ORGULLO DE HOMBRES
Su mirada
se escurría sobre las cosas
no lograba detenerse en ellas.
Ese día vibró el aire frío
y deshojó sus palabras
letra por letra.
Su fragilidad se había resguardado
tras un indecible hastío.
Atravesó calles angostas
inundadas por el sol.
A la hora de la siesta.
el silencio era absoluto.
Las aceras recobraron
su inmovilidad espectral.
Las sombras ausentes dormían
lejos del influjo de la luz.
La visión del hombre
se había desvanecido
dejándolo prendido en el brasero
de un cielo demasiado grande para él.
Para saciar el violento deseo
que le había asaltado
con los primeros albores de la mañana
marcando la aurora del tiempo
de los amores lejanos
buscó refugio
en la magia de la casa vacía.
Y ya nada pudo detener
el torrente de palabras
y envuelto en ellas
perdió la noción del tiempo.
En la finitud de un gesto anodino
modificó junto al pájaro
su visión del mundo.
Un auténtico paseo de recreo
inventado
por un jardín prohibido
perfumó su cuerpo
con jazmines, rosas y amapolas.
Un jardín donde florecía
el orgullo de los hombres.
Malania
Imagen: C. J. V.