• Poemas

    PÉTALOS

     
     
    En último acorde de un te quiero
    dormitó sobre una nube de topacio.
    Doblegada en el tiempo
    navegó esfumándose en el espacio.
    Qué difícil la vida
    cuando el sentimiento fluye en canto
    y el tiempo en el viento se lo arrebata.
    Perdura un manto de esperanza
    en alas de pétalos escarlata.
    Fotografía gentileza de Rub. E. Ch.
  • Poemas

    LLAMA DE ESPERANZA

    Avanzó desde el sótano oscuro
    entre objetos de bordes filosos
    y húmedas esquinas
    entre espacios vacíos
    y amontonamientos mustios
    entre maderas de roble
    y fajas de nogal y lino
    entre cobre y hierro
    y chapas de metal sin brillo
    entre duelas agujereadas
    mal clavadas y destempladas
    entre escuerzos sedientos
    y vestigios de anillos.
    Pero al fin logró
    atravesar el portal
    con libre albedrío
    y hasta pudo contemplar al sol
    reflejarse en el río..
    Lo secuestraron por error
    sin ser culpable del lío
    luego lo detuvieron
    por haber desaparecido.
    A pesar de todo eso
    no fue un presidiario triste
    de una vida sinsentido.
    Su esperanza estaba viva
    de ser alguien algún día.
    Nunca se durmió en laureles
    avanzó y avanzó
    con amor por la vida
    sorteando cualquier laberinto.
    Así pudo salvar las penas
    recuperando los valores perdidos.

    Fotografía: Gentileza de Chana María A.

  • General

    NUNCA ES TARDE

    Era un hombre de unos cincuenta años.
    Entraba al edificio por una ventana sin orificios
    y sin mirar a nadie ni siquiera al portero,
    subía las escaleras hasta el piso primero.  
    Allí vivía con un gato y un perro, cinco peces y un conejo.
    Muchas veces se escuchaba un zapateo,
    pero nunca se supo si era el hombre
    o el perro, que saltaba con el conejo.
    Decían que tenía una pierna más corta que la otra
    y por eso, usaba zapatos de tacos
    medianamente altos y con bordes de acero.
    Caminaba por las calles
    como un canto desconocido y lento,
    sus proyectos inconclusos nunca tenían acuerdo,
    con una mujer del pasado
    que llevó el mismo nombre del perro.  
    Fueron socios en algún tiempo.
    Nunca fueron amantes,
    aunque las malas lenguas decían
    que una sola vez tuvieron sexo,
    fue cuando engendraron a una niña
    que nació en el invierno.
    La mujer llamada Calíope, era tan pero tan fea
    con ojos de rana y cabellos de cerdo.
    Borrachos en la media noche
    no se sintió lo feo y agrio del cuerpo.
    A veces de sus ojos negros
    brotaban lágrimas como anzuelos.
    Él no perdía las esperanzas
    de escuchar algún “te quiero”.
    Pero si hasta para conquistas ¡era lerdo!.
    Una vez por semana veía a la niña con celo.
    Era muy bella y coqueta, de la madre no sacó ni el pelo.
    Se parecía a su abuelo, ojos grandes color cielo
    y los labios como de nadie, porque eran de terciopelo.
    La madre viajó muy lejos
    en búsqueda de otros sueños
    y dejó a la niña en penumbras
    un día en año nuevo.
    El padre se mudó de casa con el gato,
    el conejo, los cinco peces y el perro.
    Llevó con él a su hija para darle un buen sustento.
    Muy obediente la niña, la vida no la tomó como juego
    y estudiando se graduó, como logro de sus sueños.
    El padre ya jubilado acompañaba sus proyectos.
    Logró ser muy exitosa, aunque tuvo retos a duelo.
    Viajó con su canoso padre, sin sonrisas ni al espejo,
    pero lo que tenía de serio no lo tenía de viejo.
    Un día menos pensado despertó otros sentimientos,
    se dio cuenta que al sonreír era dulce y muy tierno,
    para esa dama que apareció como si fuera un cuento.
    Se enamoraron los dos y al año nació un niño,
    y más que padre era el abuelo,
    pero él orgulloso no hizo caso a los chimentos
    y logró su eterno sueño.
    El hombre llamado Eusebio,
    formó una familia con su esposa Rufina,
    su hija Yanna y su hijo Aniceto.

  • Poemas

    SIN ESTORBAR

    Nivelan la superficie verde
    alguna vez, color de esperanza
    los caramillos sin estorbar.
    ¡ESO!
    Ya no quiero obstaculizar
    ni siquiera tu pensamiento.
    Volcaré mis sentimientos
    en lechos de hojas agudas
    en páginas claras y vacías
    que no fastidien tu dureza.
    Las pecas luminosas de mi cielo
    te iluminarán en silencio
    sin que te percates de ello
    para no infligir
    en tu delicado y portentoso silencio.
    Fotografía: Julián Tenaschuk