• Relatos

    POR UN CAMINO NEVADO

    Con cierta expresión confusa pero tierna, ella, con la mirada y el corazón, seguía buscando por el camino de la vida un nombre que no encontraba.
    Cerraba los ojos y lo veía con todos los rasgos característicos que no se le borraban. Sentía un mundo demasiado distante, demasiado elevado. Él era doctor en leyes muy destacado.
    Aunque pensaba, que “el resto” también puede estar presente aquí o allá, al final del recorrido.
    El camino y los campos estaban cubiertos de nieve. Las montañas parecían vestidas con bonetes blancos. Si hacía frío ella no lo sentía en la piel, pero sí en el corazón.
    A veces duele más el alma que el cuerpo, -pensaba- y no hay remedio para curar eso. O sí, pero de esos que dopan y emborrachan. No sirve, porque cuando pasa su efecto el dolor se vuelve más grande aun.
    Quizás el pasado no muy lejano,  que recordaba casi a diario y en cualquier momento, marcó aquellas horas solemnes que pasaron juntos.
    Al final del camino nevado reflexionó y pronunció como en susurro:
    Cada cual puede rehacer la obra de su vida a su manera, con topetazos desordenados o en armonía. Depende de cada uno.

    Imagen: C. J. V.

  • General

    CABALLO HERIDO

    Sumamente desagradable,
    un apache,
    que decía ser virtuoso,
    siempre acompañado por un lacayo,
    el dueño de semejante caballo.
    Era una bestia al montarlo
    al galope cabalgando,
    aunque la gente decía
    que más bestia era el jinete
    cuando usaba las espuelas
    lastimando su verija.
    Con gruñidos se quejaba
    siguiendo la cabalgata.
    Pero un día se empacó
    y a su amo derribó,
    por todos sus malos tratos.
    Relinchando y al galope
    campo afuera  disparó.
    Nadie supo adónde fue,
    como por arte de magia desapareció
    y su amo nunca más lo encontró.

    Imagen: R. E. Ch.

  • General

    LOS DÍAS DE SERAPIO

    Lejos de ser campo desolado sin cultivos,
    Serapio se encargó de plantar
    a su antojo y libre albedrío.
    Con su azada y su pala abrió surcos
    y sembró semillas, plantó esquejes y bulbos,
    nada para vender, todo para su consumo
    y el de sus mascotas.
    Para él su familia son los animales,
    un gallo cantor, un gato maullón, varios perros,
    y unas cuantas gallinas que ponen huevos,
    los suficientes para su consumo.
    Las encierra por las noches
    por las comadrejas intrusas
    y así evitar escaramuzas
    con sus amigos los perros.
    El gallo es su despertador
    con su canto mañanero,
    y el ladrido de los perros
    ahuyenta a los malevos.
    El gato con su destreza
    limpia la casa con fortaleza,  
    de insectos y roedores
    para evitar que se contaminen
    los escasos alimentos
    manteniendo limpio el ambiente.
    Los perros acompañan a Serapio
    a buscar agua de la vertiente
    y la leña seca que busca del campo.
    El gallo queda de jefe
    con su ayudante el gato.
    Las gallinas cacarean
    orgullosas por el buen trato.
    Serapio plantó batatas,
    mandioca y mucho zapallo,
    es lo que más le gusta
    porque cosecha todo el año.
    Sembró maíz,  verduras y otras legumbres,
    por necesidad y por costumbre,
    y a veces la incertidumbre
    lo pone de mal humor
    cuando hay heladas sin lluvias
    o está muy caliente el sol.
    Y así transcurren los días
    de Serapio y sus mascotas
    en total monotonía,
    pero aún así es feliz en su choza.
    Paredes de madera y bosque
    chapas de cartón y estrellas
    de cubierta para el sol de día
    y la misteriosa noche.

    Imagen: M.J.T.

  • Cuentos

    A LA ORILLA DE UN ARROYO

    Se había sentido embriagada como si le hubiera hablado el pájaro aquel, sublime alondra, que esperaba volver a oír después de mudarse al campo, luego de que en la gran ciudad sólo escuchaba al zorzal cuando la despertaba.
    Recuerda que antes de mudarse a la gran ciudad todos querían impedirle que se fuera. Le decían que estaba loca. “Aquí estás segura y te vas a un lugar donde todo el mundo trata de alejarse de ahí”. Pero su valentía fue superior a todo aquello que, por una parte, sabía que era así. Su lugar estaba allí en la gran ciudad.
    Tenía que enfrentar la vida como fuera, de la mejor manera. En ese cambio se dio cuenta de la importancia que tienen una ruta, un puente, una altura de calle…pero también la de una mirada, una sonrisa, o simplemente el silencio.
    Esa tarde, siguió las huellas del canto de la alondra por la cuesta de los espinos amarillos. Las hojas y las flores se movían sin cesar. Vio a lo lejos en graduación los glaciares azules que coloreaban el horizonte.
    De pronto ya no había luz en el cielo. Tropezando con cuanto había en los senderos, se equivocó de camino. Llegó hasta la ladera de las cumbres y allí esperó a los primeros rayos del sol. Su sorpresa fue el paisaje y el despertar con el canto de la alondra, a la orilla de un arroyo en un bosque pantanoso.
    Nadie sabe cómo pudo llegar hasta ahí, ni ella recordaba adónde tenía que ir.

    Imagen: R. E. Ch.

  • General

    BELLA SONRISA

    Una calle estrecha, profunda y oscura,
    techada únicamente por el brillo de las estrellas.
    En la negrura de la noche
    una espada bailotea
    como duende de luna nueva.
    De día el temor desaparece
    y el sol cae de plano sobre los patios
    y la luminosidad del astro rey es dominante.
    Algunos habitantes perplejos
    bajo el calor y la luz,
    tratan de entender
    las curiosidades de la vida,
    en pleno domingo a mediodía.
    Un día igual a éste, ella dormitaba
    en horas de siesta y balbuceaba:
    -No quiero pensar
    no quiero recordar
    no quiero llorar
    ni tampoco volar.
    Pero se quedó dormida y voló
    con su mente pintada de blanco
    y en su vuelo lo pintó de verde
    un verde esperanza
    una esperanza posible
    de que un día podría volver a verlo.
    Y lo pintó de rosa
    en campos de flores silvestres
    todas sin espinas
    y en suelos sin rocas.
    También lo pensó de rojo
    hasta que el sol se desplomó
    y lo vio en las flores
    al borde del camino agreste
    y en los jardines cercanos
    en la espléndida campanilla
    y así en ese rojo fogoso
    él le sonrió
    desde esa preciosa flor.
                                                 Imagen: E. P. L.
  • General

    ARDIENTE IMAGINACIÓN

    A veces, todavía se veían en torno a ella,
    una flor misteriosa que ya no despierta nada,
    despacio fue apagándose su elegancia
    por los fragmentos de un mundo desconocido.
    Pero no se pudo apagar
    la ardiente imaginación de los amantes
    y con frenética audacia, envueltos
    en la brisa cargada del perfume
    de magnolias blancas, graban
    un gracioso sello de rara distinción
    en la planicie de un campo,
    en un venturoso acto de amor.

    Imagen: R. E. Ch.

  • Poemas

    BAJO LA MISMA LUNA

    Briosa la luna, 
    con rocíos tibios
    pintó de aceituna
    los campos de espuma.
    Parpadeante
    brilló la lucerna
    y el reloj paró  
    en punto a la una.
    Al amanecer
    bajo la misma luna
    iluminé mi rostro
    con tus letras de tuna.
    No había espinas
    en esas palabras
    de trenzas sonrientes
    y abrazo de cuna.
    Nació una mueca
    en guiño a la luna
    y con una carcajada
    sin intención alguna
    se evaporó la hambruna.
    Imagen: E. P. L.
  • Poemas

    CAMPANILLAS ROSAS

    A campo abierto,
    donde la inspiración brota,
    revive en ellas
    campanillas rosas;
    las amas tú, las amo yo. 
    Porque me has enseñado
    a contemplar en silencio,  
    y acariciar como las flores,
    hablar con la mirada sosegada,
    a disfrutar del ambiente.
    Me preguntabas mil veces
    cómo me encuentro,
    a lo que respondí siempre
    ahora bien, siempre bien,
    con una sonrisa latente.
    Mientras los insectos amarillos
    esperan que la lluvia
    lave sus abyectos  ocelos,
    las campanillas rosas
    gozarán bellas.
    Meciéndose en el viento
    lucirán orgullosos  pétalos,
    albergarán  mariposas,
    cuidarán celosamente sus nodos
    aún bailando a campo abierto.
    Imagen: R.E.Ch.
  • General

    PASEO DE NUBES

    Hoy las nubes pasean de la mano,
    unas van por todo,
    otras van por nada
    y simplemente navegan
    en el mar de los sueños,
    sobre campos, ciudades y montañas.
    Expelen aromas,
    los que durante el paseo
    del éter absorbían,
    y suaves melodías
    cuando se rozan con aquellas
    que permanecen como estatuas,
    esas que penden
    de hilos fosforescentes,
    aturdidas por el mismo sol,
    que les ayudará a soltar
    sus acumuladas lágrimas,
    sobre los campos resecos
    y flores mustiadas.

  • Poemas

    ALLÍ…

    Un ascua resplandeciente
    indica el camino,
    sin adoquines ni espinas.
    Allí puedes encontrar
    una estrella que guía,
    árboles que refugian,
    vertiente de agua fría,
    brisa suave y perfumada,
    purificante silencio,
    canto de pájaros,
    que no abruman
    y brindan compañía,
    mar de hojas primaverales,
    manto azul en armonía,
    oasis reconfortante,
    campo de amor y ternura.
    La madre naturaleza
    te energiza la vida.
    Imagen: M. J. T.