Prosa Poética

CERRÓ UN CAPÍTULO DE VIDA

Entre bemoles y sostenidos, esperaba con resignación que algo diferente ocurriera.
Frente a su casa, los árboles permanecían de pie como soldados firmes.
Ya nada quedaba de los bosques nativos y fragantes de cuando era niña.
Habían sido talados con hacha o con sierra mientras ella estuvo ausente.
Los árboles la observaban, habían sido plantados para que en un futuro cercano -o no-, fueran destinados a la industria. Algún día también desaparecerían como los nativos y como su amor.
Nunca creyó que ese amor prosperaría. Era como una planta sin raíces destinadas a marchitarse.
A veces, como ese día, esperaba el milagro. Pero no tuvo éxito su deseo.
Entonces, la noche la adormeció y se durmió en brazos de la luna llena.
Cuando despertó dijo a sí misma:
“Nada crece, nada prospera en la penumbra de los secretos.
El amor, como los árboles, necesita de luz y espacio para desarrollarse y expandirse”.
Se sintió libre de su amante, fuerte, sana, con mucho apetito como una adolescente.
Hacía largas caminatas seguidas por sus mascotas, y se metía en la cocina para preparar exquisiteces. 
Cerró un capítulo de su vida y dejó de atormentarse con recuerdos y especulaciones sobre lo que pudo ser.

Malania
Imágenes: propias y de Rosana G. B.

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