El sol se oculta tras un velo amarillo, en la vastedad de un cielo anaranjado. Las sombras se estiran, se hacen lentas, mientras la brisa acaricia el mundo callado.
El gato negro duerme, tranquilo, su cuerpo reposa como molde petrificado. En la cama, su ser se extiende en paz, donde el tiempo se detiene, suspendido, marcado.
El dorado se derrama en cada rincón, mientras el sueño del felino se adueña de la habitación, y el día se apaga en un suave suspiro, quedando el eco de la luz como un latido tardío.
2 Comentarios
Anónimo
Me encanta cuando las letras, juegan en medio del relato, que además me transporta al sitio
Malania Nashki
Muchas gracias.
Buen día miércoles.