FIESTA SILENCIOSA Y NO
La noche se tambalea
entre palabras cantarinas
que crujen bajo la alfombra
de hojas otoñales paladinas.
A los colores se los ha comido el sol
con sus hilos de luz y calor.
De pronto me invade la necesidad
de cobijarme en tus brazos.
Es como la lluvia mansa
nadie puede impedirlo
ni el amanecer ni el ocaso,
el viento de antaño
ni el camino de espinas,
tampoco el falso eco de tu vida.
Eres único
en esta fiesta silenciosa
de ríos encendidos
imposible de olvidar
con bordes de retamas
en penumbras extraviadas
de humedades en cumbres
bajo mis blancas sábanas.Malania
Imágenes: propia y de la red.
DUCHA CALIENTE
Sonrió ante el espejoaspiró el aire como si se asfixiaray una melancolía agriada envolvió su rostro.Vestida de humedad y nieblaproducto de una ducha calientesus cabellos enzarzados, pensó:“faltan tus dedos para peinarlos”Varias docenas de añosvan cayendo sobre la espaldacomo rocas desnudas y fríascarentes de solazsin posibilidad de cambio alguno.MalaniaImagen: propia
SUS PIES BLANCOS
No deseaba revelar su propia historia,una trama de cicatrices y quemaduras interioressobrecargado de mensajes que ella le enviaba.Él sabía lo que eso significabapero no sentía culpa ni arrepentimientotampoco quería la calma.No escuchaba, no veía ni tampoco hablaba.Anochecía, con la sensación de la arena blancabajo sus pies blancos y una muralla blancabajo el sol blanco, en señal de pureza.La luminosidad que lo envolvíaafilaba la lejana figura femeninaal verla partir por las vías del tren.Aspiró una bocanada de airecomo para dar alivio a su corazón.Tal vez no se atrevía a revelarsu deseo de partir con ella.Mientras el fuego centelleabaél palidecía con el viento.A veces es mejor no saber nada …a pesar de haber sabido quedesde antes sabía que lo sabía.Las olas temerosas de su ir y venirretrocedieron hacia el mar tranquilocuando el solse apoderó de la inmensidad del húmedo lechoregalándole calory esperanza de volver a verla.Malania.
Imagen: propia.
UN SAPO DIFERENTE
Llovía.
El ambiente se presentaba denso y pegajoso.
Tuve que abrir la puerta y la ventana que están bajo el alero.
El aire pesado por la humedad y el calor apenas dejaba correr una suave brisa traída por un tímido viento.
Un sapo del tamaño de mi puño me sorprendió.
No pidió permiso para entrar.
Quizás vino detrás de algún mosquito.
Debajo de la mesa, con los ojos bien abiertos, me miraba.
Por supuesto di un salto olvidándome de mi hernia en la ingle.
Sentí miedo de él y él sintió miedo de mí.
En un giro de ángulo llano, quiso disparar.
Pero mi secretaria logró alcanzarlo con una palita.
Se resistía el sapo, no quería salir, quería vivir dentro de la casa.
Me dio lástima, pero ya era tarde para volver atrás.
El sapo fue llevado a la vereda para que continúe su vida en otra parte.
Pero hoy, recibí otra sorpresa.
Ya no llueve y el sapo volvió a entrar al comedor de casa.
¿Será que alguien del otro mundo se ha convertido
y viene para protegerme y hacerme compañía?
Si pudiera lo dejaría vivir como quiere, en casa, en el patio, o donde prefiera.
Pero mis mascotas perrunas no lo dejarán.
Son cazadoras, buenas guardianas y muy celosas.
Le hablé al sapo explicándole la situación: si no te vas, terminarás muerto patas arriba.
¿Me habrá entendido? ¿Me hará caso?
MalaniaImagen de la red.
TOBILLO HERIDO
Las nubes competían
con matices diferentes.
Los últimos rayos del sol
contorneaban sus siluetas.
La lluvia invitaba al descanso
y mi cuerpo se desmoronó.
No hubo ladridos de perros
ni acordes de violín del vecino
que pudieran despertarme.
Y en ese sueño tempranero y profundo
soñé contigo, con tu lastimado tobillo.
Me pedías atención con tu mirada fija
y con inestables muecas.
Un estridente timbre sonaba en sinfonía
con golpeteos de nudillos en la puerta.
Me levanté sobresaltada
pero no encontré a nadie en la puerta.
Tampoco estabas sentado en el sillón
ahí donde te vi, con tu tobillo herido.
Tu ausencia enmudecía el aire
llenando el espacio con melancolía.
¿Te habrá llevado la lluvia?Malania
Imagen propia.
EL PIANO DE ELVIRA
Doña Elvira fue una de mis profesoras más queridas. Jamás la había escuchado gritar en clase o dejar en penitencia a ninguno de sus alumnos. Tocaba el piano como los dioses, era impecable, no desentonaba nunca. Siempre con su cuaderno de pentagramas y notas, esas que me hacían traspirar para aprender sus nombres y la ubicación de cada una. Aún recuerdo la negra, blanca, corchea, fusa y otras tantas más.
Me encanta el piano. Me pasaría horas escuchándolo tocar. Cuando era niña quise estudiar piano pero los ingresos de mis padres no daban para pagar la cuota y me quedé sin hacer eso. Otras necesidades para mí y mis hermanos eran prioridad. La situación era comprensible.
Los días de lluvia eran los más lindos porque muchos de mis compañeros faltaban. Si justo ese día nos tocaba tener clase de Música, la profesora Elvira nos enseñaba a tocar el piano, la ubicación de las diferentes notas en el teclado y hasta el estribillo de alguna canción. Quizás fuimos cinco o seis alumnas que habíamos tenido asistencia perfecta y en el acto de fin de año nos entregaban siempre un presente. Los varones nos llamaban de “chupa media” porque decían que a nosotras, las profesoras y maestras nos preferían más que a ellos. Es que nosotras –Viviana, Dora S., Nilda, Dora M., Beatriz B y Elsa- teníamos buen comportamiento y hacíamos caso a lo que nos pedían que hiciéramos, en cambio a ellos siempre les faltaba algo para terminar las tareas.
Como yo era muy flaca, tal así que algunos de mis compañeros me decían que tenía “patas de tero”, la veía a Doña Elvira como una mujer gorda pero de buena figura. Mucha cadera para una cintura fina. Pero siempre la apreciamos por su caminar nada apurado y saludando a quien se la cruzaba.
Hoy día cuando escucho el sonido del piano, ese piano de cola, con mueble antiguo pero bien cuidado, recuerdo a doña Elvira.Malania
Imagen: de la red
UVAS MÁGICAS
Agobiado por tanta luz
prefirió volver.
Se quedó tranquilo
sentado en el umbral
de un patio sombreado y vacío.
Nadie sabía si le había ido bien
o le ha tocado algún fracaso.
Nadie sabía a lo que aspiraba
si quería continuar sus estudios
o buscaba trabajo.
Decía que todo estaba bien
a pesar de la oscuridad de la vida.
Y tenía esperanzas de no más
ennegrecer sus días.
De pronto se vio maravillado
rodeado de naturaleza pura
cuando su padre lo envió
a vivir con su padrino
al sur de un pueblo mendocino.
Desde allá escribió:
Madre, soy feliz.
Los racimos de uva
son como guirnaldas
de luces encendidas
que dan brillo a mi vida.Malania
Imagen propia.
UN HOMBRE SIN ESPERANZAS
Abandonados los sueños, acepta que el mundo es un paraje sombrío y se hace amigo de la desesperanza.
Su mayor deseo es viajar al infinito en una nave espacial y quedarse a vivir en un mundo desconocido por él, hoy.
Aunque en su paseo por el bosque percibe que los extremos de lo que puede ser inmensamente grande o de lo inconcebiblemente pequeño versan sobre el mismo concepto. Puede internarse en la frondosidad de la naturaleza, al salir el sol y regresar al ocaso, con una pequeña mochila donde lleva solo lo necesario para no pasar hambre y sed.
Su secreto familiar ya no es misterio, es de mala suerte. La que debía haber sido su suegra era una mujer malvada llena de preconceptos sobre los jóvenes hijos de pobres. Espantaba con su mirada a quienes se acercaban a su hija, que para ella era una doncella. Si no hubiera tenido un jardinero que cuidara las flores, estarían todas mustias o directamente no se abrirían los pimpollos para no verla.
Cuando era joven, muy joven, fue atraído por la belleza de una bailarina, y a pesar de la oposición de su madre, se casó con ella.
Después de haber tenido varios hijos, estando estos ya grandes, se separó de su mujer y se fue a vivir a otro país.
Con el pasar de los años, y luego de una gran decepción, decidió regresar al lugar de origen.
Cuando más solo está, se pregunta ¿cuál es el sentido de la vida? La soledad lo deja vacío y por las noches moja la almohada con sus lágrimas.
Cuando no tiene trabajo, las horas se le hacen eternas.
No quiere relacionarse sentimentalmente con ninguna mujer, por las decepciones que ha tenido. Ya no confía en ellas.
Pero asegura que le gustan las mujeres rusas, aunque no conoce personalmente a ninguna. Habría que preguntarle cuál es el motivo de su preferencia. Quizás porque a las rusas les gusta comer ajo, mucho ajo y también gustan de las comidas picantes, y en eso coinciden.
No cree en Dios porque asegura que nunca ha hecho ningún daño a nadie y él sí ha sufrido mucho en el camino de la vida, considerando que esa falta de equidad no es justa.
De mi parte quiero agregar, que sí creo en Dios, y no podemos echarle la culpa de nuestros fracasos y de nuestros sinsabores.
Recuerda a Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Y “tú eres el forjador de tu propio destino”.Malania
Imagen: C. J. V.
COMIENZA EL DÍA
Sillas vacías.
Sin tazas, sin cucharas
mesas vacías.
Los anteojos
reflejan la claridad
de un sol por salir.
Ya llega el café
humeante y espumoso
con medialunas.
Comienza el día
el de hoy será agitado
tarde o temprano.Malania
Imagen: M. J. T.