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AMOR AL NATURAL

El sonido de la música se mezclaba con las voces de los niños y el ruido de la lluvia sobre el techo de cinc.
De pronto recordó lo que acababa de decir su amiga: “con alguien a tu lado no estarías sola”. Siempre sus amigas le decían que no debía tener solamente una mirada recta al frente, sino que debía mirar hacia los costados o nunca hallaría alguien con quien convivir. Enviudó siendo joven.
Había pensado en formar pareja, pero el camino de la vida le hizo pensar mucho en él. Quizás porque ya no le interesaban las propuestas de uno u otro amigo, aunque estas fueran decentes y alguna hasta tentadora, pero igual no la convencían. Nadie le llegaba al corazón como lo había hecho él. Y él ya no estaba, ya no volvería.
A veces ve oscuros nubarrones en el cielo que bajan arremolinados trayendo viento y lluvia, en tardecitas de sueño y nostalgia. Esas son señales, afirma. Pero también se presenta el cielo multicolor, con risos del sol que se entremezclan con las nubes. También son señales como aquel arco iris doble que rodeó al sol en una tarde de verano. Esas cosas la hacen feliz, el amor por la naturaleza.

Malania

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