taciturno de malos presagios.Y con la intensidad de la intemperiesu intemperiesolo pudo escuchar un lamento lejano.MalaniaImagen: S. D. V.SOMBRAS
Hay sombras que se tornan inseparables,se apropian de nuestros sentimientosy se convierten en nuestra propia sombraaunque aparentemos ser intocables.Sombras que no nos abandonanni de día ni de noche,están allí abrazándonos, besándonosincitándonos a continuar vivos,memoriosos y enérgicos,esas sombras que no están amortajadas.Están llenas de vidaaunque aparenten ser nada,allí estánpara hacernos saber que el amor existe,simplemente están presentessin descubrir el motivo por el que están.Se alejan y luego regresansin importar horarios ni estados del tiempo,si hay nieve, llueve o hace fríosolo están.En medio de la lluvia, la arenao sobre la tierra roja o gris,frágiles o fuertes, qué más da.El hecho es que están y no se alejan demasiadoy si viajan luego regresanbuscando nuestra compañía.Si las rechazamos corremos el riesgode un memorioso nunca más.A veces dudo …si solo son sombraso es tu presencia fugaz.MalaniaImagen de la red.