DISTRAÍDA
DISTRAÍDAAyer, atrapada por la velocidad del tiempo, que a veces apremia y no pide disculpas, así como en un abrir y cerrar de ojos, casi se le fue la vida. Cuando reaccionó, su cabeza le pasó factura. Pensó en todo lo que hubiera dejado, pero lo que más le asustó fue que nadie se hubiese percatado de su desaparición y tal vez recién en días, se enterarían cuando alguna fuerza de seguridad se dignaría a tomar el teléfono y comunicar a alguien del mismo apellido, lo que había ocurrido.– Las personas comunes no somos noticia, dijo.Después de lo ocurrido sólo pensó en expresar su deseo:– “Cuando me muera,no quiero flores en mi tumba.Destina ese dinero a calmarel llanto de un niño hambriento.No derrames lágrimas,prefiero un vals mal bailadode esos que aún sin aprendersé que igual puedes hacerlo.Y deja que la lluvialave mis pecados,por haberte amado tanto”.DÍAS Y DÍAS
Cada nuevo día es un milagro,
cada jornada nos trae siempre alguna sorpresa,
y aunque sea la más mínima,
como un pimpollo recién abierto
o una melodía de un pájaro
que se anida en algún árbol cercano.
Hay días venturosos
y otros en los que fluctúa
una incierta nebulosa,
días que parecen
noches interminables.
Pero al fin todo se revierte,
vuelven la paz y la calma,
todo se acomoda y el tiempo fluye
como agua cristalina por su cauce
bajo la bella luz de la poderosa luna
en un día cualquiera.Imagen: H. R. F.
VOLCÁN DE LAS PALMAS
No es la aurora que resplandece,
es lava pura, es espanto.
Inmóvil por años, dormida,
sin dar señales de vida
y de pronto estalló
con gran furia y porfía.
Lo que antes fue un lugar habitable
hoy lloran las criaturas inconsolables.
¿Cómo lograr apaciguar
a la gente que ha perdido todo?
La naturaleza es mágica,
reacciona y estalla.
Esta vez, misteriosa,
con magia destructora.
El tiempo se encargará
de borrar las heridas.
Desde mi querida Argentina,
abrazo a todos los habitantes canarios.
Que el dolor que invade hoy
los corazones tristes
vaya desapareciendo
y los vientos propicios
les traigan paz y serenidad,
con la esperanza
de continuar la vida con amor
y con plena de alegría.NADA FUGAZ
En el holográfico universo,múltiples planosen grises y naranja,entremezcladoscon colores sin nombre.Planos misteriosos y mágicos,que se desplazanentre la fresca y divertidabrisa del horizonte,cuando el solse va despidiendosin rigor del tiempo,desmontadode los hombros gigantesde una nube.Imagen: E. P. L.¿VERDAD O MENTIRA?
Kidil regresaba de su trabajo, cuando de pronto vio a su novio sentado a la sombra de un frondoso árbol en la plaza de la ciudad. Cuando regresó a su casa ella lo increpó por lo que él, un poco molesto dijo:-¿Qué importa si esperaba a alguien o no? ¿Qué pensarías si te dijera que esperaba a una amiga, o a una mujer, o a un hombre?….tal vez si, tal vez no…¿Qué te parece?…Podía esperar a un amigo, o simplemente a nadie ¿Qué te parece?- Volvió a preguntar-. ¿Quieres saber? eres muy curiosa…pero no me voy a ensañar contigo, no hay razón ¿o sí?A decir verdad no esperaba a nadie, y cuando puedo, me gusta ocupar el tiempo en una plaza porque sí, estar un rato sin hacer nada y precisamente allí, en un parque o en una plaza.La joven permanecía en silencio y él continuó:-Si te hubiera dicho que esperaba a una mujer, te llenarías de preguntas, ¿no?….bueno no, no esperaba a nadie….pero…..¿Me crees?…tal vez te mentí…jajaja o tal vez te he dicho la verdad…Y ante el mutismo de la mujer él se acercó, la rodeó por la cintura en un abrazo y le dijo al oído:
-Para compensar la intriga…te daré mil besos y algo más. ¿Quieres? …Imagen: E. P. L.CIELO SIN LUNA
Y mientras dormitaba,
recitó esta estrofa de:ENTRE PROA Y POPA
Las velas se mecen
al compás del viento
y entre proa y popa
te pienso a lo lejos.
De repente se volvió una niña, la niña mora, en una casa vacía donde flotaba inseguro el aire húmedo, entre el calor y el frío de un suelo sin piso, descubierta y sin techo bajo el cielo sin luna iluminado solo por algunas estrellas.
De pronto irrumpió en la Bahía desierta, una pequeña nave y después otra un poco mayor, ubicándose sigilosamente proa contra proa, como amantes que hubieran aprendido juntos todos los trucos de la nocturnidad
La niña aguzó sus sentidos para distinguir aquella voz áspera que se entremezclaba con el vaivén de las olas.
¬ Dejaremos el elemento inventado en aquella casona abandonada ¬escuchó detrás de una montaña de escombros para no ser vista¬
Prefirió no moverse en esa noche desapacible, hasta quedarse dormida.
Cuando despertó no pudo más que llorar de alegría, él estaba allí con la voz cambiada por el mal tiempo, y consigo, el
elemento inventado, esta vez descubierto bajo una gran manta.
Era su regalo de cumpleaños.Imagen: E. P. L.NARANJA AMARGA
Ana se despertó sobresaltada. Su pequeña de cinco años volaba de fiebre.
A la una de la madrugada en el pueblo no se escuchaba más que el volar de los mosquitos hambrientos. Menos se podía esperar que haya una farmacia de turno, ya que el farmacéutico vivía en una casa al fondo del terreno, y el timbre, menos el portero eléctrico, no existían, por lo que sería una pérdida de tiempo pensar en conseguir un medicamento.
Recordó algunos remedios caseros que su abuela preparaba y sin pensar más se calzó las alpargatas, se vistió un abrigo y salió corriendo hacia la casa de una vecina que distaba unos 200 metros. Por suerte, Sofía era de esas vecinas solidarias que no se negaban a nada. Linterna en mano para alumbrar la huerta, arrancó unas plantas de perejil, las lavó con agua de pozo (no era aljibe, era agua de vertiente), envolvió en papel de diario viejo y entregó a Ana, quien sin siquiera agradecer (dicen que es de mala suerte agradecer por los remedios) dio media vuelta y volvió corriendo a su casa. En ella la esperaba Guido, con el fueguito encendido en la cocina a leña y el agua hirviente en una pava ennegrecida por el fuego y el pasar del tiempo, para preparar la infusión de raíces de perejil. No tardó mucho en estar listo el té, que fue paseado entre dos tazas como para que se enfríe un poco antes de dar de beber a la niña. Paulita era la menor, y si bien los padres no acostumbraban a las demostraciones de cariño, ambos la amaban con toda el alma. Paulita tomó de a sorbos el té caliente y al rato comenzó a transpirar hasta quedar empapada, por lo que su madre procedió a desvestirla de a poco como para evitar el cambio brusco de temperatura, lo que podría resultar fatal. Cambió su ropa y la cubrió con una frazada. La niña durmió sin nuevo sobresalto.
El día amaneció lluvioso y frío. Paulita mostraba un cuadro gripal sin fiebre intensa, pero la febrícula continuaba. Ana recordó que el médico en oportunidad anterior con un cuadro semejante con otro de sus hijos, le había dicho que la gripe se cura sobre todo con reposo y té caliente. Además había que evitar el cambio brusco de temperatura.
Ese día iba a preparar pan casero, el dinero escaseaba y había que ajustar gastos. Era un lujo comprar en la panadería. A media mañana, escuchó a Paulita que despertó con tos. Pensó en lo que podía darle de tomar. Recordó el té de naranja amarga a la que llamaban “apepú”, la planta que tenían en la quinta rebosaba de frutas, no servía para tomar el jugo, pero sí la pulpa blanca o segunda corteza, era utilizada para preparar dulce en almíbar. Arrancó tres, o cuatro o quizás más hojas del árbol, las lavó y colocó en un jarro de aluminio, agregó unas cuantas cucharadas de azúcar blanco, varios carbones hecho brazas en el horno, donde luego iba a cocer el pan, lo revolvió hasta salir humito aromático, agregó las hojas de naranjo, revolvió y sobre ellas agua hirviente. Dejó hervir unos minutos más, dos o tres, y retiró del fuego. Esperó a que enfríe un poquito, no mucho, tomó una bombilla y se lo llevó a la cama de Paulita, quien esperaba despierta a su mamá. Llegó la noche y hasta ese momento bastaron no más de tres tazas de esta infusión para que la niña recupere la respiración normal.
Pasaron algunos días, y todo el malestar y el susto habían quedado atrás, gracias a la buena vecina y a la receta del té de la abuela.Imagen de la red.AZARES
Su inmovilidad en la que había permanecido todo el tiempo desde que llegó, se acababa de romper. Allí, recostado primero contra el fondo de las nubes, estaba moviéndose como si en vez de andar se deslizara sigilosamente. Los jirones de nubes negras fueron desapareciendo lentamente. Parecía contar con una fatiga general. No llevaba alabardas ni arcabuces, prefirió convertir el lugar en un paraíso a pesar de la ausencia de su hurí. Decidido salió a navegar de bolina exhibiendo su elegancia y eficacia en su acometido. En medio del mar calmo y por determinación de los azares de la vida, pudo acabar de leer “Los Cuatro Vedas”Imagen de la red